A partir de los cuatro añitos el
niño representa una interesante combinación de independencia y sociabilidad. Su
confianza en sí mismo y en los hábitos personales, su seguridad en las
afirmaciones, cierto espíritu de sargento y su enfático dogmatismo, contribuyen
a hacerlo parecer más firme e independiente que un niño de tres añitos.
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