miércoles, 2 de julio de 2014

Un castillo en casa

Improvisar fuera o dentro de casa una guarida que semeje un castillo para charlar con el niño, sea con sabanas, cobertores, telas, lo que tengas al alcance, sera un excelente motivo que invita al niño a recostarse contigo por unos instantes para imaginar. Imaginar que se encuentran en el castillo de las princesas o del rey y ahí esta sucediendo una hermosa aventura. Solo atrévete a tender las sabanas y simular la guarida para propiciar la comunicación con tu hijo. Un trivial momento que deja al pequeñito hermosos recuerdos de cuando mama le hizo un castillo y platicaron mucho tiempo.

Una orquesta de sonidos

Preparar un escenario para el niño, tendiendo sobre un respaldo cacerolas, sartenes, charolas, escurridores es una fabulosa oportunidad para invitar al niño hacer ruido, generar sonidos, hacer una orquesta de sonidos. Una alternativa que te propongo para estimular en el niño su capacidad auditiva, sensorial, psicomotora y descubrir distintos sonidos.

Disfranzándose

Disfrazar al niño es una excelente motivo para mirarse diferente. Aunado a ello estimulas todo su esquema corporal, al ponerse, quitarse o colocarse diferentes accesorios. Y si no cuentas con un disfraz especifico, si es niño, solo acércale la corbata de papa, una gorra, los zapatos y un saco e invítalo  a disfrazare como papa. Y si es niña acércale una blusa de mama, las zapatillas, las pulseras, los aretes, todo accesorio que creas conveniente sera un excelente motivo para invitarla a disfrazarce como mama. Crearas momentos imborrables en el niño al disfrazarce como mama o papa.
Y una recomendacion muy importante; permite que sea él o ella quien se disfrace por si misma (o) para lograr el objetivo de la estimulación.   

lunes, 30 de junio de 2014

Intimidad

Un niño necesita intimidad porque todo lo que es hermoso cre­ce en su intimidad. Esta es una de las leyes fundamen­tales de la vida. Las raíces crecen bajo tierra; si las sacas de la tie­rra empiezan a morir. Necesitan intimidad, total intimidad. El niño crece en el vientre de la madre en la oscuridad, en soledad. Si sa­cas al niño a la luz antes delante de público morirá. Necesita nueve me­ses de absoluta intimidad. Todo lo que necesita es crecer, necesita in­timidad. Una persona adulta no necesita tanta intimidad porque ya ha crecido, pero un niño necesita mucha intimidad. Los padres se preocupan mucho cuando ven que el niño ha de­saparecido o está solo; inmediatamente se preocupan. Se tienen que mover para que lo puedan vigilar, pero si eres un vigilante  no le permitiras desarrollar su individualidad; al vigilarle lo estarás tapando, interfiriendo en su intimidad. Un niño necesita una enorme intimidad, tanta como sea posible, el máximo de intimidad, de modo que pueda desarrollar su in­dividualidad sin interferencias, sera como darle los cimientos de confianza, confianza que a futuro caminara con el.

No hay nada escrito en Él

Cuando un niño nace es una pizarra vacía, una tabla rasa; no hay nada escrito en él. Esa es su belleza: el espejo no tiene polvo. Puede ver con más claridad. Es una bendición.

No condiciones a un Niño

Los niños no necesitan condicionamientos. Hay que ayudarles a ser ellos mismos, tienen que ser apoyados, alimentados, fortalecidos. Un verdadero padre, una verdadera madre, unos verdaderos padres serán una bendición para el niño. El niño se sentirá inmediatamente ayuda­do por ellos, y esto le servirá para enraizarse en su naturaleza, para afianzarse, para centrarse; de este modo, empezará a amarse a sí mismo y se respetará.
Recuerda, a menos que una persona se ame a sí misma, no po­drá amar a nadie más en el mundo; a menos que un niño se respete a sí mismo, no podrá respetar a nadie más en el mundo. Si no te respetas a ti mismo, ¿cómo vas a respetar al otro? A menos que nazca en tu interior el amor por ti mismo, éste no irradiará a los demás. Primero tendrás que ser una luz para ti mismo, entonces tu luz se extenderá y alcanzará a los demás.

lunes, 23 de junio de 2014

La vida emocional del preescolar

En general la vida emocional del  preescolar sugiere un buen ajuste con él y confianza hacia los demás. No carece de angustias o temores y si estos se presentan son por lo general temporales y concretos. Los truenos y las sirenas despiertan a menudo su temor. La oscuridad y la soledad les provocan temor. Muchos niños en edad preescolar años tienen crisis de temor al pensar que mama o papa lo abandonaran o que nos los encontrara al despertar. Sus sueños pueden ser a menudo placenteros, sin embargo no están exentos de  pesadillas en las cuales los animales terroríficos ocupan un lugar prominente.
Desde el punto de vista psicológico, se sienten a sus anchas en el mundo porque se encuentran cómodos consigo mismos. Algún choque emocional puede hacerle perder el equilibrio, pero tienden a recuperarse rápido. Aun presentan los clásicos berrinches o ataques de nerviosismo.  Les resulta suficiente golpear brevemente con los pies el suelo  y afirmar “no, no quiero”. Respecto a su adaptación con el adulto, sentado a la silla no molesta, ni se muestra inquieto. Se para con aplomo. El preescolar posee una acabada perfección y habilidad en sus movimientos que sugieren  un desarrollo natural y avance hacia la pubertad.
La naturaleza psicológica del preescolar resulta más evidente cuando echamos una mirada al camino evolutivo por el que ha pasado el niño para llegar al estado actual. El desarrollo del preescolar es como un espectro cromático; cada fase, cada color, se identifica mediante gradientes imperceptibles, es decir los siete colores de un espectro son bien distinguibles. De la misma manera los rasgos de madurez de un preescolar se diferencian notoriamente de un lactante o maternal.