Un padre o madre que concibe
la disciplina como un medio para que el niño logre autorregular su vida de adulto, es una madre que logro disciplinar valiéndose del amor y a eso le llamo
actuar bajo una reverenda sabiduría e inteligencia. Sabiduría porque actuó
atendiendo y comprendiendo las conductas infantiles del niño. Inteligente
porque es una madre consiente de las conductas agresivas, hostiles, rebeldes y
hasta caprichosas de un niño, sabe que son propias de su edad y en la medida de
lo posible no actúa como el niño tratando de imponerse, ganar o ser agresiva
con ellos por el hecho de ser la autoridad en el hogar. Son padres que saben
emplear la templanza para comunicarse con el niño, con sencillez, claridad y
ecuanimidad. Son padres que justo cuando el pequeño entra en algún tipo de
crisis saben mantenerse a la periferia del estallido emocional. Un padre que
disciplina desde esta perspectiva, sin caer en la desestabilidad emocional, es
un padre o una madre que proyecta sabiduría porque sabe mantenerse emocionalmente
sobrio (a). Es una madre que al pasar el estallido emocional espera a que el
niño se recupere para abordarle inteligentemente y darle unas breves palabras,
no para reclamar su mal comportamiento o advertirle de no volver hacerlo no,
eso no es ser inteligente, eso es controlar una pequeña alma, espera para dar
unas palabras de sabiduría al niño, unas palabras que aclaren sus emociones y calmen su efervescencia a eso le llamo disciplinar con amor y comprensión.
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