Quienes dejan atrás un mal
matrimonio no quieren una repetición del
pasado. Como consecuencia de la autoconciencia conquistada en el proceso del
duelo, de la ruptura de una relación ahora poseen la experiencia, saben de las complicaciones, descubren que el matrimonio no siempre es pura felicidad. Aliviados de muchas obligaciones agobiantes pueden probar su personalidad
independiente en muchas y muy variadas relaciones con distintas personas. Experimentan la libertad que les impulsa a buscar un rápido substituto de
la mitad ausente, pueden dirigir la mirada en torno suyo en busca del placer
con otras personas por el placer mismo pero no como un primer paso hacia el
segundo matrimonio. Hay una gran diferencia entre esta actitud y la cacería de
maridos y esposas, al divorciarse descubren por primera vez en la vida él y
ella que están en condiciones de experimentar nuevos modos de relacionarse.
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