lunes, 18 de marzo de 2013

El juego


El juego es considerado como el eje medular para el desarrollo de la inteligencia en el niño. El juego interviene en el desarrollo de los procesos mentales superiores del ser humano como  el pensamiento, la afectividad y la solución de problemas. El juego a temprana edad confirma en el niño procesos como la creatividad y el desarrollo de la imaginación. En una primera instancia el juego aporta al niño el placer funcional, como el acto de chupar algo, esto le da seguridad y lo tranquiliza. En otro sentido, muchos juegos de los niños no aportan placer por sí mismos, sino por sus resultados. 
El juego permite al niño poner de nuevo en escena aquello que ha ocurrido, de tal forma que los sucesos de tiempo y circunstancias que vive cotidianamente se reacomoden de acuerdo al nivel de comprensión del niño. El proceso del juego es un camino que corre en dos sentidos: por un lado le permite al niño hacer suyo todo lo visto, escuchado y sentido agrupándolo de la manera que mejor le conviene y por otra parte le brinda la oportunidad de re-visualizar aquello que recibió a primera vista, es decir volver a oír lo ya oído encontrando relaciones inimaginadas.

            

Confiado y alegre


Asustado, tímido y cabizbajo era la actitud de un adolescente que se presentaba ante Consuelo. Había llegado hasta el consultorio llevado por mama para ser tratado por bullyng. Si, por bullyng. Pero no aquel bullyng donde él es el agredido. De ese bullyng no hablo, hablo del bullyng que él generaba en su escuela.
Así me inicie en uno de tantos trabajos terapéuticos. Transcurrido el tiempo me percate que solo se trataba de un caso de autodefensa por sus pertenencias, no era bullyng, como había sido etiquetado por el adulto, el cual le estaba generando; ira, miedo y autoevaluación.
Sin darnos cuenta la vida de un joven o cualquier persona puede ser etiquetada en un abrir y cerrar de ojos cuando no se tiene la precaución de las palabras que vertimos con cierta ligereza.
Hoy trabajo terapéuticamente con un hermoso joven que dejo de crear bullyng en su escuela, y cada que nos miramos nos abrazamos profundamente esperando ansioso iniciar la sesión para profundizar en sus emociones. Me permite mirarlo, descubrir y saborear cuan grandioso resulta conocer su; rabia, su ira o sus frustraciones en un mundo de adultos.
Descubrió por si solo que la ira; era consecuencia de reprimir el coraje, sobre todo porque no le agradaba compartir sus pertenencias. Cuando al fin descubrió la infinidad de alternativas para canalizar esa ira, acudiendo a sus  de recursos internos sin lesionarse emocionalmente, ni lesionar a otros, su carita se ilumino como diciéndome; “es verdad Chelo”.
Los meses pasaron y hoy ya no es un niño que crea bullyng, hoy es un niño alegre que llega al consultorio para regalarme una profunda sonrisa y un apretadísimo abrazo que me deja sin respiración gracias a la confianza de saber cómo; dar la bienvenida a sus emociones.
Así que hoy digo; he contribuido con un adolescente iniciándolo a conocer sus emociones!

Hombre o Mujer

No hay necesidad de que el hombre se sienta inferior a la mu­jer o viceversa. Toda esa idea surge porque piensas en el hombre y en la mujer como dos especies distintas. Ambos pertenecen a una misma humanidad, y ambos tienen cualidades complementarias. Ambos se necesitan mutuamente, y sólo cuando están juntos están enteros. Las diferencias no son contradicciones. Pueden ayudarse mutuamente y realzarse inmensamente. La mujer que te ama puede realzar tu creatividad, puede inspirarte a alcanzar cimas que nunca has soñado. Y ella  no te pide nada. Sim­plemente quiere tu amor, que es su derecho básico y lo mismo que sucede con el hombre.