lunes, 7 de octubre de 2013

Hay que invertarlo todo

Hay que inventar la muñeca. Como inventábamos la famosa pelota de trapo. Y más inventábamos: se pelaba una naranja en cuatro cuartos, y con un cuarto de cáscara se la enrollaba y se jugaba a la pelota que, claro está, iba del pie de uno a la mano del otro.
Eso se llama jugar. Lo demás se llama usar juguetes y termina siendo aburrido.
Por eso gritan tanto los chicos:
—Estoy aburrido, mamá, estoy aburrido...
¿Cómo puede estar aburrido un niño? Es el único que no puede aburrirse. Porque su mundo interior es tan rico, tan intenso, tan lleno de posibilidades que está constante­mente creando realidades, modificándolas, viajando en ellas, escalando montañas, persiguiendo indios...
El tema es este:
—¿Qué lugar deja el actual mundo exterior al mundo interior?
—¿Qué espacios dan los padres a los hijos para que éstos desarrollen juegos de libre inventiva, absteniéndose de invadirlos con juguetes manufacturados?
—En fin, ¿cuándo volverán los niños a respirar con sus propios pulmones?

a imaginar, crear, dar rienda suelta a su inventiva.
Jaime Barilko

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