lunes, 26 de diciembre de 2011

10 meses a 1 año


Psicomotricidad: gateo
Coloca una colchoneta sobre el piso  y ahora recuesta al bebe boca abajo. Primero deberá estar totalmente en un postura sedente, ahora llama su atención colocándole un cuento al frente para que cambie las hojas el mismo (cuida que sea un cuento corto). En un segundo momento retira el cuento y ahora levanta al bebe colocándolo en cuclillas en la posición de gateo, con la espaldita recta, mantelo así por breves segundos y siéntalo de inmediato. Nuevamente vuelve a repetir el ejercicio. Concluido el ejercicio permite al bebe que se desplace por sí mismo. 

2 y 3 años



Afectivo - social: tiempo de fiestas
Esta temporadas festivas y de visitas familiares son ideales para propiciar en el niño nuevos esquemas de socialización pues lo estará estimulando a contactar con la familia o con gente diferente, lo cual le resulta ampliamente favorable pues aprende nuevas normas o aplica las conocidas. Si el niño se muestra irritable o agresivo a la hora de interactuar, no lo obligue pues aun no está preparado para ello. 

viernes, 23 de diciembre de 2011

rostro original

El rostro original del niño es tan valioso que cualquier problema vale la pena. Es tan valioso que, pagues lo que pagues, sigue siendo barato; no te está costando nada. Y qué alegría el día que te encuen­tras a tu hijo con su rostro original intacto, con la misma belleza que trajo al mundo, la misma inocencia, la misma claridad, la misma ale­gría, jovialidad, la misma vitalidad... ¿Qué más puedes pedir?
Tú no le puedes dar nada al niño, sólo puedes tomar. Sí real­mente quieres hacerle un regalo al niño, éste es el único posible: no interfieras. Arriésgate y deja que el niño se adentre en lo desco­nocido, en lo inexplorado. Es difícil. Un gran temor paraliza a los padres: ¿quién sabe qué le puede pasar al niño?
Respeta a los niños, hazles intrépidos.               
Pero si tú mismo estás lleno de miedo, ¿cómo vas a hacerles in­trépidos?
No les impongas el respeto hacia ti porque eres su padre, su papá, su mamá, esto y aquello.
Cambia esta actitud y mira la transformación que el respeto puede aportar a tus hijos
Si los respetas, te escucharán con más atención. Si los respetas, tratarán de entenderte a ti y a tu mente con más atención. Tienen que hacerlo. Y de ninguna manera les estás imponiendo nada; por eso si al entenderlo sienten que estás en lo cierto y te hacen caso, no perderán su rostro original.
El rostro original no se pierde por actuar de una cierta manera. Se pierde por obligar a los niños en contra de su voluntad.
El amor y el respeto pueden ayudarles dulcemente a entender mejor el mundo, puede ayudarles a estar más alerta, conscientes, atentos, porque la vida es preciosa y es un regalo de la existencia.

jueves, 22 de diciembre de 2011

movimientos


cerrando 2011....e invocando paz universal a las miradas que llegan a este rincón


viernes, 16 de diciembre de 2011

tu cara y la cara del niño

Si miras las caras de los niños cuando llegan, nuevos de la fuen­te misma de la vida, percibirás una cierta presencia que no puede ser nombrada; es innombrable e indefinible.
El niño está vivo. No puedes definir su vitalidad, pero está allí, puedes sentirla. Hay tanta que por más ciego que estés no podrás perdértela. Es fresca. Puedes oler la frescura alrededor del niño. Sin embargo esa fragancia, poco a poco va desapareciendo.
Había llegado con una inmensa fragancia, inconmensurable, indefinible, innombrable. No podrás encontrar algo más profundo que mirar a los ojos a un niño. Los ojos de un niño son un abismo, una claridad, una iluminación. Desafortunadamente la so­ciedad va destruyéndolos, será tan sutil y transparente que ante los ojos de ella será casi imposible percatarse,  pronto sus ojos serán sólo superficiales; de­bido a las capas y capas de condicionamiento o sufrimiento, esa profundidad, esa inmensa profundidad habrá desaparecido mucho antes. Solo quedara el recuerdo su cara original. Voltea mirarte al espejo y pregúntate: acaso: mi cara aun posee esa mirada angelical? 
El niño es consciente pero sin pensamientos. Esa es la cara original del niño.
Una vez ésa también fue tu cara, y a pesar de que la has olvida­do, todavía está ahí en tu interior, esperando ser redescubierta al­gún día. Estoy diciendo redescubierta porque la has descubierto muchas veces en tus vidas pasadas…y una y otra vez la has vuelto a olvidar.
Quizá incluso en esta vida ha habido momentos en los que has estado muy cerca de conocerla, de sentirla, de serla. Pero el mun­do y sus contaminaciones están demasiado presentes en nosotros. Su atracción es muy gran­de, y nos atrae en mil y una direcciones. Te está atrayendo en tantas direcciones que te fragmenta diariamente. Es un milagro cómo la gente sigue arreglándoselas para mantenerse de una pieza. Si no fuera así, una de sus manos iría hacia el norte, la otra iría hacia el sur, su cabeza iría hacia el cielo; todas las partes saldrían volando por todos lados.
Sin duda es un milagro cómo te las arreglas para mantenerte de una pieza. Quizá la presión de todos lados es tanta que tus manos, tus piernas y tu cabeza no pueden volar. Eres presionado por todos lados imantándote a la vida para continuar.
Incluso si por casualidad sucede que te encuentras con tu cara original, no serás capaz de reconocerla, te será totalmente extraña. Quizá te la estés cruzando de vez en cuando, por casualidad, pero ni siquiera le dices «¡Hola!» Es un extraño y quizá, en el fondo, hay un cierto temor corno el que sientes hacia cualquier extraño.
Y cómo podemos salvar el rostro original de nuestros hijos.
No tienes que hacer nada directamente.
Todo lo que hagas directamente será una interferencia.
Tienes que aprender el arte de no hacer.
Es un arte muy difícil. No es algo que tengas que hacer para proteger, o para salvar, el rostro original del niño. Cualquier cosa que hagas distorsionará el rostro original. Tienes que aprender a no hacer; tienes que aprender a mantenerte alejado, fuera del ca­mino del niño. Tienes que ser muy valiente para esto, porque dejar al niño solo es arriesgado. Estoy hablando de la independencia emocional del niño, de ser altamente sensible para observar el carácter de tu hijo para guiar su inteligencia emocional y erradicar los exabruptos emocionales del adulto. Para ello se requiere de una altísima tolerancia, lo cual si la miras como una oportunidad: el rostro del niño, también fue tu rostro, solo déjalo aflorar nuevamente.