La afectividad y la inteligencia del niño definitivamente se
encuentran íntimamente relacionadas, ambas son la fuente de la vida misma, y:
lejos de opacar, etiquetar, señalar,
devaluar o hasta agredir para obligar al niño a aprender...te invito a
convertir todo acto de aprendizaje en un placer, en un disfrute, una renovación voluntaria,
acompañando de cerca al niño, empatizando con sus maravillosos descubrimientos. Si el camino está impregnado de tu empatía y
cariño, entonces el niño podrá pisar con
seguridad y confianza…estará listo para absorber todo lo que el mundo le
depara….
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