La inteligencia
no es una vaga cualidad que las personas poseen en mayor o menor cantidad. La
inteligencia es una forma de comportamiento que se refleja en la adaptación del
niño puesto que la misma se logra mediante la interacción de procesos duales
llamados asimilación y acomodación. La inteligencia es definida en términos de
dichos procesos gemelos. Veamos como sucede esto en el niño. Supongamos que a
los 2 años le dices al pequeñito; - no derrame la leche del vaso- el niño de
inmediato reaccionara tratando de seguir tus indicaciones. Por un lado conoce el vaso y tiene control de
sus manitas, hasta aquí, el niño ha asimilado una parte de la indicación. Pero sigamos con el resto de la indicación. Aun con la recomendación que has hecho, el pequeño termina derramando la
leche, ¿porque sucede esto? Si le advertiste que no tirara la leche. Veamos que sucedió; el niño no ha comprendido la totalidad de la indicación, la palabra derramar o tirar la leche aún no se ha acomodado, es
decir aún no se ha configurado como esquema en la mente del
niño, aun no comprende el termino. Y esto se debe a que requiere madurez por un lado y experiencias
por otro para acomodar los términos que le estas demandando. Tu tiene
perfectamente concebida la palabra derramar, controlas todos tus movimientos,
sabes hacer cálculos con infinidad de recipientes al tomar líquidos, calculas
la cantidad de líquido que llevaras a tu boca entonces difícilmente derramaras
la leche. En el niño no sucede lo mismo. El niño se inicia en primera instancia
a asimilar, es decir a familiarizarse con los artículos para tomar la leche, pero aun no acomoda el resto de las habilidades, aun no hace cálculos
exactos para tomar líquidos, no está familiarizado con volúmenes en concreto no ha acomodado el total de
la instrucción por lo tanto se le dificultara responder como se lo haz pedido y termina
tirando la leche. Requerirá de madurez y estimulación para que su cerebro logre
un equilibrio entre asimilar y acomodar entonces un esquema más sucede y la
inteligencia se fortalece.
lunes, 4 de agosto de 2014
lunes, 28 de julio de 2014
Elementos del lenguaje
Con el tiempo el niño aprende a hablar. Y el aprendizaje por el que deberá atravesar
es increíblemente complejo, así que te digo; que no te invadas de impaciencia para urgir a tu pequeño a adquirir el
lenguaje. Para empezar, ¿qué es el lenguaje? Como lo he referido en otros
escritos, el lenguaje implica el uso de sonidos arbitrarios, de referencias
aceptadas, y que pueden ordenarse de diferentes maneras para expresar distintos
significados. Esta definición es la clave para analizar los elementos dellenguaje.
La unidad más simple del lenguaje es el fonema: un solo sonido, tal como el
representado por una vocal (a) o una consonante (c). Los fonemas pueden combinarse
para formar los morfemas que son las unidades del significado del lenguaje
(mama). Para poder formar morfemas el niño tiene que aprender, primero, a
pronunciar los fonemas. Más aun, no basta simplemente con hacer el sonido, ya
que debe ser capaz de hacerlo cuando quiere (si el niño pudiera hablar desde el
primer momento en que puede pronunciar todos los sonidos requeridos por
cualquier idioma entonces, el curso de la adquisición del lenguaje tendría que
volver a ser revisada) Aparte de la capacidad de pronunciar palabras (morfemas
simples y combinaciones de morfemas), el niño debe también adquirir la
capacidad combinarlas en unidades. Es un gran adelanto, pues hay un mundo de
diferencias entre poder decir “papito”, “mamita”,
“osito” y “mi” y dirigirse con los brazos abiertos a un padre radiante y
decirle “mi mamita”, “mi papito”. Para organizar palabras en unidades ocasionales
significativas, se requiere de un conocimiento intuitivo de la sintaxis –la gramática
del lenguaje– es decir el conjunto de reglas implícitas o explicitas que rigen
las combinaciones de las palabras que serán correctas y tendrán sentido para
los que hablan ese idioma. A medida que el niño practica y domina los fonemas,
los morfemas y la sintaxis, tiene también que practicar la prosodia; es decir debe aprender las formas de expresión,
las emociones, los acentos, las pausas y todas las sutiles variaciones que
otorgan sentido diferente a los mismos morfemas. Fonemas, morfemas, sintaxis y
prosodia son los elementos del lenguaje.
Todos nosotros hemos adquirido estos elementos de una manera sorprendentemente
sencilla, efectiva y eficiente, sin tener realmente conciencia de lo que estábamos
haciendo.
miércoles, 23 de julio de 2014
El juego
Alegría, dicha y un tremendo despliegue de energía nos regala el juego. Dones inmersos en una sola palabra, en un solo acto: el juego
Para el juego no existe país, condición social, clase o raza. El juego inocentemente se refleja mediante las almas del mundo.
El clima solo es parte del juego. Y lo sabe la inocencia a quien no le importa si hace frio o llueve....sabe que la vida es un juego.
No hacen falta exuberantes artículos para jugar. Hacen falta grandes corazones dispuestos a jugar.
Lo grandioso de la vida es arriesgarse a dar saltos cuánticos, sabiendo que todo es un juego.
Cuando miras la vida como un juego... despiertas en el corazón la alegría de vivir.
lunes, 21 de julio de 2014
No etiquetes a un niño
Las etiquetas que
inconscientemente o conscientemente colocamos al niño tienen un efecto
perdurable y nocivo en ellos. Perdurable, porque el niño no podrá erradicarla
de la noche a la mañana, mucho menos olvidarla. Nocivo porque lesiona
profundamente su autoestima, sea que la eleve o sea que la disminuya, ambas
generan daños emocionales. Si elevas su autoestima se convierte en un niño
creído, pretencioso o dominante y te costara erradicarla con el paso del
tiempo. O bien si la etiqueta disminuye su autoestima lo convertirás en un niño
temeroso, huidizo, con miedo o angustia y generar confianza en el requerirá de
un tremendo esfuerzo del niño. Pese al daño que se le ocasiona a los pequeños
con la etiquetas, no dejo de escucharlas,
incluso en los niños más pequeños. Decimos: «Este niño es obediente y este
otro es muy desobediente. Este niño es una delicia y este otro es un problema».
Estás poniendo etiquetas, y recuerda, al hacerlo estás creando muchos
problemas en el niño. En primer lugar porque cuando le pones una etiqueta a
alguien, estás exigiéndole que se comporte de acuerdo con la etiqueta que le
has puesto, el niño empezara a sentir que tiene la obligación de demostrar que
estás en lo cierto. Si el padre dice: «Mi hijo es un problema», el hijo piensa:
«Ahora tengo que demostrar que NO soy un problema, o bien se esforzara por
demostrar que SI es un problema. Por eso el niño causa más problemas para que
el padre pueda decir: «¿Ves? Este niño es un problema».
Tres mujeres estaban hablando jactándose
de sus respectivos hijos. Una dijo: «Mi hijo solo tiene cinco años y escribe
poesía. Son unos poemas tan hermosos que hasta los poetas consumados sentirían
vergüenza».
La segunda dijo: «Eso no es
nada. Mi hijo solo tiene cuatro años y pinta unos cuadros tan modernos, tan
ultramodernos, que ni siquiera Picasso les encontraría ni pies ni cabeza. Y ni
siquiera usa pincel, lo hace todo con las manos. A veces solo lanza la pintura
contra el lienzo y de la nada sale algo precioso. Mi hijo es un impresionista,
es un pintor muy original».
La tercera mujer dijo: «Eso no
es nada. Mi hijo solo tiene tres años y va al psicoanalista él sólito».
Todas las etiquetas son destructivas.
No etiquetes a nadie, mucho menos a un niño. Los seres humanos tendemos a
pensar colectivamente; difícilmente rescatamos nuestras propias ideas. Oyes un
rumor de que alguien es un problema y lo aceptas. Y después se lo pasas a otro,
y lo acepta. Y el rumor se va difundiendo, la etiqueta va adquiriendo mayores
proporciones. Y un día esa persona lleva una etiqueta de « CONFLICTIVA» con
letras mayúsculas, con luces de neón, de manera que ella misma las lee y tiene
que comportarse de acuerdo con esa etiqueta. Toda la sociedad espera que se
comporte de ese modo, de lo contrario, la gente se enfadaría. «¿Qué haces?
¡Eres conflictiva y estás intentando ser buena! ¡Compórtate como es debido!»
A un niño no debemos
etiquetarlo a tan temprana edad, si es bueno o es malo para el estudio. Si es inquieto
o tranquilo, si es inteligentísimo o muy malo para aprender solo estamos
propiciando impresionantes ondas de rumores, hacia una ser, hacia un niño que
con el tiempo llevara una pesada carga a cuestas y en el momento que quiera erradicarlas
quizá ya haya etiquetado también a sus hijos.
Poseemos la suficiente sabiduría
para no etiquetar a un pequeñito, basta respetar sus propias fortalezas y
debilidades, basta mirar que estamos impregnados de aciertos y desaciertos en
esta vida.
viernes, 18 de julio de 2014
La familia
La familia es como una gran maquinaria funcionando de día y de noche. Un
sistema que funciona sobre la base del conocimiento, la realidad y la
intimidad.
Dicho en forma sencilla, tu autoestima, tu comunicación, tus normas y
creencias serán los elementos que constituyan tu sistema familiar.
La comunicación abierta, sincera y humana harán crecer y florecer tu
sistema familiar, hablo de la contribución que cada uno realice al interior del
hogar. Si la salud en las palabras que se dicen en casa riegan los espíritus, los
hijos florecen y la familia se convierte en una gran maquinaria que derrocha energía.
Pero también existe la comunicación que deteriora o lesiona a la familia, es aquella
que aplica reglas inhumanas poniendo en riesgo el crecimiento de sus
integrantes.
Cuando un niño o niña se sabe parte de una familia, se siente segura, en
paz, confiada en concreto se le abren las puertas de la transformación y sucede
lo mismo con todos los miembros de la familia. Porque ahí adentro, en la
intimidad en el hogar se comulga con una comunicación abierta y sincera. Una comunicación
que permite a cada uno florecer, hablar, ser autentico.
Descubrir el papel que uno juega en la familia, en determinado momento, y
comprender los papeles que juegan los demás resulta una experiencia vivificante,
aunque a veces nos resulte molesto. Lo relevante de este descubrimiento es
conocer realmente de que está constituida tu familia. Es decir poseen una autoestima equilibrada que fluye por toda la casa o se respira la devaluación. Se comunican amplia y
sinceramente apelando al valor de la verdad o los antivalores han llegado a tu
hogar para quedarse.
Entender tu sistema familiar es como descorrer la cortina de la verdad. Conocer
el aire que respiras dentro de casa te da la ventaja de conocer tu realidad. Si
conoces de que esta hecho tu sistema, sabrás como nutrirlo o redireccionarlo en el mejor de los casos erradicando aquello que lo hace tambalear y pone en riesgo su crecimiento. Esa gran maquinaria solo
ustedes la conocen y saben cómo estabilizarla para continuar con el viaje que han emprendido.
lunes, 14 de julio de 2014
Padres e hijos confrontados
Es normal que tu hijo se rebele contra ti. Es normal que a veces no
coincida contigo; es normal que no te comprenda, que no lo comprendas. Es
normal porque ustedes son diferentes, seres diferentes y de diferentes edades,
y comprender al otro es, a veces, una tarea imposible...
Y además porque tú, de una u otra manera, aunque declares lo
contrario, le estás imponiendo tu vida, tu educación, tus maneras, tus
límites.
Eso es normal. No puede ser de otra manera. Nace en tu casa, crece en
tu casa, en tu sociedad, y le transmites lo que tienes, tu lenguaje, tu moral,
tus modales. ¿Qué otra cosa podrías transmitirle?
Al comienzo esa transmisión no puede ser sino de facto, sin
democracia, sin parlamento: la niña tiene un año, dos años, tres años, y no
está en condiciones de discutir normas y reglas. Corre todo por tu cuenta. Y
luego cuando crezca será libre para re-visar las normas que recibió de sus
padres, para criticarlas, reemplazarlas o modificarlas.
En todo caso la confrontación requiere un punto de vista, y un punto
de vista ha de ser elaborado, pensado.
Por eso es buena la confrontación: ayuda a pensar. Y pensar ayuda a
vivir.
La gente dice:
—¿Viste qué rebeldes que son los jóvenes
hoy?
Yo les respondo:
—¿Rebeldes? Para ser rebelde hay que oponerse a algo, a alguien, a una
idea, a un límite, a una norma, a una pauta. Los padres permisivos no crían
hijos rebeldes, sino que producen hijos que directamente ignoran a sus padres y
hacen lo que otros les dictan, otros mucho más autoritarios: la sociedad, la
televisión, la propaganda, la moda, los otros chicos.
Si mi hijo se opone a mí por ideas, por otra corriente de pensamiento,
me pone triste por la no coincidencia, pero me pone alegre, feliz, muy feliz,
porque PIENSA.
lunes, 7 de julio de 2014
Ama a tu hijo
Ama a tus hijos, disfruta de su libertad. Déjales que cometan
errores, ayúdales a ver dónde los han cometido. Diles: «No hay nada malo en
cometer errores. Comete todos los que puedas, porque ese es el modo en el que
más aprenderás. Pero no cometas el mismo error una y otra vez, porque eso te
convierte en un fracasado.»
Aprende a vivir con tus hijos momento a momento,
permitiéndoles la libertad posible en pequeñas cosas.
Esa debe ser la norma: los niños deben ser ayudados a escuchar
a sus cuerpos, a escuchar sus propias necesidades. Lo básico para los padres es
vigilar a los niños para que no caigan en una zanja. Los niños son muy
receptivos, y si los respetas están dispuestos a
escucharte, a entenderte; deja que usen su capacidad de comprensión. Al
principio sólo será cuestión de unos años; pronto empezarán a basarse en su propia inteligencia, y tu vigilancia no
será en absoluto necesaria. Pronto podrán andar solos.
La misión de un padre o de una madre es grande porque están
trayendo un nuevo invitado al mundo que no sabe nada, pero que trae con él un
potencial. Y a menos que ese potencial crezca será feliz.
A ningún padre le gusta pensar que sus hijos son infelices; quieren que sean felices. Y ellos sólo serán felices si se convierten en lo
que han venido a convertirse. Sólo pueden convertirse en el potencial de la
semilla que llevan en su interior.
Por eso procura por todos los medios posibles darles libertad, darles oportunidades.
Normalmente, si un niño pide algo escúchalo antes de decirle no. Aprende a
decir al niño si. Cuando un niño escucha decir más si, que no, es un niño que
no vive en un ambiente autoritario.
Aprende a amar a tus hijos equilibrando la balanza del amor,
dosificando la permisibilidad sin caer en el autoritarismo. Siendo inteligente
cuando las rabietas de tus hijos desestabilicen tus sentidos. Inundándolos de seguridad
y confianza al navegar por los ríos de la vida donde se te presentara de todo.
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