viernes, 18 de mayo de 2012

mi hija pregunta...si yo morire


Eso está muy bien en un niño... Todos los niños están interesados en la muerte; es una de las curiosidades más naturales. Pero en lugar de responderles.... porque toda respuesta que le des  será  falsa...
Por eso nunca respondas; sencillamente, di que no lo sabes, que lo sabrás cuando nos muramos. Y haz que esto se convierta en un entendimiento tácito acerca de todas esas cosas para las que no tie­nes una respuesta.
Cuando un niño pregunta algo que tú no conoces, acepta tu ig­norancia. Los padres creen que aceptar que no sabemos será per­judicial, que nuestras imágenes caerán ante los ojos del niño, pero de hecho es justo lo contrario. Más pronto o más tarde se va a enterar de que sus padres son tan ignorantes y tan impotentes como cual­quier otra persona, que van andando a tientas en la oscuridad como cualquier otro, pero lo disimulan, y ese disimulo es muy des­tructivo. Por eso siempre que hay algo que no conozcas, di: «No lo sé; estoy buscando e indagando.»
Y la muerte es una de esas cosas sobre las que no se puede de­cir nada excepto una cosa: que regresamos a casa, que volvemos al mismo lugar de donde hemos venido. Tampoco lo sabemos. Veni­mos de una fuente desconocida y a ella regresamos. La muerte completa el círculo, pero los dos extremos, el principio y el final, están ocultos en el misterio.
Es como si un pájaro entra en una habitación por una ventana, aletea durante unos segundos y escapa por otra al exterior. Noso­tros sólo sabemos del pájaro cuando está en la habitación. No sa­bemos de dónde viene; no sabemos adónde va. Lo único que cono­cemos es ese pequeño lapso de tiempo, ese intervalo, mientras el pájaro estaba en el interior de la habitación.
Y este es el estado del conjunto de la vida. Vemos nacer un niño; el pájaro ha entrado; de dónde, nadie lo sabe. Y entonces un día la persona fallece, el pájaro ha volado. Y la vida sólo sucede entre el nacimiento y la muerte.... un pequeño tránsito.
Haz consciente al niño del misterio. En vez de darle una res­puesta es mejor hacer consciente al niño del misterio que le rodea, de modo que empiece a sentir más asombro, a tener más capaci­dad de maravillarse.
En vez de darle una respuesta categórica, es preferible crear una búsqueda. Ayúdale a ser más curioso, ayúdale a indagar más. En vez de darle la respuesta, haz que el niño haga más preguntas. Será suficiente si el corazón del niño se hace más indagador; eso es lo único que los padres pueden hacer por el niño. Más tarde, el niño o la niña buscarán sus propias respuestas a su manera. Nos ol­vidamos de que la vida permanece desconocida; algo como una equis. La vivimos y a la vez sigue siendo una desconocida. El hom­bre ha progresado mucho en sus conocimientos, cada día se des­cubren muchas cosas; se siguen añadiendo miles de trabajos de in­vestigación al conocimiento humano, se siguen sumando miles de libros. Pero lo fundamental sigue permaneciendo igual. Ante lo fundamental somos humildes e impotentes.
                                ...de modo que ayúdale a sentir el misterio de la vida.        

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