viernes, 4 de noviembre de 2011

saliendo del vientre

Cuando el niño sale del vientre, es la mayor conmoción de su vida. Ni siquiera la muerte será una conmoción tan grande, porque la muerte llega sin avisar. La muerte le llegará muy probablemen­te cuando esté inconsciente. Pero mientras está saliendo del vien­tre de la madre está consciente. Su largo y hermoso sueño de nue­ve meses se ve interrumpido y entonces le cortas el cordón que le une a la madre.
En el momento en que cortas el cordón que le une a la madre has creado un individuo lleno de miedo.
Esto no es lo adecuado; pero así es como se ha hecho hasta ahora.
Hay que separar al niño de su madre más despacio, más gra­dualmente. No se debería producir esa conmoción, y eso se puede arreglar
En la habitación no debería de haber luces deslumbrantes, por­que el niño ha vivido durante nueve meses en una oscuridad abso­luta y sus ojos que nunca han visto la luz, son muy delicados. Y en todos los hospitales hay luces deslumbrantes, tubos fluorescentes, y el niño es expuesto a la luz súbitamente... Casi todo el mundo tiene los ojos delicados por este recibimiento. El niño debe nacer en la oscuridad o con una luz muy suave, quizá de velas. La oscuridad sería lo mejor, pero si se necesita un poco de luz, las ve­las servirán. La manera en que reciben al niño es desagradable. Levantan al niño por los pies y le dan una palmada en las nalgas. Detrás de este ritual se esconde la idea de que esto ayudará a respirar al niño porque en el vientre de la madre no estaba respirando por sí mismo; la madre respiraba por él, comía por él, hacía todo por él. No es un buen comienzo que para darte la bienvenida te cuel­guen boca abajo y te den una palmada en las nalgas.
Si no fuera así, el niño empezaría a respirar por su cuenta; habría que dejarlo sobre el vientre de la ma­dre, encima del vientre. Antes de cortar el cordón umbilical se le de­bería dejar encima del vientre. Estaba dentro del seno materno, en el interior; ahora está afuera. No es un cambio demasiado grande. La madre está ahí, la puede tocar, la puede sentir. Conoce su vibra­ción. Es perfectamente consciente de que ésta es su casa. Ha salido fuera pero ésta es su casa. Dejadle estar un poco más con su madre para que se familiarice con ella por fuera; ya la conoce por adentro.
Y no cortes el cordón que le une hasta que empiece a respirar él solo.
Déjale que respire por su cuenta. Sólo le llevará unos minutos. No tengas tanta prisa. Se trata de la vida entera de un hombre o una mujer. Cuando comienza a respirar, adquiere la confianza de que puede vivir por su cuenta. Ahora ya puedes cortar el cor­dón, no sirve de nada; no le producirá ninguna conmoción al niño.
Después, lo más importante es que no le tapes con mantas en la cama. Durante nueve meses estuvo sin mantas, desnudo, sin almohadas, sin sábanas, sin cama. No hagas un cambio tan rápido. Lo que necesita es una pequeña bañera con la misma solución de agua  que había en el vientre de su madre, exactamente agua salada, la misma proporción de com­puestos químicos, exactamente la misma. Si preparas la misma agua en una bañera pequeña, y colocas dentro al niño, se sentirá perfectamente recibido. Esta es la situación con la que está familiarizado. Dale al niño una oportunidad de llegar a un espacio similar al vientre de su madre…cbf

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