El hecho de educar a un niño o una niña es ideal para autodescubrirse. Autodescubrir si educas con amor... y no
confundas "educar con amor" con el
tolerar o tener paciencia. Educar con amor es apelar a la empatía y a la
solidaridad. Si educas desde la comprensión, desde el comprender que un niño o una niña no piensan como tú, que recién está adentrándose a eso que se
llama aprender, que recién está
configurando sus estructuras de pensamiento pues estamos hablando de que actúas
con solidaridad hacia él o ella.
Al educar a tus hijos bajo la perspectiva del amor realizas prácticas
constantes para descubrir cómo eres cuando enseñas. Es la vía ideal para descubrir
si educas atendiendo tus capacidades y respetas las capacidades del niño, es la
vía para crear una simbiosis de entendimiento
entre ambos, es mostrar al niño como es adquirir nuevos conocimientos bajo la
magia del amor. Lo mismo sucede al educar las actitudes y comportamientos del
niño, si comprendes que una emoción infantil semeja un apacible o un
feroz volcán en erupción pues estas educando comportamientos infantiles desde
la empatía actúas fortaleciendo un alma infantil y eso hace sentir bien a
cualquier niño o niña. Pero si educas porque lo mandas tú, con reactividad, porque te sentiste ofendida o atropellas los
sentimientos del niño pues permíteme decirte que eso no es educar mucho menos
amar a eso es incinerar tan bello sentimiento; el amor y no solo en el niño, también en ti. Desde mi punto de
vista amar a los hijos al educarlos es sentirlos, guiarlos en actos tan
simples como el lavarse las manos hasta elaborar complejas ecuaciones bajo la
esencia de la comprensión.
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