La media del sueño durante la
primera semana del bebe es de diecinueve horas, que posteriormente disminuye y al cumplir el año oscilara alrededor de trece horas. El ritmo del sueño
infantil es polifásico (siestas de veinte minutos cada cuatro horas) durante
las primeras semanas se produce en cortas fases de una a dos horas repartidas
casi por igual entre el día y la noche. Progresivamente van alargándose las
fases del sueño hasta ser fases de mayor amplitud. A partir de la segunda semana él bebe duerme
dos o tres horas seguidas; a las cuatro semanas cinco o seis horas seguidas; a
los seis meses de siete a ocho horas y al año diez horas. Conforme se va
ampliando el tiempo del sueño se va desequilibrando la balanza entre día y
noche, con una gran diferencia desde los primeros meses del sueño nocturno
frente al diurno, la profundidad del sueño es variable. Durante los primeros meses
el adormecimiento va muy unido a la sensación de hartura y el despertar a la
sensación de hambre. Pero llega el momento en que no se produce el despertar
por una necesidad poco a poco cambia por un despertar selector.
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