La
inteligencia es la fuente de toda religiosidad y moralidad, y los niños son más
inteligentes que tú. Aprende de ellos en lugar de tratar de enseñarles. Obsérvales, fíjate en su autenticidad,
fíjate en su espontaneidad, fíjate cómo están en guardia, fíjate cuán alertas
están, llenos de vida y alegría, de buen humor, llenos de maravilla y asombro.
La
religión surge de la maravilla y el asombro. Si te puedes maravillar, si te
puedes asombrar, eres religioso. Cuando ves el cielo lleno de estrellas,
¿sientes cómo te baila el corazón? ¿Puedes ver cómo surge una canción en tu
ser? ¿Te sientes en comunión con las estrellas? Entonces eres religioso.
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