A veces uno
piensa que disciplinando a los niños nos ganamos su respeto, pero no es real. Miro
tan bella palabra, disciplina, totalmente distorsionada y empleada para otros
fines. Por un lado concebimos la disciplina como rudeza, fuerza o porque lo
mando yo. Pero la disciplina dista abismalmente de tales actuaciones. La disciplina
es tener a tu lado un discípulo que aprende de ti. Disciplina proviene de discípulo,
tú eres su maestro. Disciplina no es un acto de sumisión. Disciplina y respeto
son como fuentes de energía que comulgan virtuosamente. Y efectivamente un niño sabrá respetarte, si se sabe tu discípulo.
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