martes, 10 de julio de 2018
lunes, 9 de julio de 2018
lunes, 2 de julio de 2018
miércoles, 27 de junio de 2018
Divorcio Creador
Roberta, de treinta años, no
comunico su divorcio a sus padres hasta tres meses después de que su marido se
había mudado de domicilio: ”lo primero que me pregunto mi padre fue si yo había
hecho todo lo posible para salvar el matrimonio y cuando le conteste
afirmativamente acepto mi decisión. Mi madre confeso su alivio. Aún antes que
yo sabía que las cosas no marchaban bien. Creo que todo se reduce a lo
siguiente: cuando los padres ven sufrir a sus hijos hasta los más conservadores
prefieren el divorcio al dolor continuo. Desde que hable con mis padres, mama y
yo nos hemos vuelto más comunicativas. Si ella hubiera confiado en mí antes y
me hubiera dicho ciertas cosas sobre su propio matrimonio, yo habría estado en
mejor posición para entender el mío. Siempre había creído que la vida conyugal
de mis padres era perfecta, pero ahora resulta que han tenido tantos problemas
como el resto de nosotros. Las mujeres se muestran muy poco dispuestas a
comunicar a sus padres que se han divorciado. En las etapas iniciales del
proceso, sienten que sus padres las culparan de lo sucedido, pero una vez que
han aceptado la contingencia, descubren que sus padres también son personas con
capacidades insospechadas para mostrarse comprensivos.
Vivir solo no es vivir solitario
Aunque la soledad encabeza
frecuentemente la lista de los problemas comunes de los divorciados, su significado profundo tiene muy poco que ver
con el hecho de vivir solo. La soledad es tan común en muchos matrimonios que
dos pueden sentirse tan solitarios como uno. La esposa arriba tendida en la
cama y el marido cabeceando frente al televisor abajo. Lo cual coincide con la
primera hora del siguiente día; la señora en la cocina y el señor en la sala,
marido y mujer que únicamente hablan de asuntos relativos a los hijos. ¿Puede
haber algo más solitario que esta clase de enajenación?
Todos sabemos que se puede estar
solitario entre la multitud, pero en los primeros meses del divorcio todavía
atribuimos nuestros sentimientos de “solitariedad” al hecho de vivir solo. La
solución en esos casos es una agitada vida al trabajo, social o de relaciones
pasajeras cuyo único propósito es el de impedir estar solos con nuestra
soledad. Aunque estas válvulas de escape puedan llenar muchas grietas de la
existencia cotidiana, grietas por la ausencia, no son soluciones para la “solitariedad”
además si se recurre a ella en exceso pueden resultar más destructivas que constructivas. Para superar el agudo
sentimiento de soledad se debe comprender y reponerse del sentimiento de pérdida
y abandono desencadenado por la separación. Al sobrevivir a estos sentimientos
se llega a descubrir que la
supervivencia emocional depende de ti y no de otros.
Quién necesita otra adolescencia
Quienes dejan atrás un mal
matrimonio no quieren una repetición del
pasado. Como consecuencia de la autoconciencia conquistada en el proceso del
duelo, de la ruptura de una relación ahora poseen la experiencia, saben de las complicaciones, descubren que el matrimonio no siempre es pura felicidad. Aliviados de muchas obligaciones agobiantes pueden probar su personalidad
independiente en muchas y muy variadas relaciones con distintas personas. Experimentan la libertad que les impulsa a buscar un rápido substituto de
la mitad ausente, pueden dirigir la mirada en torno suyo en busca del placer
con otras personas por el placer mismo pero no como un primer paso hacia el
segundo matrimonio. Hay una gran diferencia entre esta actitud y la cacería de
maridos y esposas, al divorciarse descubren por primera vez en la vida él y
ella que están en condiciones de experimentar nuevos modos de relacionarse.
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