viernes, 20 de noviembre de 2020

Terrores Nocturnos

Las emociones son el resultado de la facilitación o de la frustración, estado emotivo que se traduce en una actividad del sistema nervioso, glandular y pone en acción todo el sistema muscular. La emoción es tanto mas pura cuanto mas vaga es la intervención de la esfera intelectual. Solo el recién nacido presenta emociones puras, por ejemplo, colera sin objeto. El acto de nacer representa para el niño un trauma (la luz, el aire, el ruido, las maniobras del parto excitan su sistema nervioso). Esta primera noción del mundo tiene más el carácter de emoción que de conocimiento. Las primeras manifestaciones de actividad emocional son el grito, el llanto y el forcejeo más tarde la risa. En cambio, el miedo es una emoción más compleja que el placer (risa) y el dolor (llanto) y se halla ligada al instinto de conservación lo cual es su forma defensiva. Hay dos clases de temor; el causado por ruidos intensos, sacudidas bruscas y el temor producido por el peligro. Cabe afirmar que el miedo en muchos casos se transmite a los niños por contacto y por las personas que viven con él o ella. Una de las fuentes del temor es también la noción de peligro. La mayor parte de los niños se adaptan al ambiente y triunfan a multitud de temores, pero otros conservan durante toda la vida un sentimiento patológico de inseguridad que se manifiesta por timidez cuya raíz se encuentra en el miedo inicial que, al no poder ser socializado y canalizado, es rechazado por la conciencia y se refugia en el subconsciente, dando lugar a manifestaciones de carácter neurótico tales como los terrores nocturnos expresivos de sueños angustiosos. Son la expresión de un estado de ansiedad (inseguridad) de naturaleza neurótica. Los casos mas precoces de terrores nocturnos se han observado durante el primer semestre del segundo año de vida. A partir de aquí aumenta rápidamente la incidencia hasta los dos años o cinco años y medio. Desde este momento empiezan estos terrores a hacerse menos frecuentes alcanzando su mínimo entre los 10 y 15 años. En ocasiones los terrores nocturnos están motivados por un acontecimiento reciente, por ejemplo, el día anterior el niño fue mordido por un perro. Pero generalmente son producto de la actividad del inconsciente que proyecta una endógena vivencia de inseguridad entonces el sueño angustioso, carece de sentido para el que lo tiene y para los demás. Por ejemplo, una niña de 11 años soñó el fin del mundo, otro día soñó al diablo en un carro del que salían llamas. Estos sueños no tenían explicación ni para la niña ni para los familiares. Son terrores endógenos que se explican así; 
En la familia de esa niña la madre sufre de crisis de ansiedad: la hermana mayor padeció graves crisis nerviosas que alivio mediante tratamiento psiquiátrico. El padre abandono el hogar y la madre y la hermana discuten mucho. La pequeña presencia las discusiones las cuales son tan graves que han tenido que intervenir las autoridades. La niña tiene conducta patológica. En la escuela no tiene amigas, no le gusta jugar. Cuando se ve obligada a participar en la clase, piensa que sus compañeras se burlan de ella, se queja de dolores en todo el cuerpo. Es un caso de ansiedad producida por factores ambientales desfavorables. Tal síndrome adopta como manifestación los terrores nocturnos.

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