Entre los tres meses y un año el sueño es más profundo que durante
el primer trimestre, el niño está más activo mientras está
despierto; el dormirse después de comer es menos frecuente y a veces es más
difícil por la noche; el despertar depende menos del hambre y mientras permanece despierto su movilidad es constante, busca satisfacciones afectivas y explora constantemente el entorno que le rodea.
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