No conozco mayor gracia que la de
vivir y convivir con valores, hablo de los valores universales sobre todo aquellos
que se viven entre familia. Y más que detenerme a definir lo que es un valor me
detendré a delinear porque concibo un valor como una “gracia”.
Un valor me eleva, me hace más
humana, equilibra mi sentidos y lo más valioso; toca a las almas con quien
convivo o ellos me contagian de los suyos. Hablo del como un valor traspasa a
la familia se entreteje en los corazones de quienes habitan el nido familiar y
sobre todo fortalece el sentido de vida.
Es valioso hablar de los valores,
como importante es aceptar que existen antivalores aquellos que dañan
corazones. Llegan al hogar como invitados invisibles, pero no llegan por llegar
se gestan, aceptan y hasta toleran por la propia familia por múltiples
situaciones que se viven dentro del hogar. Solo te percatas de ellos cuando ya están
causando severos daños o cuando sientes que algo no anda
bien. Solo cuando percibes que en casa se vive en una atmósfera de penumbra,
conviven almas temerosas, violentas, ansiosas o apretujados en el día a día solo
entonces tomas conciencia de que un antivalor ha invadido tu hogar.
Tanto valores como antivalores son
intangibles y es un hecho que vivir
entre valores es la garantía del vivir
en armonía, en comunión con la familia así que no permitas que un antivalor
cobre vida en tu hogar, si lo permites o lo justificas estarás echando fuera la
garantía de la estabilidad hogareña.
Desde mi punto de vista los valores
más preciados para ser cuidados, respetados y honrados son aquellos que nos
generan burbujas de bienestar y serenidad, aquellos que entretejen cuerdas
inquebrantables de armonía en el hogar como;
La vida. La vida para mi es el
valor más preciado que nos ha sido otorgado y si tu haz dado vida a otro Ser,
hablo de un hijo o hija, pues que mejor que velar por ellos
derramando sobre su pequeño ser valores.
El amor. Sé por experiencia propia
que el amor trasciende valores, va más allá de una virtud, casi puedo afirmar
que es el tesoro más valioso que nos ha sido legado. Cuando derramas amor en el
hogar todo se ilumina dentro de él, lo dice mi corazón. Tristemente el amor es
altamente vulnerado, equivocado o desvirtuado porque se habla en nombre de el
para atraer multitud de antivalores.
El respeto. El respeto para mi es
una virtud que solo tu eriges, cuidas y velas por él. Fluye hacia tus hijos sin
necesidad de exigirlo y del mismo modo retorna a ti.
La verdad. No existe mayor tesoro
que nos haga libres que la verdad, la verdad como valor, aquella que te hace
único en la vida. Y cuando se camina con ella es como caminar sobre una viga
confiado, seguro, sin tambaleo alguno. Y es el legado más grande que se hereda
a los hijos.
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