Los niños gritan porque aprendieron
hacerlo de alguna manera; en casa, la escuela o la familia extensa. Por alguna
razón niñas y niños aprenden a gritar, tal vez no te hayas percatado de ello por
el hecho de que para ti es muy normal gritar en casa y hasta lo concibes
como algo muy natural pero analiza un poco: ¿acaso es una comunicación saludable
el hablarse a gritos? los cánones normales del comunicarse me dicen que no,
pero esa es una situación de urbanidad lo que deseo abordar respecto a los
gritos que das como madre o como padre a los niños sea para que te obedezcan,
reaccionen o te atiendan es una reacción que desde mi entender es una conducta
visceral, reflejo de una desestabilidad emocional, apelas a los gritos para ser
escuchada (o) así se inician los trastornos emocionales tanto en ti como en los
niños, en otras palabras; enferman, enfermedad que si no se atiende se anida en las profundidades del
alma y no se diga del espíritu. Y digo enfermedad porque un niño que es tratado
a gritos temblara, se asustara, te ignorara, te gritara o se pondrá al tú por tú
contigo efecto de la efervescencia iracunda que desencadenaste con los gritos.
Cada que gritas te vales de la ira para corregir, criar, educar y hasta amar a
los niños acaso no es una incoherencia lo que hacemos como padres, según
nuestro entender es en bien de nuestros pequeños. Cuando te decidas a dejar de
gritar con violencia a niños y niñas aliviaras muchas de las enfermedades
emocionales que vas desencadenado en ellos
y tal vez me digas; ¿pero solo así me obedecen? Así que te responderé: –tus
gritos, delatan tu falta de sabiduría y la sabiduría solo la adquieres educando
tus emociones y para educar tus emociones requieres ser inteligente y eres
inteligente cuando eliges tus reacciones. Dejas de gritar en el momento que te
armas de una tremenda voluntad para no hacerlo, conseguirlo te exigirá
poner en acción tremendas tareas personales en bien de tu purificación
emocional, no se logra de la noche a la mañana, ni se deja de gritar porque te
lo prometes se logra cuando te armas de poder espiritual para escucharte como
tratas a tus hijos. Al aceptarte cómo eres generas tus propios cambios y lo más
valioso envías a los niños salud emocional. En lo
personal he perdido los estribos más de una vez e incluso hasta llegue a grita
a mi hijo o he gritado como loca para conseguir lo que quiero en situaciones
adversas pero si hay algo que me ha cambiado es el aferrarme a mi sanación espiritual
así que te aliento a dejar de gritar, delinea tu camino para vivir en
armonía con tus hijos.
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