miércoles, 10 de agosto de 2016
miércoles, 3 de agosto de 2016
Valores en la Familia
No conozco mayor gracia que la de
vivir y convivir con valores, hablo de los valores universales sobre todo aquellos
que se viven entre familia. Y más que detenerme a definir lo que es un valor me
detendré a delinear porque concibo un valor como una “gracia”.
Un valor me eleva, me hace más
humana, equilibra mi sentidos y lo más valioso; toca a las almas con quien
convivo o ellos me contagian de los suyos. Hablo del como un valor traspasa a
la familia se entreteje en los corazones de quienes habitan el nido familiar y
sobre todo fortalece el sentido de vida.
Es valioso hablar de los valores,
como importante es aceptar que existen antivalores aquellos que dañan
corazones. Llegan al hogar como invitados invisibles, pero no llegan por llegar
se gestan, aceptan y hasta toleran por la propia familia por múltiples
situaciones que se viven dentro del hogar. Solo te percatas de ellos cuando ya están
causando severos daños o cuando sientes que algo no anda
bien. Solo cuando percibes que en casa se vive en una atmósfera de penumbra,
conviven almas temerosas, violentas, ansiosas o apretujados en el día a día solo
entonces tomas conciencia de que un antivalor ha invadido tu hogar.
Tanto valores como antivalores son
intangibles y es un hecho que vivir
entre valores es la garantía del vivir
en armonía, en comunión con la familia así que no permitas que un antivalor
cobre vida en tu hogar, si lo permites o lo justificas estarás echando fuera la
garantía de la estabilidad hogareña.
Desde mi punto de vista los valores
más preciados para ser cuidados, respetados y honrados son aquellos que nos
generan burbujas de bienestar y serenidad, aquellos que entretejen cuerdas
inquebrantables de armonía en el hogar como;
La vida. La vida para mi es el
valor más preciado que nos ha sido otorgado y si tu haz dado vida a otro Ser,
hablo de un hijo o hija, pues que mejor que velar por ellos
derramando sobre su pequeño ser valores.
El amor. Sé por experiencia propia
que el amor trasciende valores, va más allá de una virtud, casi puedo afirmar
que es el tesoro más valioso que nos ha sido legado. Cuando derramas amor en el
hogar todo se ilumina dentro de él, lo dice mi corazón. Tristemente el amor es
altamente vulnerado, equivocado o desvirtuado porque se habla en nombre de el
para atraer multitud de antivalores.
El respeto. El respeto para mi es
una virtud que solo tu eriges, cuidas y velas por él. Fluye hacia tus hijos sin
necesidad de exigirlo y del mismo modo retorna a ti.
La verdad. No existe mayor tesoro
que nos haga libres que la verdad, la verdad como valor, aquella que te hace
único en la vida. Y cuando se camina con ella es como caminar sobre una viga
confiado, seguro, sin tambaleo alguno. Y es el legado más grande que se hereda
a los hijos.
miércoles, 27 de julio de 2016
Una rutina Diaria es el cimiento de la responsabilidad
Cuando los niños conocen el sentido
de una rutina familiar aprenden a tener sus propias responsabilidades y para cuando
asistan a la escuela no enfrentaran problemas de tipo rutinario como el
abotonarse el suéter, cuidar su mochila, copiar la tarea o tan simple como
saber comer su lunch que le prepara mamá.
Hablo de que una rutina diaria es
el cimiento de la responsabilidad en los niños, es el camino para
enseñarles a valerse por sí mismos, ser colaboradores, participantes y
desenvolverse con soltura en diferentes situaciones. Guiar al niño en su rutina
diaria es llevarlo niño a cuidar de su persona, más tarde de sus pertenencias y
para cuando tenga entre cuatro o cinco años quizá ya conozca el sentido de la
colaboración en el hogar veamos cómo puedes incentivar estas conductas las
cuales serán determinantes para la independencia de tu hijo.
Entre uno y dos años la primera
conducta a desarrollar a través de la rutina es la alimentación. La
alimentación es importante para enseñar al niño a alimentarse por sí solo, desarrollar
habilidades motoras y lo más fundamental; valerse
por sí mismo. Si durante esta etapa tu hijo inicia a ser independiente al
comer aun y cuando derrame la comida, coma con las manitas o tire los
utensilios serán actos que lo estarán llevando a adquirir habilidad y otros de
pura experimentación, descubrimientos y también te permite aprovechar el
momento para enseñar al niño lo que es correcto y lo que no, es decir además de
enseñar al niño a seguir instrucciones estas habilitándolo para ser
independiente. Pero si durante esta etapa solo te preocupa que el niño coma
bien y no derrame la comida, también ocúpate de que el niño desarrolle las
habilidades antes mencionadas ya que serán determinantes para su desarrollo. El
vestirse es otro acto de la rutina diaria que te ayuda a generar conductas de
responsabilidad en el niño sobre todo entre tres o cuatro años. Si le enseñas
poco a poco a subirse los calzoncitos después de ir al baño, subirse el
pantalón, el cierre o abotonarse el suéter serán simples actos para estimular
su independencia y para cuando vaya a la escuela no se quedara paradito esperando
que alguien venga en su ayuda. Además mediante estos hábitos estas desarrollando
habilidades motrices en el niño tanto finas como gruesas. Lo mismo aplica para
el cepillado de dientes, lavado de manos o limpieza de su cuerpo.
Para cuando el niño tiene cuatro
años o más enseñarlo a colaborar con el orden de sus pertenencias es importante
pues además de conocer el sentido del orden desarrolla múltiples habilidades
como descubrir que el empleo de sus juguetes genera el efecto de retornarlos a
su lugar, desarrolla atención al colocar todo en su lugar y propicia los hábitos
que tanto preocupan a los padres. Justo en esta edad quizá empiecen las tareas
escolares y para ello tu rutina será determinante por lo que deberás ser muy
disciplinada al enseñar al niño hacer la tarea, situación que no será sencilla,
pero si eres constante al guiarla estarás enseñando al niño de manera natural su
primera responsabilidad. Un horario, un espacio, y un tiempo son los elementos clave
para no lidiar mucho tiempo con las tareas que el niño lleva de la escuela.
Cuando una rutina diaria es
aprovechada al máximo en primera instancia para enseñar al niño a valerse por sí
mismo y en segunda instancia para conocer el sentido de responsabilidad a
medida que crezca tu hijo o hija no presentaran problemas de adaptación o
conducta en la escuela porque en casa le han enseñado a ser independiente.
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