Los niños gritan porque aprendieron
hacerlo de alguna manera; en casa, la escuela o la familia extensa. Por alguna
razón niñas y niños aprenden a gritar, tal vez no te hayas percatado de ello por
el hecho de que para ti es muy normal gritar en casa y hasta lo concibes
como algo muy natural pero analiza un poco: ¿acaso es una comunicación saludable
el hablarse a gritos? los cánones normales del comunicarse me dicen que no,
pero esa es una situación de urbanidad lo que deseo abordar respecto a los
gritos que das como madre o como padre a los niños sea para que te obedezcan,
reaccionen o te atiendan es una reacción que desde mi entender es una conducta
visceral, reflejo de una desestabilidad emocional, apelas a los gritos para ser
escuchada (o) así se inician los trastornos emocionales tanto en ti como en los
niños, en otras palabras; enferman, enfermedad que si no se atiende se anida en las profundidades del
alma y no se diga del espíritu. Y digo enfermedad porque un niño que es tratado
a gritos temblara, se asustara, te ignorara, te gritara o se pondrá al tú por tú
contigo efecto de la efervescencia iracunda que desencadenaste con los gritos.
Cada que gritas te vales de la ira para corregir, criar, educar y hasta amar a
los niños acaso no es una incoherencia lo que hacemos como padres, según
nuestro entender es en bien de nuestros pequeños. Cuando te decidas a dejar de
gritar con violencia a niños y niñas aliviaras muchas de las enfermedades
emocionales que vas desencadenado en ellos
y tal vez me digas; ¿pero solo así me obedecen? Así que te responderé: –tus
gritos, delatan tu falta de sabiduría y la sabiduría solo la adquieres educando
tus emociones y para educar tus emociones requieres ser inteligente y eres
inteligente cuando eliges tus reacciones. Dejas de gritar en el momento que te
armas de una tremenda voluntad para no hacerlo, conseguirlo te exigirá
poner en acción tremendas tareas personales en bien de tu purificación
emocional, no se logra de la noche a la mañana, ni se deja de gritar porque te
lo prometes se logra cuando te armas de poder espiritual para escucharte como
tratas a tus hijos. Al aceptarte cómo eres generas tus propios cambios y lo más
valioso envías a los niños salud emocional. En lo
personal he perdido los estribos más de una vez e incluso hasta llegue a grita
a mi hijo o he gritado como loca para conseguir lo que quiero en situaciones
adversas pero si hay algo que me ha cambiado es el aferrarme a mi sanación espiritual
así que te aliento a dejar de gritar, delinea tu camino para vivir en
armonía con tus hijos.
martes, 2 de julio de 2019
Pegar a los niños
De niña me pegaban, claro que me
pegaban y no me avergüenzo por decirlo alabo la sinceridad que me habita, no me
asusta mucho menos me incomoda. Así que con todo el rigor de la verdad te
puedo decir que pegar es lo más desdichado que puedes llegar a cometer con un niño o una niña, y digo desdichado no por herir tus sentimientos o
prejuiciarte no, lo digo porque al hacerlo muere en cuestión de instantes tu
integridad frente a tu hijo (a). Si, fallece tu integridad frente a un niño o una niña que espera de ti el mejor trato, la mejor guía, una luz que lo guíe inteligentemente mas no abrasivamente. Tal vez los patrones que heredaste
de tus antepasados te formaron así y no encuentras otra manera de guiar a tus hijos,
quizá en el pasado escuchaste decir que una nalgada bien dada cuando los hijos
no obedecen o no te atienden es para enderezarlos, para educarlos pero
permíteme decirte que una nalgada bien dada es para dejar en niños y niñas tremendas cicatrices emocionales porque en el momento que
laceras su piel con golpes, laceras su corazón y ya no te miraran igual te
verán con miedo, temor o ira, en cuestión de instantes erosionas tu integridad y
la integridad de ellos. Dejar de pegar a niños
y niñas es el camino hacia la
sanación espiritual, es la clave para guiarlos saludablemente no esperes a que
te miren tus hijos con odio o resentimiento para dejar de hacerlo aplica
nuevas formas de guiarlos, nuevas actitudes al enseñarles resolverás cantidad
de problemas en la medida que estés dispuesta a dejar conductas que erosionan
la vida de un niño o una niña.
La mentira
La mentira es un antivalor que me
ha dado cantidad de dolores de cabeza y no porque sea mentirosa o porque sea
una amante de la verdad, no es ni una, ni otra situación es un antivalor que al
final de cuentas propicia profundas fisuras de desconfianza por ello la repelo. Es mi forma de expresar lo
que siento y pienso acerca del mentir. Mentir se aprende desde temprana edad e
incluso uno vive una mentira desde el despertar, si tan solo estuviéramos
despiertos por la lámpara de la conciencia uno resolvería cantidad de
laberintos en los que uno se aventura a ojos cerrados debido a la mentira,
ahora imagina lo que sucede con los niños cuando aprenden a mentir, en especial
los escolares que se valen de cuantiosas mentiras como el decirte que no les
dejaron tarea porque no fue la maestra o que llegaron tarde porque no pasaron
por ellos o que no quieren ir a la escuela porque se sienten enfermos numerosas
mentiras aprenden a decir niños y niñas con tal de conseguir sus fines y
si te atreves a enfrentarlos o desenmascarar la mentira es como incentivarla
porque contribuyes con ellos a crear nuevas formas de mentir. Pero no es
momento para prejuiciar a los niños es momento para reflexionar; ¿cómo parar la
mentira en ellos? Inicia por sincerarte contigo; ¿induces la mentira en casa para
no dañarlos? pues permíteme decirte que valerte de mentiras blancas es valerte
de tretas que llevan a tu hijo o hija a aprender a mentir así que en
lugar de protegerlos agravas su conducta. La crudeza de mi declaración se finca
en los hechos, tan solo reflexiona cuantas veces has mentido, analiza cuantas
veces mentiste para lograr tu cometido con ellos, cuantas veces les ocultaste
algo en aras de su bienestar que al final de cuentas se convirtió en malestar.
Toda reflexión bien hecha acerca del mentir desnuda tu realidad y detiene la
mentira, así de simple es cerrarle el paso a tan agobiante antivalor. En lo
personal cuando he mentido, la vida me ha cobrado la cuota en cuestión de
instantes por ello me aferro a comulgar con la verdad, porque la experiencia me
dicta lo doloroso que es cuando te descubren mintiendo, sé lo que digo y por
ello repelo la mentira. Si mientes, tus hijos mentirán o quizás tus hijos
mienten y tú no, cuando eso sucede los niños son tan inteligentes que el solo
hecho de saberse descubiertos de sus mentiras, se avergüenzan de ellas y se esfuerzan
por no replicarlas, no hace falta decirles que están mintiendo tu sola actitud
de descontento al escucharles mentir es suficiente para no replicarla. Así que no
mientas a los niños, no necesitas esforzarte tanto solo sincérate y ve por tu integridad para ser honesta con tu
familia.
Hablar con los niños
Hablar es todo un arte, un arte que
denota lo que habita en tu interior, no lo digo a la ligera, lo sé por
convicción propia, de hecho una de mis tareas espirituales hoy en día es
perfeccionar el arte de hablar. Y no aludo al hablar bien, correctamente, en
términos gramaticales, de vocabulario o palabras pomposas a ello no me refiero,
aludo al hablar conscientemente, así sea una simple palabra para decir a niños y niños al ser enviada con plena conciencia la envías diferente, cambias abismalmente el mensaje que quieres
decir. Dista enormemente el hablar abrupta,
inconsciente o reactivamente a hablar conscientemente en especial cuando se
pierden los estribos. Si revisas mis inicios en este canal encontraras a Consuelo que habla atropellado, altisonante
y hasta repetitiva y aunque ello no viene al caso respecto al cómo hablar con niños y niñas deseo compartirte que es posible hablar conscientemente, sé
que no es fácil estar consciente de lo que decimos, se precisa de una tremenda
voluntad, pero permíteme decirte que en el momento que te aferras a la voluntad
la conciencia es tuya. Si en casa hablas con tus hijos con un lenguaje que
llega a ser altisonante por estar acostumbrada
(o) pues permíteme decirte que te daña a ti y a tus hijos. Y no es una cuestión
de mojigatería, el punto es que cuando el lenguaje hacia los niños sale altisonante
e hiriente sale cargado de ira ahí reside el problema, en la violencia que se
vierte inconscientemente en niños y niñas. Quizá el argumento para valerse
de un lenguaje agresivo se base en pensar que es por el bien de ellos, porque
solo así te entienden y atienden pero yo me pregunto; ¿porque no somos capaces
de activar nuestra conciencia a la hora de hablar con los niños? me queda claro
que al estar consciente cuando hablas con ellos en automático tomas control de
ti y obviamente que al estar controlada (o) tus reacciones resultan ser más
inteligentes y sabias. Pero no, no lo hacemos porque no nos gusta esforzarnos
en sentirnos, en pensar diferente, en crear vetas de reacciones saludables nos prendamos
de lo más fácil; la reactividad, la impulsividad, nos arrojamos hablar
inconscientemente, no nos damos unos segundos para auto controlarnos. Soy una
mujer altamente vulnerable y estallo por cualquier situación, pero a raíz de un
trabajo espiritual que vengo realizando he generado mis propios cambios por
ello te aliento a ser diferente al hablar con tus hijos. No es fácil estar conscientes
del cómo hablamos a los niños, de hecho es la tarea espiritual más ardua y
difícil a emprender pero cuando uno se decide hacerlo la satisfacción y la
salud emocional se apropia de uno y de la familia, se goza de un clima hogareño
de serenidad.
domingo, 30 de junio de 2019
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