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viernes, 9 de marzo de 2012

niño bueno, niño malo


Un niño no distingue entre lo que está bien y lo que está mal. Nosotros se lo enseñamos. Le enseñamos de acuerdo con nuestra mente con nuestras normas, con nuestros patrones sociales o culturales. Una misma cosa podría estar bien en el Occidente y mal en el Oriente; una misma cosa podría estar bien en tu casa y mal en la casa del vecino. Y tanto en una, como en otra situación, estamos imponiendo al niño: “esto está bien, lo tienes que hacer, esto está mal, deja de hacerlo”. El niño consigue tu aprobación cuando lo hace, y tu desaprobación en caso contrario. Cuando te hace caso, te pones con­tento y le das una palmadita; cuando no te hace caso, te enfadas, tu actitud corporal se torna tensa, agresiva y hasta llegas a expresarle que ya no lo quieres. Un niño bueno, un niño malo se está gestando gracias a las  imposiciones del adulto.
Naturalmente, has llevado al niño a crear sentimientos de supervivencia. Y el niño empieza a entender que su supervivencia está en juego. Si les hace caso a su madre y a su padre todo saldrá bien; si no, su mente empezara a experimentar el miedo, el rechazo, el temor al abandono y la inseguridad  lo inunda. Son los caudales de emociones que  atraviesa un niño bueno, un niño malo.
Bajo estas polaridades de emociones intento llevarte a comprender el impacto de los sentimientos tanto en el niño como en el adulto. En el niño, está aprendiendo a reconocerlos….en el adulto está cumpliendo como padre o como madre. Y esto no es cuestión de querer darte las grandes lecciones, pues los sentimientos no obtienen títulos. Todo radica en el auto descubrirse, reconocer el tipo de sentimientos que te guían para mostrar  a tu hijo el valor de los sentimientos. El adulto sabe perfectamente cuando está imponiendo y cuando compartiendo,  porque su corazón y la intuición que posee le están dictando lo que está bien y lo que está mal. Así nace la sabiduría de saber cuando estamos en lo correcto o el malestar emocional que nos estruja el corazón al descubrir  que nos equivocamos.
Y no se trata de dejar al niño al libre albedrio, porque así lo dictan los tiempos modernos, las nuevas costumbres, o todo aquello que se esté inventando el mundo…no. Se trata de mostrar al niño sigilosamente, intuitivamente, amorosamente y con gran sabiduría  como cultivar los sentimientos. Sentimientos que le den los andamios de la seguridad, confiado de saber que si se cae sabrá como levantarse, capaz de expresarse, sin temor al rechazo, inteligentemente emocional para aceptar el dolor que provocan sus equivocaciones. Ahora has gestado un nuevo hombre o una nueva mujer impregnada  (o) de HUMANIDAD,

viernes, 2 de marzo de 2012

rostro original


Respeta a los niños, hazles intrépidos.
Pero si tú mismo estás lleno de miedo, ¿cómo vas a hacerles intrépidos?
No les impongas el respeto hacia ti porque eres su padre, su papá, su mamá, esto y aquello.
Cambia esta actitud y mira la transformación que el respeto puede aportar a tus hijos
Si los respetas, te escucharán con más atención. Si los respetas, tratarán de entenderte a ti y a tu mente con más atención. Tienen que hacerlo. Y de ninguna manera les estás imponiendo nada; por eso si al entenderlo sienten que estás en lo cierto y te hacen caso, no perderán su rostro original.
El rostro original no se pierde por actuar de una cierta manera. Se pierde por obligar a los niños en contra de su voluntad.
El amor y el respeto pueden ayudarles dulcemente a entender mejor el mundo, puede ayudarles a estar más alerta, conscientes, atentos, porque la vida es preciosa y es un regalo de la existencia. No debemos desperdiciarla.
Y en el momento de la muerte debemos de ser capaces de decir que nos vamos dejando el mundo mejor, más hermoso, más lleno de gracia.
Pero esto sólo es posible si dejamos este mundo con nuestro rostro original, la misma cara con la que llegamos a él.

viernes, 24 de febrero de 2012

enseñales a reir


Si puedes evitar la serie­dad, estarás fundiendo alegría en el corazón del niño. Los niños son aplasta­dos por la seriedad. Sin duda la gente mayor es más seria y los niños son más risueños, y poco a poco les empiezan a imitar; comienzan a sentir que su risa no está bien. Y la gente mayor crea la impresión en sus mentes de que el ser serio, el estar tranquilo, el ser silencioso, es algo bueno, virtuoso. Eso está equivocado, porque una vez que el niño pierde contacto con la risa es muy difícil recupe­rarla y su infancia se va desvaneciendo. Hacen falta muchas terapias, e incluso así es difícil recuperar tu infancia. Se necesitan muchas religiones.
Si a los niños se les permite ser naturales, reírse, divertirse, ser espontáneos, no hace falta ninguna religión. Las personas por si solas serán religiosas como una fuente de vida. Su vida será una adoración porque su risa se expandirá como una oración.
En el momento en que el niño deja de divertirse, la muerte ha hecho su aparición, y hacia los tres años de edad el niño empieza a morir. Por eso, hasta en la vejez la gente sigue recordando que la infancia era un Paraíso, que la infancia era el cielo. Esa sensación de que has perdido algo continúa; has perdido el jardín del Edén.

Por eso, cuando hay niño en tu hogar, tienes el jardín del Edén a tu alrededor. No le obligues a volverse serio. En vez de eso pier­de tu seriedad cuando estés con ellos. Ríe y sé un niño. Si eres capaz de inundar hogar de alegría manifestada a través de la risa, estarás formando bellas personas y a futuro ellos también desprenderán alegría.  

Así que…finca tu propio edén, contágiate de la inocencia infantil y permite a tus hijos  reír

viernes, 17 de febrero de 2012

felicidad...infelicidad



P
ARECE que estás demasiado preocupado; estar demasiado preo­cupado puede ser peligroso. La idea de hacer feliz a alguien nunca triunfa. Va en contra de las leyes. Cuando quieres hacer fe­liz a alguien, le haces infeliz. Porque la felicidad no es algo que se le pueda dar a otra persona. Como mucho, puedes crear una situa­ción en la que la felicidad podría florecer o podría no florecer; no se puede hacer nada más.
Parece que estás demasiado preocupado por hacerla feliz, y te sientes infeliz porque fracasas, y si eres infeliz ella será infeliz. Es muy fácil hacer infeliz a alguien. La infelicidad es muy contagiosa, es como una enfermedad. Si eres infeliz, todos los que están co­nectados contigo, relacionados contigo, en especial los niños, se sentirán muy infelices. Y los niños son muy sensitivos, muy frágiles.
Probablemente no dirás que eres infeliz, pero eso no cambia nada; los niños son muy intuitivos, todavía no han perdido su in­tuición. Todavía tienen algo más profundo que el intelecto, que siente las cosas inmediatamente.
El intelecto emplea un tiempo y siempre duda; nunca está se­guro. Incluso si eres infeliz y una persona piensa en ti, nunca po­drá estar absolutamente segura de si eres infeliz o estás fingiendo; quizá sólo sea un hábito o quizá es que tu cara es así. El intelecto nunca puede llegar a una conclusión que sea absoluta.
Pero la intuición es absoluta, incondicional, simplemente dice lo que pasa. Los niños son intuitivos y se relacionan de un modo muy sutil y telepático. No se fijan en tu aspecto; inmediatamente lo perciben.
Algunas veces sucede que la madre lo siente un poco más tar­de, y el niño lo ha sentido incluso antes que la madre. La madre po­dría sentirse infeliz, pero todavía no se ha dado cuenta. Aún está llegando a su conciencia desde su inconsciente; pero desde el in­consciente hasta el niño hay un pasaje directo.
Pero el niño tie­ne un acceso directo.
Hasta una determinada edad, los niños permanecen muy arrai­gados en ti y saben lo que te está pasando.
Relájate un poco. Déjale que se mezcle con otros niños, déjale que juegue, y deja de hablar en términos de felicidad o infelicidad.
En vez de eso, sé feliz. Viéndote feliz, ellos se sentirán felices. La fe­licidad no es algo que tengamos que buscar directamente: es un derivado. Los niños se quedan muy desconcertados cuando les pre­guntas: «¿Eres feliz?» De hecho, no saben cómo responder, ¡y yo siento que tienen razón! Cuando le preguntas a un niño «¿eres fe­liz?», sencillamente encoge los hombros..., porque ¿qué quieres decir?
El niño sólo es feliz cuando no es consciente de ello. Nadie pue­de ser feliz cuando es consciente de ello. La felicidad es algo muy su­til, que sólo sucede cuando estás totalmente inmerso en otra cosa. El niño está jugando y es feliz porque, en esos momentos, no sabe nada de sí mismo: ¡ha desaparecido! La felicidad sólo existe cuando has desaparecido. Cuando regresas, la felicidad desaparece.

viernes, 10 de febrero de 2012

Respeto


Palabras de OSHO
Hace tiempo un primer libro de OSHO llego a mis manos. En ese tiempo mi espíritu se abalanzaba desesperadamente por la búsqueda de lo utilitario. Por lo que un libro me robaría tiempo para continuar produciendo y sin pensarlo lo arrumbe en el librero. La edad cronológica me alcanzo y lo utilitario solo dejo rastros de desgaste corporal. Confieso que requiero de lo utilitario…sin embargo aprendí que ni todo el oro del mundo me dotarria de lo que OSHO ha ido sembrando gradual y pacientemente en mi alma; “un camino espiritual a seguir, para deleitarme en este paraíso terrenal”. Amo cada palabra  que vierte un iluminado. Mi alimento diario se centra en la inutilidad y el infinito placer de gozar mi corazón, al saberme capaz de amar.
Bajo este preámbulo de sensibilidad y para quienes han dado vida en este mundo hoy les  dejo en mi amado rincón palabras textuales de un iluminado universal….retorno en breve y gracias por seguirme.

Me gustaría que fueras respetuoso con los niños.
Los niños se merecen todo el respeto que puedas darles, porque son tan nuevos, tan inocentes, tan cerca de la divinidad. Es hora de respetarles, no de obligarles a rendir respeto a todo tipo de perso­nas corruptas, astuto, avieso, llenos de porquería, sólo porque son mayores.
Me gustaría invertir todo este asunto: respeta a los niños por­que ellos están más cercanos a la fuente; tú estás lejos. Ellos toda­vía son originales, tú ya eres una copia. Y ¿entiendes qué es lo que puede suceder si eres respetuoso con los niños? Entonces, a través del amor y del respeto puedes ahorrarles el que vayan en la direc­ción equivocada, no por miedo sino por respeto y amor.
Mi abuelo.... no le podía contar mentiras a mi abuelo por todo lo que me respetaba. Cuando toda mi familia estaba en mi contra pude por lo menos depender del anciano. A él no le preocupaba que todas las pruebas estuvieran en mi contra. Él decía: «No me im­porta lo que haya hecho. Si lo ha hecho él, debe de estar bien. Le conozco, no puede haber hecho nada malo.»
Y si él estaba de mi lado, por supuesto, toda la familia tenía que replegarse. Yo le contaba todo lo que había pasado, y él me decía: «No hace falta preocuparse. Haz aquello que te parezca correcto, porque ¿quién si no puede decidir? En tu situación, en tu lugar, sólo tú puedes decidir. Haz lo que te parezca correcto y siempre re­cuerda que yo estoy aquí para apoyarte, porque no sólo te quiero, además te respeto.»
Su respeto hacia mí fue el tesoro más grande que pude recibir. Cuando se estaba muriendo yo me encontraba a cien kilómetros de distancia. Me avisó para que fuera inmediatamente porque no que­daba mucho tiempo. Fui rápidamente; en dos horas estaba allí.
Era como si me estuviera esperando. Abrió los ojos y dijo: «Es­taba tratando de seguir respirando hasta que pudieras llegar. Sólo te quiero decir una cosa: ahora ya no estaré aquí para apoyarte, y necesitarás apoyo. Pero recuerda, donde quiera que esté, mi amor y mi respeto seguirán contigo. No le tengas miedo a nadie, no le tengas miedo al mundo.»
Esas fueron sus últimas palabras: «No le tengas miedo al mundo.»

Ahhh!!!….maravilloso, lo releo y lo releo y no me canso de retornar a mi interior. Hoy me respeto..bye

viernes, 3 de febrero de 2012

una LUZ


Un verdadero padre, una verdadera madre, unos verdaderos padres serán una bendición para el niño. El niño se sentirá inmediatamente ayuda­do por ellos, y esto le servirá para enraizarse en su naturaleza, para afianzarse, para centrarse; de este modo, empezará a amarse a sí mismo y conocerá el valor del respeto por si mismo
Recuerda, a menos que una persona se ame a sí misma, no po­drá amar a nadie más en el mundo; a menos que un niño se respete a sí mismo, no podrá respetar a nadie más en el mundo. Si no te respetas a ti mismo, ¿cómo vas a respetar a nadie? A menos que nazca en tu interior el amor por ti mismo, éste no irradiará a los demás. Primero tendrás que ser una luz para ti mismo, entonces tu luz se extenderá y alcanzará a los demás.
Los niños son enormemente inteligentes, ¡sólo necesitan una oportunidad! Necesitan oportunidades para crecer, para fluir, necesitan el clima apropiado. Cada niño nace con el potencial para iluminarse, con el potencial para despertar, seamos los vigilantes para su florecer natural.
Destruir este florecer del niño será la mayor calamidad en toda la historia de la humanidad. Se necesita un nuevo hombre, y este nuevo hombre traerá consigo ese mismo Paraíso que en el pasado hemos estado posponiendo para otra vida. El Paraíso puede ser aquí y ahora dependerá del adulto en qué medida alumbra al un nuevo niño que ya habita su hogar....retorno en breve....J

viernes, 20 de enero de 2012

comida - amor

Al nacer el niño asocia los actos de comida y amor. Se convierten en dos caras de la misma moneda. Su objeto de amor y su objeto alimenticio es el mismo. No sólo la madre, sino el pecho en particular: el niño consigue del pecho el alimento, el calor y la sensación de amor.
Hay una diferencia: cuando la madre ama al niño, el pecho tiene una sensación y una vibración diferentes. La madre disfruta dando de mamar al niño. Si la madre ama de verdad al niño, entonces siente una alegría casi orgásmica. Sus pechos son muy sensitivos; son las zonas más eróticas de su cuerpo. Ella empieza a brillar y el niño puede sentirlo. El niño percibe el hecho de que la madre está disfrutan­do. Ella no está sólo alimentándole, está disfrutando alimentar al amor.
Pero cuando la madre le da el pecho sólo por necesidad, enton­ces el pecho está frío; no tiene calor. La madre no está a gusto, tie­ne prisa. Quiere quitarle el pecho cuanto antes. Y el niño lo siente. Es muy evidente que la madre está fría, que no es amorosa, no es cálida. No es una madre de verdad. El niño parece no deseado y por lo tanto se siente no deseado.
El niño sólo se siente querido cuando la madre disfruta ali­mentándole de su pecho, cuando esto se convierte casi en una re­lación amorosa. Sólo entonces el niño siente el amor de la madre, se siente necesitado por la madre. Y que la madre le necesite es como decir que la existencia le necesita por­que su madre es toda su existencia: él conoce la existencia a través de su madre. Todas sus ideas acerca de su madre serán sus ideas acerca del mundo.
Un niño que no ha sido amado por su madre se encontrará alie­nado en la existencia; se sentirá marginado, como un extraño. No será capaz de confiar en la existencia. Ni siquiera pudo confiar en su propia madre, ¿cómo va a confiar en nadie más? La confianza se hace imposible. Duda, sospecha; está continuamente en guardia, con miedo, asustado. Encuentra enemigos por todos lados, compe­tidores. Constantemente tiene miedo de ser aplastado y destruido. No le parece que el mundo sea su casa en absoluto.
Si la madre está feliz y disfruta alimentando al niño, entonces el niño nunca come demasiado porque confía; sabe que la madre está ahí. Siempre que tenga hambre sus necesidades serán satisfe­chas. Nunca come demasiado.
Un niño bien amado permanece sano. No es ni gordo ni delga­do; mantiene un equilibrio.

viernes, 13 de enero de 2012

A donde se fue la ALEGRÍA....?

 L
Pocos permiten a sus hijos bailar, cantar, gritar y saltar. Por ra­zones triviales ‑quizá pueden romper algo, quizá se les moje la ropa con la lluvia si corren en el exterior‑, por pequeñas cosas se destruye una gran cualidad espiritual: la ALEGRIA
El niño obediente es elogiado por sus padres, por sus profesores, por todo el mundo, y el niño juguetón es censurado. Sus ganas de jugar podrían ser totalmente inofensivas, pero es censurado porque existe un peligro potencial de rebelión. Si el niño continúa crecien­do con total libertad para ser juguetón, acabará siendo un rebelde. No será fácilmente sometido; no le podrán reclutar fácilmente en un ejército para destruir gente, o para que le destruyan.
El niño rebelde se convertirá en un joven rebelde. Entonces no podrás obligarle a que se case; no podrás obligarle a aceptar un de­terminado empleo; no se le podrá obligar a satisfacer los deseos in­completos y los anhelos de sus padres. La juventud rebelde segui­rá su propio camino. Vivirá su propia vida de acuerdo con sus deseos más íntimos, no de acuerdo con los ideales de otra persona.
Por todas estas razones, se sofoca su capacidad de jugar. Nunca se le da una oportunidad a tu natu­raleza. Poco a poco empiezas a cargar con un niño muerto en tu in­terior. Este niño muerto en tu interior destruye tu sentido del humor: no puedes reírte totalmente, con todo tu corazón, no puedes ju­gar, no puedes disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Te vuelves tan serio que tu vida, en vez de expandirse, comienza a encogerse.

viernes, 30 de diciembre de 2011

la misión

La misión de un padre o de una madre es grande, porque están trayendo un nuevo invitado al mundo, que no sabe nada, pero que trae con él un potencial. Y a menos que ese potencial crezca, será infeliz.
A ningún padre le gusta pensar que sus hijos son infelices; quie­ren que sean felices. Lo único que ocurre es que su forma de pen­sar está equivocada. Se creen que si se convierten en médicos, en profesores, en ingenieros o en científicos, entonces serán felices. ¡No saben! Ellos sólo serán felices si se convierten en lo que han venido a convertirse. Sólo pueden convertirse en el potencial de la semilla que llevan en su interior.
Por eso procura por todos los medios posibles darles libertad, darles oportunidades. Normalmente, si un niño le pide algo a su madre, la madre sencillamente dice no, sin ni siquiera escuchar lo que está pidiendo. «No» es una palabra autoritaria; «sí» no lo es. Por eso ni un padre ni una madre ni cualquier persona que sea au­toritaria quiere decir sí a una cosa ordinaria.
El niño quiere jugar fuera de la casa: «¡No!» El niño quiere sa­lir mientras está lloviendo y quiere bailar bajo la lluvia: «¡No! Te cojeras un catarro.» Un catarro no es un cáncer, pero un niño al que se le ha impedido bailar bajo la lluvia, y que no ha sido capaz de volver a bailar otra vez, se ha perdido algo importante, algo muy hermoso. El catarro hubiera valido la pena, y no es seguro que se hubiera pillado un catarro. De hecho, cuanto más lo proteges, más vulnerable se vuelve. Cuanto más le permites, más inmune se hace.
Los padres tienen que aprender a decir sí. En el 99 por 100 de los casos, cuando normalmente dicen que no, lo hacen simplemente para mostrar su autoridad. No todo el mundo Puede ser el presidente de un país o puede ejercer su autoridad sobre millones de personas. Pero todo el mundo puede convertirse en un marido, para ejercer su autoridad sobre su pareja; todas las mujeres pue­den ser madres, para tener autoridad sobre su hijo; todos los ni­ños pueden tener un osito de peluche, y tener autoridad sobre su osito de peluche...Esta es una sociedad autoritaria.
Lo que estoy diciendo es que creando niños que tengan liber­tad, que han oído «sí» y que raramente han oído «no», la socie­dad autoritaria desaparecerá. Tendremos una sociedad más hu­mana.
De modo que no se trata sólo de los niños. Esos niños se van a convertir en la sociedad del mañana: el niño será entonces quien muestre a la humanidad a ser más humano.
                                           

viernes, 23 de diciembre de 2011

rostro original

El rostro original del niño es tan valioso que cualquier problema vale la pena. Es tan valioso que, pagues lo que pagues, sigue siendo barato; no te está costando nada. Y qué alegría el día que te encuen­tras a tu hijo con su rostro original intacto, con la misma belleza que trajo al mundo, la misma inocencia, la misma claridad, la misma ale­gría, jovialidad, la misma vitalidad... ¿Qué más puedes pedir?
Tú no le puedes dar nada al niño, sólo puedes tomar. Sí real­mente quieres hacerle un regalo al niño, éste es el único posible: no interfieras. Arriésgate y deja que el niño se adentre en lo desco­nocido, en lo inexplorado. Es difícil. Un gran temor paraliza a los padres: ¿quién sabe qué le puede pasar al niño?
Respeta a los niños, hazles intrépidos.               
Pero si tú mismo estás lleno de miedo, ¿cómo vas a hacerles in­trépidos?
No les impongas el respeto hacia ti porque eres su padre, su papá, su mamá, esto y aquello.
Cambia esta actitud y mira la transformación que el respeto puede aportar a tus hijos
Si los respetas, te escucharán con más atención. Si los respetas, tratarán de entenderte a ti y a tu mente con más atención. Tienen que hacerlo. Y de ninguna manera les estás imponiendo nada; por eso si al entenderlo sienten que estás en lo cierto y te hacen caso, no perderán su rostro original.
El rostro original no se pierde por actuar de una cierta manera. Se pierde por obligar a los niños en contra de su voluntad.
El amor y el respeto pueden ayudarles dulcemente a entender mejor el mundo, puede ayudarles a estar más alerta, conscientes, atentos, porque la vida es preciosa y es un regalo de la existencia.

viernes, 16 de diciembre de 2011

tu cara y la cara del niño

Si miras las caras de los niños cuando llegan, nuevos de la fuen­te misma de la vida, percibirás una cierta presencia que no puede ser nombrada; es innombrable e indefinible.
El niño está vivo. No puedes definir su vitalidad, pero está allí, puedes sentirla. Hay tanta que por más ciego que estés no podrás perdértela. Es fresca. Puedes oler la frescura alrededor del niño. Sin embargo esa fragancia, poco a poco va desapareciendo.
Había llegado con una inmensa fragancia, inconmensurable, indefinible, innombrable. No podrás encontrar algo más profundo que mirar a los ojos a un niño. Los ojos de un niño son un abismo, una claridad, una iluminación. Desafortunadamente la so­ciedad va destruyéndolos, será tan sutil y transparente que ante los ojos de ella será casi imposible percatarse,  pronto sus ojos serán sólo superficiales; de­bido a las capas y capas de condicionamiento o sufrimiento, esa profundidad, esa inmensa profundidad habrá desaparecido mucho antes. Solo quedara el recuerdo su cara original. Voltea mirarte al espejo y pregúntate: acaso: mi cara aun posee esa mirada angelical? 
El niño es consciente pero sin pensamientos. Esa es la cara original del niño.
Una vez ésa también fue tu cara, y a pesar de que la has olvida­do, todavía está ahí en tu interior, esperando ser redescubierta al­gún día. Estoy diciendo redescubierta porque la has descubierto muchas veces en tus vidas pasadas…y una y otra vez la has vuelto a olvidar.
Quizá incluso en esta vida ha habido momentos en los que has estado muy cerca de conocerla, de sentirla, de serla. Pero el mun­do y sus contaminaciones están demasiado presentes en nosotros. Su atracción es muy gran­de, y nos atrae en mil y una direcciones. Te está atrayendo en tantas direcciones que te fragmenta diariamente. Es un milagro cómo la gente sigue arreglándoselas para mantenerse de una pieza. Si no fuera así, una de sus manos iría hacia el norte, la otra iría hacia el sur, su cabeza iría hacia el cielo; todas las partes saldrían volando por todos lados.
Sin duda es un milagro cómo te las arreglas para mantenerte de una pieza. Quizá la presión de todos lados es tanta que tus manos, tus piernas y tu cabeza no pueden volar. Eres presionado por todos lados imantándote a la vida para continuar.
Incluso si por casualidad sucede que te encuentras con tu cara original, no serás capaz de reconocerla, te será totalmente extraña. Quizá te la estés cruzando de vez en cuando, por casualidad, pero ni siquiera le dices «¡Hola!» Es un extraño y quizá, en el fondo, hay un cierto temor corno el que sientes hacia cualquier extraño.
Y cómo podemos salvar el rostro original de nuestros hijos.
No tienes que hacer nada directamente.
Todo lo que hagas directamente será una interferencia.
Tienes que aprender el arte de no hacer.
Es un arte muy difícil. No es algo que tengas que hacer para proteger, o para salvar, el rostro original del niño. Cualquier cosa que hagas distorsionará el rostro original. Tienes que aprender a no hacer; tienes que aprender a mantenerte alejado, fuera del ca­mino del niño. Tienes que ser muy valiente para esto, porque dejar al niño solo es arriesgado. Estoy hablando de la independencia emocional del niño, de ser altamente sensible para observar el carácter de tu hijo para guiar su inteligencia emocional y erradicar los exabruptos emocionales del adulto. Para ello se requiere de una altísima tolerancia, lo cual si la miras como una oportunidad: el rostro del niño, también fue tu rostro, solo déjalo aflorar nuevamente.


viernes, 9 de diciembre de 2011

intimidad INFANTIL

El niño necesita intimidad porque todo lo que es hermoso crece en la intimidad. Esta es una de las leyes fundamentales de la vida. Las raíces crecen bajo tierra; si las sacas de la tierra empiezan a morir. Necesitan intimidad, total intimidad. El niño crece en el vientre de la madre en la oscuridad, en soledad. Si sa­cas al niño a la luz delante de público morirá. Necesita nueve me­ses de absoluta intimidad. Todo lo que necesita crecer, necesita in­timidad. Una persona adulta no necesita tanta intimidad porque ya ha crecido, pero un niño que inicia a crecer necesita mucha intimidad.
Los padres se preocupan mucho cuando ven que el niño ha de­saparecido o está solo; inmediatamente se preocupan. Tienen mie­do, porque si el niño está solo, temen que algo le pueda suceder. Se tiene que mover dentro de unos límites, para que los padres le puedan vigilar, porque al vigilarle lo están protegiendo y aunque resulta necesaria la protección, todo niño requiere de ciertas dosis de intimidad para  desarrollar su individualidad. Al vigilar al niño excesivamente le están creando una personalidad lo cual no es nada más que un envoltorio pues personalidad significa máscara que viene de la hermosa palabra persona.
Contrario a ello el niño tiene que estar continuamente en guardia porque está siendo observado. Tú mismo te puedes dar cuenta: cuando te estás dando un baño eres una persona totalmente diferente; en el cuar­to de baño puedes dejar tu máscara a un lado. Hasta las personas adultas que son muy serias empiezan a cantar, a tararear. ¡Hasta las personas adultas empiezan a poner caras delante del espejo! Estás solo ‑eres perfectamente consciente de que has echado el cerrojo a la puerta‑, pero si de repente te das cuenta de que alguien te está mirando por el agujero de la cerradura, sucederá un cambio inme­diato. Te pondrás otra vez serio, la canción desaparecerá, dejarás de poner caras delante del espejo; empezarás a comportarte como se supone que debes comportarte. Esta es la personalidad, estás de vuelta en el envoltorio.
Un niño necesita una enorme intimidad, tanta como sea posi­ble, el máximo de intimidad, para que pueda desarrollar su in­dividualidad sin interferencias, sin vigilancias, sin cuestionamientos invasivos…. este será  el camino que llevara a florecer la individualidad del niño.


viernes, 2 de diciembre de 2011

la sexualidad infantil


Cuando el niño nace es un narcisista. Ama inmensamente su cuerpo, y esto es hermoso; sólo conoce su cuerpo. Simplemente con chuparse el dedo pulgar está eufórico. Fíjate en un niño chapándose el dedo: qué euforia hay en su cara, simplemente jugando con su cuerpo, intentando meterse el dedo gordo del pie en la boca, haciendo un círculo con la energía. Cuando el niño se mete el dedo gordo del pie en la boca se crea un círculo y la energía se empieza a mover en círculo. La energía circula naturalmente en el niño y él lo disfruta, porque cuando la luz circula se produce una gran ale­gría en el interior
El niño juega con sus órganos sexuales sin saber que son órga­nos sexuales. Todavía no ha sido condicionado; percibe su cuerpo como una unidad. Y, sin duda, los órganos sexuales son la parte más sensible de su cuerpo. Realmente disfruta tocándoselos, ju­gando con ellos.
Y es aquí donde la sociedad entra en la psique del niño: «¡No te toques!» «No» es la primera palabra sucia, la primera palabrota. Y a partir de esta palabra surgen muchas otras: no puedes, no debes, todas ellas son palabrotas.
Para nuestras mentes condicionadas... cuando el niño está tocándose el órga­no sexual es malo, le quitamos la mano creando culpabilidad en el niño.
En este momento hemos comenzado a destruir su sexualidad natural. En este momento hemos comenzado a envenenar la fuen­te original de su alegría, de su ser. En este momento estamos creando hipocresía en él; se volverá diplomático. Cuando estén sus padres delante no jugará con sus órganos sexuales. Acaba de hacer aparición la primera mentira; no puede ser sincero. Acaba de ente­rarse de que si es sincero consigo mismo, si se respeta a sí mismo, si respeta su propia alegría, si respeta su propio instinto, sus padres se enfadan.
El niño es el fenómeno del mundo más sujeto a la explotación. No ha habido ninguna otra clase tan explotada como el niño. No puede hacer nada: no puede organizarse en sindicatos para luchar contra sus padres, no puede ir a los juzgados, no puede apelar al gobierno. No tiene ninguna manera de protegerse a sí mismo del ataque de los padres.
Ha tenido lugar el primer trauma. A partir de ahora el niño nunca será capaz de aceptar su sexualidad de manera natural, con alegría. Una parte de su cuerpo no es aceptable, una parte de su cuerpo es fea, una parte de su cuerpo no merece ser parte de su cuerpo; la rechaza. Profundamente, en su psicología comienza a castrarse, y la energía retrocede. La energía no fluirá tan natu­ralmente como solía fluir antes de que ese «no» ocurriese.
Si al niño se le permite esta fase natural de autoexploración pasará a tomar conciencia de manera normal a identificar su sexo. Llegando a ser  un hombre que ha superado la autosexualidad, y entonces será bastante capaz y maduro para enamorarse de una mujer, que es un mundo totalmente diferente, una química, una psicología y una espiritualidad diferentes. Entonces es capaz de jugar con ese mundo diferente, con ese organismo diferente y viceversa.

viernes, 25 de noviembre de 2011

dejando llorar al niño....

Desde que nace el niño quiere llorar y reír. Llorar es para él una profunda necesidad. Todos los días tiene una catarsis a través del llanto.
El niño tiene muchas frustraciones. Es inevitable; es por necesi­dad. El niño quiere algo, pero no puede decir qué, no puede expre­sarlo. El niño quiere algo, pero quizá los padres no estén en situa­ción de poder dárselo. Puede que la madre no esté disponible. Quizá ella esté ocupada haciendo otra cosa y él esté desatendido. En ese momento no se le presta atención, por eso se echa a llorar. La madre quiere convencerle, consolarle, porque le molesta, el padre está mo­lesto, toda la familia está alterada. Nadie quiere que llore, el llanto es una molestia; todo el mundo trata de distraerle para que se calle. Po­demos sobornarle. La madre le dará un muñeco, le dará leche ‑cual­quier cosa para distraerle o para consolarle‑, pero no debe llorar.
Llorar es una necesidad profunda. Si puede llorar y se le permi­te, el niño quedará como nuevo; la frustración es expulsada a tra­vés de las lágrimas. De lo contrario, si contiene el llanto, conten­drá la frustración. Entonces se irá acumulando, y tú eres «un montón» de lágrimas. Ahora, los psicólogos dicen que necesitas el grito esencial. En Occidente se está desarrollando una terapia sólo para ayudarte a gritar, con tal totalidad que todas las células de tu cuerpo se impliquen. Si logras gritar tan enloquecidamente que todo tu cuerpo esté gritando, te liberarás de mucho dolor, de mu­cho sufrimiento que está acumulado

viernes, 18 de noviembre de 2011

alimentando al niño

Cuando una madre está alimentando a su hijo, no está dándole solamente leche, como siempre se había pensado. Pues cuando una madre abraza a su hijo, la energía está fluyendo. Esa energía es invisible, la llamamos amor, calor,  ternura. Algo se transmi­te de la madre al hijo y no sólo de la madre al hijo, del hijo a la ma­dre también. Por eso una mujer nunca está tan hermosa como cuando se convierte en madre. Antes, falta algo, no está completa, el círculo estaba roto. Siempre que una mujer se convierte en madre, el círculo se completa. Le llena una gracia de origen desconocido. Por eso no sólo está alimentando al niño, el niño también está ali­mentando a la madre. Están felizmente el uno «dentro» del otro.
Y ninguna otra relación es tan cercana. Ni los amantes están tan cerca, porque el niño viene de la madre, de su misma sangre, su carne y sus huesos; el niño es Sólo una extensión de su ser. Nun­ca más volverá a suceder esto, porque nadie puede ser tan cercano. Un amante puede estar cerca de tu corazón, pero el niño ha vivido dentro de tu corazón. Durante nueve meses ha sido parte de la ma­dre, unidos orgánicamente, siendo uno. La vida de la madre era su vida, la muerte de la madre hubiera sido su muerte. Esto continúa incluso más adelante: existe una transmisión  de energía, una comunicación de energía.
El niño asocia desde el principio las ideas de comida y amor. Se convierten en dos caras de la misma moneda. Su objeto de amor y su objeto alimenticio es el mismo. No sólo la madre, sino el pecho en particular: el niño consigue del pecho el alimento, el calor y la sensación de amor.

viernes, 11 de noviembre de 2011

el silencio de la existencia!

E
l silencio tiene su vibración,  es contagioso particularmente el silencio de un niño cuando no es impuesto, cuando no se debe a las constantes amenazas: ‑Te pegare si molestas o haces ruido. ‑No, eso no es silencio. Eso es disciplina rígida y arcaica y dista mucho de ser una disciplina emocional. Eso no creará la vibración de alegría; cuando un niño está en silencio espontáneamente, disfrutando sin motivo, surge la alegría sin causa alguna creando grandes ondas que se expanden a su alrededor.
En un mundo mejor, cada familia posee el beneficio de aprender de los niños. Sin embargo se observa lo contrario… padres o madres con mucha prisa por  enseñarles a sus hijos. Nadie parece detenerse a aprender de ellos…lo cual te parecería ilógico, trivial o hasta ridículo, sin embargo asevero que un niño tiene mucho para enseñarte.  Y lo real es que  tú no tienes nada que enseñarle. Y estoy hablando de la inteligencia emocional, deducir que estoy hablando de la inteligencia practica o cognitiva sería un error.
Sólo porque eres mayor y más poderoso empiezas a hacerlos como TÚ, sin detenerte a pensar qué eres TÚ, hasta dónde has llegado, cuál es el estatus de tu vida interior. Eres pobre interiormente o desbordas salud emocionas por lo que; ¿deseas lo mismo para tu hijo?
Pero nadie piensa; de otro modo la gente aprendería de los ni­ños pequeños.
Los niños traen mucho del otro mundo porque es­tán recién llegados. Todavía llevan consigo el silencio del útero, el silencio de la existencia y solo quien goza de mirar ese manantial sabe que una luz ha llegado para iluminar a otro ser…cbf

viernes, 4 de noviembre de 2011

saliendo del vientre

Cuando el niño sale del vientre, es la mayor conmoción de su vida. Ni siquiera la muerte será una conmoción tan grande, porque la muerte llega sin avisar. La muerte le llegará muy probablemen­te cuando esté inconsciente. Pero mientras está saliendo del vien­tre de la madre está consciente. Su largo y hermoso sueño de nue­ve meses se ve interrumpido y entonces le cortas el cordón que le une a la madre.
En el momento en que cortas el cordón que le une a la madre has creado un individuo lleno de miedo.
Esto no es lo adecuado; pero así es como se ha hecho hasta ahora.
Hay que separar al niño de su madre más despacio, más gra­dualmente. No se debería producir esa conmoción, y eso se puede arreglar
En la habitación no debería de haber luces deslumbrantes, por­que el niño ha vivido durante nueve meses en una oscuridad abso­luta y sus ojos que nunca han visto la luz, son muy delicados. Y en todos los hospitales hay luces deslumbrantes, tubos fluorescentes, y el niño es expuesto a la luz súbitamente... Casi todo el mundo tiene los ojos delicados por este recibimiento. El niño debe nacer en la oscuridad o con una luz muy suave, quizá de velas. La oscuridad sería lo mejor, pero si se necesita un poco de luz, las ve­las servirán. La manera en que reciben al niño es desagradable. Levantan al niño por los pies y le dan una palmada en las nalgas. Detrás de este ritual se esconde la idea de que esto ayudará a respirar al niño porque en el vientre de la madre no estaba respirando por sí mismo; la madre respiraba por él, comía por él, hacía todo por él. No es un buen comienzo que para darte la bienvenida te cuel­guen boca abajo y te den una palmada en las nalgas.
Si no fuera así, el niño empezaría a respirar por su cuenta; habría que dejarlo sobre el vientre de la ma­dre, encima del vientre. Antes de cortar el cordón umbilical se le de­bería dejar encima del vientre. Estaba dentro del seno materno, en el interior; ahora está afuera. No es un cambio demasiado grande. La madre está ahí, la puede tocar, la puede sentir. Conoce su vibra­ción. Es perfectamente consciente de que ésta es su casa. Ha salido fuera pero ésta es su casa. Dejadle estar un poco más con su madre para que se familiarice con ella por fuera; ya la conoce por adentro.
Y no cortes el cordón que le une hasta que empiece a respirar él solo.
Déjale que respire por su cuenta. Sólo le llevará unos minutos. No tengas tanta prisa. Se trata de la vida entera de un hombre o una mujer. Cuando comienza a respirar, adquiere la confianza de que puede vivir por su cuenta. Ahora ya puedes cortar el cor­dón, no sirve de nada; no le producirá ninguna conmoción al niño.
Después, lo más importante es que no le tapes con mantas en la cama. Durante nueve meses estuvo sin mantas, desnudo, sin almohadas, sin sábanas, sin cama. No hagas un cambio tan rápido. Lo que necesita es una pequeña bañera con la misma solución de agua  que había en el vientre de su madre, exactamente agua salada, la misma proporción de com­puestos químicos, exactamente la misma. Si preparas la misma agua en una bañera pequeña, y colocas dentro al niño, se sentirá perfectamente recibido. Esta es la situación con la que está familiarizado. Dale al niño una oportunidad de llegar a un espacio similar al vientre de su madre…cbf

lunes, 31 de octubre de 2011

nacer y morir

Nacer y morir son dos actos humanos. Quienes llevamos en la piel las tradiciones y costumbres familiares generamos una serie de rituales, como los que comparto en este espacio exclusivo para el nacimiento. Sin embargo es irremediable no evocar esto que llamo: "Bienvenida Catrina"


"octubre viste sus campos con zempasuchitl, moco de pavo, nube,  pues vestirán los altares que dan la bienvenida a la muerte"




















"las ollas y las cazuelas ya se venden, a sabiendas que el altar deberá vestirse con todo nuevo"



"devoción y religiosidad es el ingrediente que la inunda del altar"














"la magia y el colorido inundan los preparativos "






"finalmente las ceras se encienden para iluminar el camino que guiara a la muerte hasta el altar"
















Para las almas que han partido... que su descanso sea la luz de sus familias...excelente inicio de semana...cbf

viernes, 28 de octubre de 2011

un nacimiento natural para el niño!!!!


Sin duda la madre puede hacer mucho, pero sólo lo puede ha­cer NO haciendo. Por eso, simplemente relájate. Sólo hay que acor­darse de no interferir, y cuando empieces a sentir dolor, sencilla­mente acompáñalo. Cuando empiezas a sentir los movimientos en el vientre, el cuerpo empieza a prepararse para el nacimiento y hay una pulsación rítmica en tu interior. La gente piensa que esa pul­sación es dolorosa; no es dolorosa; es nuestra interpretación equi­vocada lo que la hace dolorosa. Por eso, cuando aparezcan las contracciones, simplemente acéptalas, flota con ellas. Es como inspirar y espirar, de igual modo el vientre y el canal de nacimiento empiezan a expandirse y a encogerse. Esto es sólo una manera de crear un conducto para el niño. Cuando sientes ese dolor, cuando decides que es dolor, empiezas a luchar en su contra porque es muy difícil no luchar contra el dolor. Cuando empiezas a luchar, empiezas a interferir con el ritmo. Esta interferencia es muy destructiva para el niño. Si la madre simplemente ayuda al niño, si todo lo que le pasa a la madre acompaña al cuerpo ‑se expande con el cuerpo, se encoge con el cuerpo, permite las contracciones y las disfruta‑, es realmente un gran placer. Pero depende de cómo te lo tomes.