Pon una música suave, aquella que te mueva y conmueva
profundamente, evita la música de desesperanzas, llanto, tristeza o altamente
estruendosa. Esa no nos sirve por ahora. Elije aquella que ya tienes
perfectamente identificada y que toca a tu corazón. Por ejemplo, Yo danzo cuando escucho; concierto no.21 en c mayor para piano de Mozart.
Una vez que ya elegiste tu música, ahora colócate de pie y
abraza al bebecito al nivel de tu pecho, pon la música y balancéate
rítmicamente con la música. Lleva a tu bebe a sentir la música, a escucharla, a
vibrar con ella, como perdiéndose en una
hermosa danza. Disuélvanse entre ritmos,
pausas y sonidos. Obséquiense solo unos minutos, siendo uno nuevamente, como evocándose
cuando estaba en el vientre. Sin palabra alguna, solo el amor tocara a sus
corazones, dos almas estarán bailando al ritmo de lo que dios puso a nuestro
alcance: la música
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