Hay que inventar la muñeca. Como inventábamos la famosa pelota de
trapo. Y más inventábamos: se pelaba una naranja en cuatro cuartos, y con un
cuarto de cáscara se la enrollaba y se jugaba a la pelota que, claro está, iba
del pie de uno a la mano del otro.
Eso se llama jugar. Lo demás se llama usar juguetes y termina siendo
aburrido.
Por eso gritan tanto los chicos:
—Estoy aburrido, mamá, estoy aburrido...
¿Cómo puede estar aburrido un niño? Es el único que no puede
aburrirse. Porque su mundo interior es tan rico, tan intenso, tan lleno de
posibilidades que está constantemente creando realidades, modificándolas,
viajando en ellas, escalando montañas, persiguiendo indios...
El tema es este:
—¿Qué lugar deja el actual mundo exterior al mundo interior?
—¿Qué espacios dan los padres a los hijos para que éstos desarrollen
juegos de libre inventiva, absteniéndose de invadirlos con juguetes
manufacturados?
—En fin, ¿cuándo volverán los niños a respirar con sus propios
pulmones?
a imaginar, crear, dar rienda suelta a su inventiva.
Jaime Barilko
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