Para los escolares la vida es
buena, tan buena que ni siquiera tienen que pensar en ella. Pueden mostrarse
confundidos cuando se les formulan preguntas sobre su estado emocional,
frecuentemente responden que no saben o que no pueden decirlo. A menudo ponen
condiciones en sus frases o incluyen toda una gama de posibilidades como;
bueno, depende o a veces sí, a veces no. La expresión emocional más universal
en los escolares por más raro que parezca es la “ira”. Si se trata de un niño
con mayor dominio descarga su cólera con palabras, pudiendo gritar o abandonar
ruidosamente la habitación en medio de furiosos insultos y patadas en el piso.
Lo cual no les impide mostrar cierto espíritu selectivo con respecto a sus
expresiones de ira, el mismo dice; depende de la persona con quien este enojado, si me enojo con mi
hermana le tiro el sacapuntas o una regla. Y si uno de mis padres me castiga y
yo creo que es injusto me encierro en mi cuarto y me desahogo, en la escuela
hay que aguantarse aunque sea una injusticia al igual que en sus expresiones
de ira o de alegría. Los escolares tienen ataques repentinos de cariño por sus
padres como los abrazos o los besos.
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