martes, 9 de abril de 2019

Fases del sueño


La media del sueño durante la primera semana del bebe es de diecinueve horas, que posteriormente disminuye y al cumplir el año oscilara alrededor de trece horas. El ritmo del sueño infantil es polifásico (siestas de veinte minutos cada cuatro horas) durante las primeras semanas se produce en cortas fases de una a dos horas repartidas casi por igual entre el día y la noche. Progresivamente van alargándose las fases del sueño hasta ser fases de mayor amplitud.  A partir de la segunda semana él bebe duerme dos o tres horas seguidas; a las cuatro semanas cinco o seis horas seguidas; a los seis meses de siete a ocho horas y al año diez horas. Conforme se va ampliando el tiempo del sueño se va desequilibrando la balanza entre día y noche, con una gran diferencia desde los primeros meses del sueño nocturno frente al diurno, la profundidad del sueño es variable. Durante los primeros meses el adormecimiento va muy unido a la sensación de hartura y el despertar a la sensación de hambre. Pero llega el momento en que no se produce el despertar por una necesidad poco a poco cambia por un despertar selector.

El sueño entre tres meses y un año


Entre los tres meses y un año el sueño es más profundo que durante el primer trimestre, el niño está más activo mientras está despierto; el dormirse después de comer es menos frecuente y a veces es más difícil por la noche; el despertar depende menos del  hambre y mientras permanece despierto su movilidad es constante, busca satisfacciones afectivas y explora constantemente el entorno que le rodea.

El sueño de dos



En el segundo año el niño manifestara una repugnancia por el sueño y se despertara durante la noche; podrá tornarse exigente con su madre y soportar con dificultad la separación que supone el sueño, despertando y llorando en espera del retorno de la madre. En este periodo aparecen las primeras muestras de ansiedad y pueden producirse alteraciones al dormirse. En el segundo año es cuando aparecen los ritos de la hora de dormir; arrullarlos, leerles, calmarlos, cantarles, ponerles música suave, cobijarlos. Las alteraciones del sueño que se presentan durante el segundo año dependen del desarrollo del niño y especialmente de su capacidad de percepción, de la relación con el entorno que le rodea y de su capacidad de dominar la ansiedad.

El sueño entre tres y cinco


Entre los tres y los cinco años el sueño esta mejor organizado en general pero todavía es frecuente que a niños y niñas les cueste dormirse rápidamente como lo pide mamá o papá. Aunque el sueño esta mejor organizado aun se despiertan por la noche, sus sueños les resultan inexplicables y hasta difíciles de explicar lo cual les provoca ansiedad. Hacia los cuatro años poco a poco se niegan hacer la siesta lo cual es muy normal en ellos.

El sueño entre cinco y siete


Entre los cinco y los siete años los niños empiezan a contar sus sueños, a esta edad suelen tener pesadillas, se levantan sobresaltados, sus terrores nocturnos llegan agravarse pero con una buena dosis de cobijo emocional se calman rápidamente.

El sueño de siete



A partir de los siete años el sueño depende cada vez más del entorno que rodea a niños y niñas. De ahí que si el niño vive sobresaltos emocionales, situaciones inexplicables y hasta difíciles de comprender lo rememoraran durante sus sueños surgiendo los terrores nocturnos o las pesadillas.