No es igual a sus hermanos. No
encaja en la familia, mucho menos en la escuela, nadie lo quiere, y sufre al
igual que sufrimos nosotros. Bajo este contexto la familia se da a la tarea de
definir a un niño o una niña
que se manifiesta demasiado hiperactivo (a) pues constantemente molestan,
pelean o arrebatan a los demás, conductas que desgastan a la familia. Y ante el
primer indicio de desajuste conductual tanto padres, como escuela se dan a la
tarea de definir el problema, de buscar el origen, la causa e incluso hurgan en
el pasado de la familia para descubrir quién es o era así para buscarle parecido al niño, para encontrar
un posible origen. Pero tal búsqueda resulta
fallida pues por más parecido o semejanza que busques para sentirte tranquila
al final de cuentas los niños son únicos e irrepetibles, poseen su propia
personalidad. Y lo delicado de este tipo de averiguaciones es que en la medida que
crece el niño se vuelve el blanco de múltiples definiciones y como el niño o la niña no opinan, se quedan a la expectativa, esperando a saber que
sucederá con ellos en ese lugar al que
llama hogar.
En tanto eso sucede las etiquetas
surgen por doquier…
-No pone el menor interés-
-Podría si quisiera-
-No tiene deseos de ser exitoso-
-Es un irresponsable-
Etiquetas que surgen como producto de la
desesperación o la búsqueda de una solución, pero permítete decirte que ello (hablo
de las etiquetas) solo propicia intoxicaciones emocionales en el niño. Ante tales etiquetas al niño no le
queda más que aceptar lo que se dice de él
o ella. Acepta las etiquetas que le
ponemos a su persona y las hace suyas actuando a la defensiva y lo mismo hacen
tanto sus padres como maestros. Pero decidir quién está en lo correcto y quien
equivocado seria como sustituir una búsqueda auténtica o un esfuerzo que aporte
verdaderos progresos.
Decidimos que el problema se debe a
la falta de comunicación en la familia o que no se le ha dado el tiempo
suficiente e incluso se llega a pensar que el niño se encuentra desatendido. Quizá
los padres salgan en busca de un profesional porque se les ha dicho
que solo mediante tal vía encontraran la tan anhelada solución, ¿pero? y si
no acierta con el profesional que debe acudir…
El niño crece y sus padres se
desesperan cada día, su maestra sigue dando trabajo a los padres, pidiendo solución,
urgiendo. El niño quiere progresar, los padres quieren que lo haga y si así
fuera la maestra se sentiría verdaderamente feliz. Lamentablemente no sucede
porque todos se hayan en perspectivas distintas y justo ese es el problema, es
decir todos opinan. La familia se sumergió en un tobogán de problemas porque se
abrumaron, reaccionaron de inmediato queriendo remediar el problema desde casa
hablando con el niño, tratando de corregirlo, exigiéndole, suplicándole e
incluso prometiendo regalos a cambio de ser diferente pero nada de esto
funciono y no funciono porque justo ese es el problema; las interminables
intervenciones de los padres y no digo que no se haga por
el contrario es lo que se debe hacer solo que mediante intervenciones acertadas. Independientemente del tipo de intervención que decidas permíteme decirte
que no existe vía ideal para solucionar
el problema de inmediato, sea cual sea el problema del niño, existen caminos
inteligentes para atender a tu pequeño, el primero y más efectivo está a tu
alcance, lo tienes en tu hogar, eres Tú y reside en tu actitud, en el cómo veas
el problema. El hecho de querer solucionar el problema desde el niño ya
iniciaste mal y lo agrava tu actitud, porque ni el niño mismo sabe que sucede
con él y pedirle que cambie pues solo torna más compleja la situación. Sera tu inteligencia
serena y confiada quien te de la pauta para buscar al profesional adecuado y no
pienses que el profesional en la materia te dará la solución de inmediato no, él o ella
solo te darán la guía y el resto deberán hacerlo en familia. Deberán hacer un
esfuerzo colectivo para lograr progresos en el niño. El punto de partida es
un diagnóstico, vayas con el profesional que vayas nunca salgas de su consulta
sin llevar en tus manos un diagnóstico, un diagnostico que te diga; la madurez
del niño respecto a su edad cronológica, su desarrollo emocional y su nivel inteligencia.
Son tres aspectos que todo buen
profesional entrega a los padres para iniciar el tratamiento con el niño. Así que ante el mínimo desajuste conductual con tu hijo
o hija pide un
diagnostico y solo tu intuición te
dictara si sigues las indicaciones o continuas con la búsqueda para no agravar la situación del niño.