miércoles, 8 de julio de 2015

Actitudes que inhiben la alimentación

Abordar al niño que se niega a comer desde un enfoque conductual, es darte cuenta del porque su negación, lo cual alivia muchos malestares. Cuando descubres tus actitudes al dar de comer al niño, descubres las variables invisibles que se posesionan de ti o del niño lo cual no dejan fluir una  sana alimentación. Dar de comer a un niño desde un enfoque natural demanda partir del hambre o de la necesidad orgánica para nutrir al niño. Es alimentar sanamente a un pequeño que recién se inicia a  probar  múltiples sabores, percibir infinidad de olores o mirar variadas formas y colores a la hora de alimentarse. Si tan solo nos detuviéramos a analizar estos factores descubriríamos que ponemos a merced del estómago del niño un sinfín de alternativas, y está bien pues el niño tiene al alcance una libre elección, al descubrir lo que le agrada o desagrada. Pero muchas veces truncamos esa elección cuando nos olvidamos de la cautela y el respeto por lo que desea comer el niño. Y no deseo que pienses que debes cumplir los caprichos del niño para que coma, no se trata de eso. Como lo dije anteriormente se trata de buscar un equilibrio conductual entre ambos, la comida y las actitudes. Así que te daré algunas pistas para darte cuenta si estas obligando o alimentando al niño.

Recuerdas cuando él bebe recién se iniciaba a alimentar, ya fuera que le dieras pecho o mamila, no tenías que obligarlo, si tenía hambre lo sabias por su llanto.
Primera lección que olvidamos al alimentar a los niños; "ellos nos dicen cuando tienen hambre".

Los alimentos a medida se calculan por edades, raciones e incluso llegamos a pensar que el niño debe comer la cantidad que come un adulto.
Segunda lección; "el niño pondera lo que su estómago apetece"

Los padres se preocupan por balancear la comida de sus hijos, haciendo todo tipo de experimentos, porque dicen que sabe bien, que nutre, que sirve para el cerebro, que va a crecer fuerte y sano. Si el niño es obediente  comerá de todo y crecerá sano y fuerte porque mama lo dice, pero si es rebelde, es un niño que a todo le encuentra peros...es melindroso.
Tercera lección para reflexionar; "con el estómago del niño no se experimenta, cada niño es diferente y come lo que apetece su estómago".

De los 2 a los 6 años o más creamos todo un escenario alrededor del niño para que coma. Acudimos a las recompensas, castigamos, ignoramos hacemos de todo para condicionar la comida del niño.
Cuarta lección; ¿acaso no hace más daño condicionar a un niño, que dejarlo comer lo que apetezca?  

Pero no come nada y estoy desesperada. Expresión de una madre que vive a la sombra del niño vigilándolo si come, no come, que come, como lo come es tal la ansiedad que termina por abrumar a un pequeño estómago. Pero solo es una madre a quien su mente y corazón le exigen alimentar bien al niño.
Quinta lección: "La ansiedad solo nubla la razón e inhibe cualquier apetito infantil"

Y aun con todas estas pistas que te he dado, me preguntaras; pero no come, insisto en que no come.
Quinta lección; no te has detenido a leerme, mucho menos a sentirte, si es verdad o mentira lo que he escrito, continuaras buscando cómo hacer para que el niño coma.
Pero si terminaste esta lectura y cuando llegues a preparar los alimentos para tu hijo si recuerdas hacerlo con toda naturalidad y coman lo que apetezcan sus estómagos, entonces te estaré agradecida por haberme leído.

miércoles, 1 de julio de 2015

La vida en familia

La vida en familia brinda toda clase de experiencias auditivas, visuales y por supuesto emocionales. Algunas traen alegría al corazón, otras penas y hay las que dejan una sensación de vergüenza pero cualquiera que sea el sentimiento que se despierta al interior de la familia si quien lo está viviendo no llega a reconocerlo, sentirlo o compartirlo, si así lo desea, el sentimiento se esconderá y acabara por minar el bienestar no solo de quien lo padece sino de quienes le rodean.
Reflexionemos un momento. ¿Existen temas que no deben ser planteados en familia? me refiero a temas como; tu hijo nació con un síndrome o trastorno del que no se debe hablar mucho menos evidenciarlo, uno de tus familiares  está en la cárcel, tu padre tiene un tic nervioso, tu madre vive en constantes peleas, no se habla del aspecto físico  pues o es muy bajito o es altísimo, obeso o delgadísimo estos y muchos más temas pueden surgir pero lo importante de ellos es darse cuenta como estas naturalidades de la vida se llegan a convertir en algo anormal, no se debe hablar de ello mucho menos expresar cómo se siente, la regla es callarlo, sea cual sea la situación.
Tampoco se trata de hablarlo por hablarlo, a la fuerza o aceptarlo el mensaje reside  en dar naturalidad al tema, es decir abordarlo con el sentimiento que se está viviendo sea de manera intima o compartida. Si abordas el tema de manera intima para no reprimir el sentimiento mira como lo haría yo; -por ser gorda se burlan de mí- la reacción más fácil sería decir; -no hago caso-, pero eso sería ocultarme,  así que de esas burlas tomo una a una y pacientemente primero observo como mi cuerpo crea aberración a otros, luego me centro en sentir lo que  se crea en mí, ahí está la clave. Que se crea en mí; coraje, odio, malestar, llanto pues bien esos son los sentimientos a trabajar. Quizá me preguntes como las trabajas a lo que te respondo; -sintiendo- ahí reside la primera y gran tarea. Sentir para expulsar la enfermedad emocional que siente el cuerpo de tal manera que al paso del tiempo uno no se pone a dieta, mucho menos se oculta o devalúa, uno solo se atreve a expulsar lo que duele a eso llamo hablar de los sentimientos contigo misma. Por otro lado, si lo quieres compartir sea en familia, un profesional o un amigo (a) deberás ser altamente intuitiva para detectar con quien lo hablaras pues corres el riesgo de que te digan que hacer, que no hacer, te den remedios e incluso te dirán; no hagas caso. Hablar de un tema es tan delicado que se debe tener la suficiente confianza para saber a dónde se deposita tu intimidad; en otros o contigo.
Retornando a la vida en familia respecto a lo que se ve o se escucha es común que los sentimientos en familia tiendan a sesgarse es decir solo se debe hablar de lo bueno, correcto, apropiado y relevante pero lo real es que no existen adultos o niños que se comporten siempre de manera correcta, intachable o pulcra. Has observado cuando el niño sale del colegio y lo primero que le preguntas es; ¿te portaste bien? obvio que el niño ya aprendió la norma en familia, decir lo correcto y bueno  así que te dirá; -si mama-  pero tú no sabes si el niño pego, tomo lo que no  era suyo,  se escondió del maestro o mintió acerca de su familia. Lo ideal es ser precavida con lo que preguntas al niño para no orillarlo a mentir pues sin desearlo incentivas la mentira y todo porque en casa solo se debe hablar de lo bueno, lo malo debe ocultarse.
El simple hecho de saber que cualquier situación que se ve o se oye tiene un impacto hacia todos  los miembros de la familia se debe abordar por buena o mala que sea de acuerdo a su complejidad quizá con los niños no profundices pero si tan solo les das una línea de lo que sucede, ellos se calmaran y tendrán la certidumbre de que mama o papa atienden temas difíciles. Al abordar la naturalidad de la vida en familia sea buena o mala los niños aprenden a tratar este tipo temas por muy difíciles que sean e incluso te llegan a decir lo malo que hacen, porque saben que serán escuchados  y lo más valioso; harán limpieza de lo malo que hicieron para no volverlo a replicar.

Sentirse es la clave...


Aceptarse


miércoles, 24 de junio de 2015

Cuidar lo que decimos a un niño es fundamental


Saber a donde llevamos de paseo al niño es vital....


Animismo infantil

A partir de los tres años el niño hace una serie de preguntas simples y fortuitas desde porque se fue papa a trabajar hasta porque el sol se fue a dormir. Preguntas que dejan entrever los clásicos "porque" de un niño y a los cuales respondemos casi en automático. Pero cuando sus preguntas están más enfocadas hacia fenómenos naturales  el niño  siempre espera una respuesta que satisfaga su pensamiento y de no ser así él se responde de manera muy simple como; las nubes avanzan porque van por la lluvia o la noche es negra porque una gran nube negra cubre todo el cielo simples y llanas son sus respuestas dejando así satisfecho su pensamiento. Pero además de estos clásicos "porque" también se presenta el animismo infantil en el niño. Es decir el niño anima todo lo inerte. En otras palabras es una tendencia a concebir las cosas como vivas y dotadas de intenciones, así que para un niño todo objeto que ejerce actividad está vivo y tiene una finalidad por lo que es una alerta para cuidar respuestas o comportamientos que tienes hacia un niño.
El animismo infantil lo puedes observar en la vida cotidiana del niño cuando juega con sus juguetes, hace volar un avión, da vida a un barco para navegar e incluso se pone a correr despavoridamente si se pone una toalla  a los hombros pues le da superpoderes o bien  a sus muñecos les da vida constantemente. 
Sin embargo el animismo no siempre es tan agradable para el niño pues quizá te ha sucedido que cuando es su cumpleaños y llevas a casa un payaso para animar la fiesta de pronto entre invitados, música y rostros el niño al ver el payaso se asusta  o rompe en llanto al mirar un rostro pintado, pelo largo y extravagante, ropas coloridas y enormes zapatos, pues bien el payaso posee vida y el niño encontró este tipo de vida anormal para su pequeña mente por ello el llanto o miedo a los payasos pues no encuentra explicación a tal transformación.
Ahora veamos un caso donde el animismo infantil cobra un giro de ansiedad. Hace tiempo una pareja llevo a su pequeño de dos años al consultorio e iban extremadamente preocupados pues el niño lloraba inconsolablemente cada que salían de paseo y se llegaban a  encontrar con globos de helio, para indagar el origen me di a la tarea de una revisión meticulosa de la actividad cotidiana del niño. La mama me refirió que tiempo atrás  compraron al niño un globo de helio y cuando se dispuso amarrarlo en la manita del niño, él no quería, se negaba, pues lo quería sostener entre sus manos. Así que mama se lo amarro en su pantalón, aun cuando el niño se negara, dandónle todo tipo de explicaciones. Así transcurrió todo su recorrido, con el niño abrazando su globo para que no se le escapara. Al llegar a casa mama le quiso quitar el globo, pero el niño se seguía negando por lo que mama le dijo que lo amarraría a un mueble para que no se fuera, sin embargo el niño seguía negándose, llorando y con ansiedad, hasta que mama le dijo que lo taparían con la sabana para que durmiera con él globo, solo así pudo tranquilizarlo. A partir de entonces cuando el niño ve globos llora y si tiene alguno va por la sabana y lo tapa. 
Un caso que nos deja entrever la actividad mental del niño hacia el globo; le da vida y se queda prendado de él. Además le crea ansiedad el solo hecho de pensar que se le puede ir el globo. Desajustes emocionales que sin desearlo se crearon en un niño a partir de un globo de helio. 
Sin percatarnos pasamos a dañar seriamente las emociones de un niño que atraviesa por el animismo infantil, pues por querer cuidar un globo de helio para que no se escape desestabilizamos considerablemente la salud emocional del pequeño. Un adulto sabe lo que sucede con el globo pero un niño no y lo grave es que desconocemos que una pequeña mente está dando vida a ese objeto por eso el llanto del niño. Lo ideal ante estos casos, es no sumarle más vida a las cosas, como el tapar el globo con la sabana, pues la mente del niño ya le está dando vida al globo y ahora le dará vida a la sabana. Si desde el inicio se hubiese dado el globo al niño como él lo quería, no hubiese pasado tal desajuste. Pensemos que quizá soltaría el globo y se le iría...pero eso no importa, importa la experiencia que vivirá el niño al mirar volar su globo, ademas por si solo descubrirá el efecto de verlo partir  o bien romperá en  llanto al perderle pero si en ese momento le compras otro globo te aseguro que no lo soltara pues ya sabrá lo que sucede o bien te dejara que se lo amarres a la manita.
Saber que a partir de los dos años y hasta los siete años el niño dará vida a todo lo que le rodea te mantendrá alerta de cómo te conduces con los objetos que rodean a tu hijo y sobre todo de tu actitud para no generar terrores o miedo innecesarios al niño.