Los sentimientos de éxito o de
fracaso generan en el niño una
facilitación o una inhibición en su aprendizaje. Es decir la inteligencia del
pequeño posee una estructura de operaciones cognitivas que no se modifican, se
van reacomodando y madurando en la mente del pequeño. SI el niño está
aprendiendo la noción de número, el niño cometerá errores, pero no inventará
nuevos números, quizás si es un genio. Bajo este ejemplo hago alusión a un
aprendizaje bajo esquemas existentes
donde irremediablemente la afectividad juega un papel determinante en el
aprendizaje. La afectividad siempre estará
adherida a los momentos de aprendizaje y opera constantemente, en tanto el niño
explora, indaga o comete errores, aun cuando se estén presentando conceptos
complejos. Con ello te digo que la afectividad
y la inteligencia son indisociables en el comportamiento del niño, pero de
naturaleza diferente.
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