lunes, 15 de abril de 2013
Terquedad
A
partir de los 24 meses, el niño comienza a percibir el alcance de su libertad
exploratoria y su poder sobre personas y objetos. Y cuando dimensionas activamente
con todos tus sentidos alcanzas a percibir hasta dónde puede llegar el sentido
del dominio y el sentido real de la libertad. O visto desde otro plano
observaras como se gesta la voluntad y el goce ligados al ejercicio de la libertad
cuando insertas en las interacciones cotidianas el respeto y la confianza en el
niño.
Contrario
a ello cuando manipulas una conducta en la interacción sea con un adulto o con
un niño es, intentar mover a voluntad al otro, modificando sus conductas,
expectativas y decisiones para comprobar gozosamente que tienes poder y lo puedes ejercer con alguien que
indudablemente posee una facultad de dominio menor. En este juego, el adulto —o
el niño— es un antagonista, de modo que uno moviliza energía agresiva,
orientada a ponerse en guardia y atacar si el otro da señales de sometimiento o
control. Este juego de poder generalmente se observa durante los primeros cinco años de vida, en la edad
preescolar, cuando el niño se va haciendo consciente de su pequeñez, por una
parte, y de su capacidad pata ejercer dominio sobre alguien con poder, por
otra. Es la llamada "edad de la terquedad".
Cuando
un adulto, seguro de su fuerza, manifiesta una conducta de sorna, o burla hacia el niño haciéndole ver su
pequeñez y su carencia de verdadero poder, entonces el niño se defiende con lo
único que posee; la terquedad. Es una actitud que también despierta en el niño una
intensa agresividad que se moviliza como una energía que se desborda en
conductas de daño. Años más tarde, la edad de la terquedad se reedita en el
púber que siente los intentos de control de un adulto (padre, profesor o de un
hermano mayor). Entonces te preguntaras; porque mi hijo es tan terco? Entonces
te diré: regresa al origen de tu conducta con el pequeño.
Miedo y rabia, son sinónimos de agresión
Desde
los primeros tiempos del hombre en la Tierra, las emociones y los sentimientos
negativos primarios —como la rabia, el miedo, el rencor, la hostilidad, el
resentimiento y el encono— están indisolublemente ligados a la agresividad, una
compleja dimensión emocional orientada a la supervivencia y, probablemente, uno
de los más potentes motores evolutivos biológicos. La agresividad desencadena
comportamientos de daño conocidos como agresión o conducta agresiva. En la
mayoría de los niños y adultos la agresividad es un rasgo normal que se agazapa
la mayor parte del tiempo, cual animal salvaje en su madriguera, silencioso y
latente, sin emerger como conducta a menos que las circunstancias sean
propicias. En una minoría de niños, adolescentes y adultos, la agresividad no
está latente, sino activa y provoca frecuentes conductas de daño inesperadas o
injustificadas. Esto ocurre debido a lesiones o a un mal funcionamiento en
numerosas estructuras cerebrales específicas y cae en el ámbito de los
trastornos emocionales.
Estelar
El deseo de ser feliz simplemente demuestra que no eres
feliz en este momento. El deseo de la felicidad simplemente demuestra que eres
una persona infeliz. Y una persona infeliz proyecta que alguna vez, algún día,
en el futuro será feliz.
Es la proyección de la desdicha, lleva en si las semillas
mismas de la desdicha. Es algo que sale de ti; no puede ser algo distinto de
ti. Hoy eres infeliz. Proyectas que mañana serás feliz, pero ese mañana es solo
una proyección de lo que eres hoy. Eres infeliz: el mañana surgirá de esa
infelicidad y serás aún más infeliz. Y naturalmente, con tanta infelicidad, volverás
a desear más felicidad futura, abras caído en el círculo vicioso de la
infelicidad.
La felicidad no solo es posible, sino que ya se ha dado. La
tienes delante de ti, la respiras y no te das cuenta porque sigues mirando
hacia los lados o buscándola en otros.
La felicidad esta donde tú estas, dondequiera que estés, ahí
está la felicidad. La felicidad no es algo que haya que buscar, es la materia
misma del universo y tú eres materia del
universal, eres estelar…eres estelar!
jueves, 11 de abril de 2013
Pies desnudos
Solo se trata de desnudar los pies del niño e invitarlo a
saltar sobre un colchón con los pies desnudos, dirigiendo tú los saltos como;
salta despacito, mas despacito, mas despacito, rápido, rápido, lento, alto,
etc. Cuidándolo en todo momento para que no caiga de la cama. Una actividad tan
simple estimula equilibrio, atención, coordinación motriz fina, velocidades, noción
de espacio para no caer, seguir instrucciones, sin olvidar los aspectos
afectivos que se están detonando en tu pequeño.
Un túnel con grandes sillas
Construye para tu pequeño un túnel con sillas. Tal vez lo
escuches incongruente y hasta raro, sin embargo te aseguro que contribuirás con
el de manera afectiva y lúdica. Sola forma unas cuantas sillas horizontalmente
o verticalmente para hacer un túnel del tamaño que desees. Tiende algunas
sabanas sobre ellas, para cubrir las patas de las sillas y ahora solo invita al
pequeñito a pasar a través de ellas.
Claro que será atrevido y hasta retador para el niño, sin
embargo te aseguro que los esfuerzos que realice tu pequeñito por salvar cada
uno de los travesaños de las sillas fortalecerán sus grandes músculos. Y si tú
te encuentras al otro lado del túnel animándolo a avanzar estarás creando un
clima de confianza y cariño.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)





