martes, 26 de junio de 2018
lunes, 25 de junio de 2018
Leer y escribir
Este video contiene cuatro transmisiones completas del como enseñar a leer y escribir a un niño
miércoles, 20 de junio de 2018
¡No te vayas ¡¡No me dejes!
Es común que él bebe de dieciocho a
veinticuatro meses reaccione ante la incertidumbre de una revolución interna de
sentimientos que por ahora atraviesa. Es una etapa que exige mayor contacto
visual, físico y verbal con sus padres, aunque la demanda de uno de los dos aún
no se encuentre definida. Lo real es que por ahora tu bebe vive en constante
ansiedad porque te le vas, te le pierdes y siente que no regresaras. Y esto
sucede porque aún no concibe porque lo (a) dejas, desconoce la noción del
tiempo, no sabe de separaciones momentáneas. Necesita abrazarse de alguien como
si fuera un puerto seguro hasta que pase la tormenta. Es una metamorfosis que
acarrea cierto grado de incertidumbre, mama ya no parece estar disponible ni es
tan accesible como antes. El pequeño no sabe cuánto puede aumentar la
distancia. No cuenta con las palabras necesarias para expresar su ansiedad por
lo cual opta por seguirte de habitación en habitación para descubrir si lo que está
viviendo no es un acto de desaparición. Dado el panorama por el que atravesara
tu bebe será urgente calmar su ansiedad, calmarla con pequeñas o grandes dosis
de acercamiento para darle confianza y no confundas el acercarte con el
hablarle, se trata de hacerle sentir que ahí estas, que no desapareces. Con
ello no quiero decir que este junto a ti todo el tiempo, quiero decir que en la
medida de lo posible inicies a familiarizarlos con eso que le frustra; tus
desapariciones así que lo recomendable es crear apariciones y desapariciones momentáneas
de ti para iniciarlo en esta faceta, es decir inicia por dejarlo 2 minutos e
incrementa poco a poco el tiempo hasta llegar a 10 o 30 minutos. Si vas a
trabajar familiarízalo con lo que es “trabajar”
no solo le diga que vas al trabajo hazle una llamada desde el trabajo, permite que
te mire por el móvil, llévalo (a) conocer tu trabajo, muéstrale lo que haces,
se trata de que el niño llegue a comprender esa palabra que le quita a su mama
o a su papa; trabajar.
El miedo a los tres años
Por leves que sean las heridas,
ante un accidente que vive un niño (a) de tres años, para él o ella hasta un ligero
rasguño puede estremecer su comodidad emocional. El tres añero desconoce que
las heridas cicatrizan por lo que entra en un apabullante miedo y un
sentimiento de desvalia, nada lo reconforta.
El miedo se hace presente a los tres años y el primer temor es a la
obscuridad a quedarse solo (a) y a cosas que aparecen o hacen ruidos en las
noches. El surgimiento del miedo durante esta etapa se debe a tres
características principales:
- Su necesidad de proteger su frágil sentido de identidad ¡ha descubierto su vulnerabilidad!
- El florecimiento del pensamiento imaginativo es decir; su imaginación cobra un poder fundamental en su vida diaria.
- Su incapacidad de separar la palabra con la causalidad. Aun no percibe la línea entre la realidad y la fantasía.
Todo se le cae, tira, tartamudea o tropieza con las paredes
Durante el cuarto año de vida, los
niños actúan como si cada vez tuvieran menos coordinación. Es clásico que se
tropiecen y se caigan más que antes, que
se les enreden los pies al correr, que tiren todo. A veces pueden comenzar a
tartamudear a repetir varias veces una
palabra y a favorecer o detestar ciertos sonidos. Esta aparente torpeza física
y verbal surge porque el niño está luchando por orquestar pensamiento, lenguaje
y movimiento. Ahora comienza a reunir sus capacidades en un solo evento, es
decir llego el momento de hablar, pensar y actuar. Es tiempo de reorganizar,
integrar y equilibrar un todo y es tan natural que lo padres no lo ven así por
lo que que deberán lidiar con los infortunados accidentes que se les presenten y
las llamadas de atención que reciba de sus padres por cada accidente.
Desafortunadamente es común que los padres reaccionen como si el niño careciera
de facultades, no se percatan que es parte de su desarrollo, se dejan llevar
por la ansiedad o la falta de paciencia tratando de ayudar al niño a resolver
sus problemas, dándoles indicaciones o
reprimiendo sus conductas. Si tan solo supieran que es parte de su desarrollo y
contrario a reprimir o hacer las cosas por ellos les permitieran tener sus propias
experiencias el niño atravesaría fácilmente esta faceta. Es decir si llegas a
escuchar que el niño (a) tartamudea tan solo dale tiempo para pensar, estructurar
sus ideas y dejarlas salir con palabras, dales confianza para que se tomen su
tiempo antes de evocar palabras atropelladas. Con actitudes de este tipo eliminas
la ansiedad en ellos y obvio que el tartamudeo se resuelve e incluso si por una
vez tienes paciencia cuando el pequeño derrama la leche y le provees de
servilletas y otro vaso para servirse nuevamente pues sencillamente colaboras
con él o ella para reforzar sus habilidades y no entorpeces su madurez a medida
que crece.
Robar es malo, respetar es bueno
Durante el quinto año de edad se forma un sentido
elemental de los valores morales. A esta edad los niños a un no manejan el
pensamiento abstracto aquel que definen lo bueno y lo malo de acuerdo con una
relación estrecha con sus acciones y la necesidad de sentirse aprobado. Para
ellos lo bueno es que los padres aprueban y lo malo es a la inversa. Todavía no
pueden aplicar conceptos morales a una amplia gama de situaciones. Por ejemplo un
pequeño de cinco años te dirá que está mal tomar algún objeto de la casa de sus
amigos (a esta edad, el concepto de propiedad está bien establecido) pero no podría
aplicar el principio general de que “robar es malo”. Si se le plantea la
pregunta de porque no debe llevarse algo de la casa de Bobby responderá:
“porque es de Bobby” Tampoco comprenden que ciertas conductas pueden ser aceptables en
algunas ocasiones y reprobables en otras. Confía casi exclusivamente en las
señales que le dan sus padres y otros adultos para hacer distinciones sutiles y
ajustar a ellas su conducta. Por esta razón es primordial que los padres
establezcan reglas y pautas exclusivamente en términos de lo que se
prohíbe y se permite ante determinadas
circunstancias. Entre más hables y expliques a un niño del porque si o
no más se pierde el mensaje en un torrente de palabras, así que evita tanta
explicacion y céntrate en lo concreto.
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