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ARECE
que estás demasiado preocupado; estar demasiado preocupado puede ser
peligroso. La idea de hacer feliz a alguien nunca triunfa. Va en contra de las
leyes. Cuando quieres hacer feliz a alguien, le haces infeliz. Porque la
felicidad no es algo que se le pueda dar a otra persona. Como mucho, puedes
crear una situación en la que la felicidad podría florecer o podría no
florecer; no se puede hacer nada más.
Parece
que estás demasiado preocupado por hacerla feliz, y te sientes infeliz porque
fracasas, y si eres infeliz ella será infeliz. Es muy fácil hacer infeliz a
alguien. La infelicidad es muy contagiosa, es como una enfermedad. Si eres infeliz,
todos los que están conectados contigo, relacionados contigo, en especial los
niños, se sentirán muy infelices. Y los niños son muy sensitivos, muy frágiles.
Probablemente
no dirás que eres infeliz, pero eso no cambia nada; los niños son muy intuitivos,
todavía no han perdido su intuición. Todavía tienen algo más profundo que el
intelecto, que siente las cosas inmediatamente.
El
intelecto emplea un tiempo y siempre duda; nunca está seguro. Incluso si eres
infeliz y una persona piensa en ti, nunca podrá estar absolutamente segura de
si eres infeliz o estás fingiendo; quizá sólo sea un hábito o quizá es que tu
cara es así. El intelecto nunca puede llegar a una conclusión que sea absoluta.
Pero
la intuición es absoluta, incondicional, simplemente dice lo que pasa. Los
niños son intuitivos y se relacionan de un modo muy sutil y telepático. No se
fijan en tu aspecto; inmediatamente lo perciben.
Algunas
veces sucede que la madre lo siente un poco más tarde, y el niño lo ha sentido
incluso antes que la madre. La madre podría sentirse infeliz, pero todavía no
se ha dado cuenta. Aún está llegando a su conciencia desde su inconsciente;
pero desde el inconsciente hasta el niño hay un pasaje directo.
Pero
el niño tiene un acceso directo.
Hasta una determinada edad, los niños permanecen muy
arraigados en ti y saben lo que te está pasando.
Relájate
un poco. Déjale que se mezcle con otros niños, déjale que juegue, y deja de
hablar en términos de felicidad o infelicidad.
En
vez de eso, sé feliz. Viéndote feliz, ellos se sentirán felices. La felicidad
no es algo que tengamos que buscar directamente: es un derivado. Los niños se
quedan muy desconcertados cuando les preguntas: «¿Eres feliz?» De hecho, no
saben cómo responder, ¡y yo siento que tienen razón! Cuando le preguntas a un
niño «¿eres feliz?», sencillamente encoge los hombros..., porque ¿qué quieres
decir?
El
niño sólo es feliz cuando no es consciente de ello. Nadie puede ser feliz
cuando es consciente de ello. La felicidad es algo muy sutil, que sólo sucede
cuando estás totalmente inmerso en otra cosa. El niño está jugando y es feliz
porque, en esos momentos, no sabe nada de sí mismo: ¡ha desaparecido! La
felicidad sólo existe cuando has desaparecido. Cuando regresas, la felicidad
desaparece.
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