martes, 23 de junio de 2020

Emociones


Enseñar a un niño a manejar la frustración pasa necesariamente por ponerle límites y hacerle ver las consecuencias de lo que hace. Cuando un padre o una madre no pone límites porque le da pena «frustrar» continuamente a su hijo, es cuando de verdad está perjudicando gravemente al niño. La convivencia es mucho más grata para todos cuando existen unas normas claras.
Todos hemos sentido ansiedad en numerosas ocasiones. La ansiedad nos bloquea y nos impide comportarnos con normalidad los niños la viven aún con mucha mayor intensidad porque no han aprendido a manejarla. El aprendizaje de esta emoción necesita especialmente del apoyo de los padres y las madres. Tenemos que enseñarles a reconocerla, a saber manejarla y, con el tiempo a superarla. Este aprendizaje es muy lento, pero vale la pena insistir, porque en el futuro les será muy útil.


La envidia es una emoción que hemos sentido todos alguna vez. Al igual que en la mayoría de las emociones, no es fácil identificarla porque se juntan muchos sentimientos contradictorios. Además, es frecuente que hacia la persona envidiada se sienta una mezcla de admiración y odio, por la cualidad que ella tiene y tú no tienes, lo cual la hace aún más difícil de manejar. Una labor importante de los padres y las madres es enseñar a identificar las emociones, a ponerlas nombre dotar a los hijos de un vocabulario emocional es imprescindible para que ellos puedan luego reconocerlas.


La autoestima es la columna vertebral sobre la que se mueve nuestra capacidad para tomar decisiones y de aceptar retos. Cuando un niño tiene baja autoestima, no tiene ganas de poner a prueba sus capacidades. Prefiere no arriesgarse porque está convencido de que fracasará. Cuidar y reforzar la autoestima de los hijos debe ser una prioridad de los padres, ya que sobre ella construirán su futuro.


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