Los escolares quieren
definitivamente ser buenos, aunque también quiere ser el o ella. Se muestran
orgullosos de un buen día y les preocupa un día malo. Compadecen a los niños
menores que echan todo a perder portándose mal e instruyen a los hermanos
menores sobre las desventajas de ser malo. Son buenos durante un cierto lapso y
luego imposibles. La idea de bueno y malo comienza a tomar un cariz ligeramente
abstracto. Ya no incluye solamente acciones específicas permitidas o prohibidas
por los padres, sino que implica el comienzo de una noción generalizada de la
bondad y la maldad
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