miércoles, 3 de diciembre de 2014

Miedo a los hijos

Sentir miedo a los hijos es una situación que a muchas madres sucede y se agudiza a medida que los niños crecen. Sea al nacer porque tememos amamantarlo o al bañarlo porque tememos que se nos resbale de las manos tan diminuto cuerpecito. En la medida que los niños crecen el miedo sigue ahí intentando cumplir la cascada de recomendaciones que se nos han dado en la historia para criar a un hijo y si fracturamos alguna de ellas el miedo nos paraliza sobre todo cuando es el primer hijo. El miedo a los hijos tiende a acentuarse en la medida que los chicos crecen, sobre todo cuando son adolescente o adultos. Cuando son pequeños los niños saben perfectamente como dominar a mama o papa sea mediante una rabieta, cariñitos que manipulan o vociferaciones como el ya no te quiero, eres mala, te voy acusar estas y muchas otras situaciones son generadores de miedos innecesarios. Si aprendiéramos a descubrirlos no te controlarían tan fácilmente. He escuchado y leído infinidad de recomendaciones, métodos, técnicas o prácticas que hablan de como corregir a un niño sea castigándolepremiándolo, tiempo fuera y muchas otras recomendaciones que como profesional en el campo de la infancia sé que este tipo de recomendaciones solo agravan más la situación o desorientan al niño y como madre la experiencia me dice que uno es la responsable de intuir cuando estamos permitiendo que el miedo nos paralice, aquel miedo que genera un hijo y solo nosotras somo responsables de erradicarlos. La fortaleza para discernir el que hacer, intuir lo correcto e incorrecto y la sabiduría para tomar decisiones aun cuando no sean las correctas son tuyas. Si decimos que ya hemos hecho de todo y nada funciona solo proyectas que sigues la línea de otros, no haces lo que te dicta tu intuición e inteligencia, rescatándote en primera instancia a ti misma de miedos innecesarios. Y permíteme decirte que no hay nada que hacer, solo rescatarte de ese pequeño tirano que te genera miedo, esa es la hazaña, cuando te rescatas de ellos haciendo lo que te dicta el corazón descubres que no fuiste una mala madre por el contrario ellos también aprenden a respetarte y respetarse. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Crisis del niño en la escuela

Una de las crisis más agudas que un niño enfrenta en la escuela es saberse disminuido por sus compañeros o no ser aceptado. Para contribuir con ellos analiza lo siguiente:
Si el niño te dice que no lo quieren sus amiguitos no le digas;
-Pues ya no te juntes con el- sentirá que no le das importancia, que son trivialidades y seguirá permitiendo que otros lo devalúen emocionalmente.
-No seas tonto, juega con otros- te sumas a devaluarlo también.
-Busca otros amigos- lo conflictuas pues además de sentir la devaluación lo enfrentas a nuevos retos; buscar nuevos amigos o incitas a tu peque a mendigar que lo quieran.
-No hagas caso- es como decirle; deja que te sigan devaluando, acéptalo, así son los niños, es como beberse a fuerza un sentimiento de inferioridad. Después no preguntes porque tu hijo es tímido, reservado, miedoso o desconfiado.

Cuando un niño o una niña te platique que no lo quieren en la escuela acércate a él o  a ella, abrázalo con la mirada, con los brazos o con el corazón y dile que te platique como sucede, como se siente, como es eso, ayúdale a sacar todo aquello que lo lesiona su pequeño SER que lo expulse, abre tus oídos  para escucharlo y por favor calla, solo calla, al terminar el niño de platicarte observaras el increíble rostro de un peque feliz porque mama o papa lo escucho y eso que le sucedió en la escuela paso a la historia pues en casa un adulto le mostró cuan valioso ES sintió la confianza, supo cómo se  hace para tener confianza en EL y la próxima vez que lo devalúen en la escuela no le importara.

La afectividad del niño

Las relaciones que establece el niño en la escuela son de particular importancia pues establece un sinfín de interacciones dejando entrever su afectividad. La personalidad tanto de adultos como de niños involucran a tal grado que emociones, caracteres, virtudes, valores etc, propician gigantescos sentimientos de todo tipo.   La vida escolar de un niño juega un papel totalmente complejo, cuando llevamos al niño a la escuela damos por hecho que es para que aprenda, para que obtenga el conocimiento como única finalidad del porque asiste un niño a la escuela y lamentablemente pasamos desapercibido el papel que juega su afectividad lo largo de su estadía en la escuela y no por ello quiere decir que no te interese, no, sucede que no nos damos cuenta, por ello quiero precisar lo importante que resulta atender a la afectividad de un niño cuando de asistir a la escuela se trata. Para algunos niños la vida escolar se torna agradable pues muestra un buen desempeño, se lleva bien con los niños del grupo e incluso sabe llevarse con los adultos de su ámbito escolar lo cual habla de un estado afectivo saludable. Pero habrá niños para los cuales la vida escolar sea de verdaderas crisis pues su rendimiento escolar es bajo, el tipo relaciones que establece son conflictivas o no sabe integrarse a la escuela. Si en este instante que me lees te recuerdas cuando ibas a la escuela vendrán a tu mente tus mejores amigas o amigos, el niño que te caía mal, quizá te llevabas con todos los niños, la maestra que te regañaba o no olvidas a la dulce maestra que siempre te cuido y protegió. También recordaras al niño que te pegaba o la niña que se robaba tus lápices pues esas son las virtudes y valores a los que aludo y ahora sucede algo muy similar con tu hijo y aunque existen variantes al final de cuentas todas ellas tienen que ver con el estado emocional y la adquisición del conocimiento. Tu hijo está desarrollando nuevas y valiosas habilidades y el carácter del niño juega un papel importantísimo pues un niño poseedor de un autoestima solida es un niño que se adaptara a cualquier situación escolar e incluso muchas veces será el quien lidere todo tipo de relaciones escolares pues se sabe confiado, seguro, no titubea al dirigirse a un adulto, sabe conducirse con valores y virtudes y eso solo pudo haber aprendido en casa. Pero también habrá aquellos pequeños que llegan a la escuela con autoestima baja o alta.  Y hablar de autoestima alta no es hablar del ideal, no. Un niño con autoestima alta es un niño prepotente, agresivo, desarrolla relaciones a costa de otros, somete y conforma pequeños grupos para realizar todo tipo de atropellos, por ello es vital no confundir un autoestima alta como el ideal, lo ideal es un autoestima equilibrada. De igual manera tenemos aquellos niños que están invadidos de una autoestima baja, es decir pequeñitos huidizos, temerosos del adulto, cohibidos para hablar porque en casa le han enseñado a callar, titubeantes a la hora de hacer amiguitos e incluso son niños que somatizan sus emociones y presentan cuadros de gripes constantes, enfermedades virales, tos o simplemente son pequeñitos que frecuentemente se enferman y por lo tanto su asistencia a la escuela es irregular. Si miramos con detenimiento lo importante que es contribuir con los niños para fortalecer sus emociones, estaremos generando estados afectivos saludables dentro  o fuera de casa,,  estaremos contribuyendo en su desarrollo integral. Así que no solo se trata de enviar al niño por el preciado conocimiento no, también se trata de contribuir con él fortaleciendo sus emociones para que al llegar a la escuela no se convierta en un caos emocional. El solo hecho de mirarlo feliz en la escuela nos habla de un niño cuyo estado emocional es saludable.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Enseñar

"Para despertar la actividad cerebral de un niño solo requieres acercarle los medios"

Enseña al niño desde su cerebro

Enseñar al niño desde el cerebro que aprende, no desde el cerebro que enseña encierra infinidad de alternativas y obstáculos. Por un lado quien enseña está ávido por depositar en la mente de un niño lo que considera viable, correcto, real, el camino a seguir,  es decir todo aquello que concibe como enseñanza. Por otro lado tenemos a un pequeño que está aprendiendo desde el instante de nacer respira por el mismo, escucha  voces, sonidos, ruidos, mira rostros se alimenta desde que nace, se sumerge en aprendizajes que irán sucediéndose a lo largo de su vida. Bajo estos lineamientos llega un momento en que la enseñanza se formaliza, es decir el niño está en edad de llevarlo a la escuela lo cual dará cabida a una gran explosión de aprendizajes bajo el cuidado, guía e interés de los padres o tristemente se inicia el letal encuadramiento de una pequeña mente a la sombra de la obligación, rigidez o el tan conocido “porque lo mando yo”. El adulto que enseña, independientemente del rol que juegue en la vida del niño sean los padres, la familia o la escuela deberá enseñar desde la mente del pequeño, no desde  su mente. Cuando uno se inicia en tan bello arte de guiar o enseñar  a un niño, uno debe estar dispuesto a desprenderse de antiguos paradigmas del como fuimos enseñados, contrario a ello uno terminara convirtiéndose en un actor que solo da indicaciones a seguir; has esto, has aquello, está mal, vuélvelo a repetir, te equivocaste, te dije que así no, repítelo mil veces para que no se te olvide, uno se convierte en un actor regido por nuestro cerebro, nos convertimos en los obstáculos del conocimiento y damos por hecho que lo enseñado desde nuestro cerebro será lo correcto sin percatarnos que estamos empleando la rigidez y bloqueando un pequeño cerebro. Un adulto que está ansioso porque el niño aprenda no se detendrá a mirar el ritmo de aprendizaje del niño, no observara si ha comprendido, mucho menos dará importancia a sus sentimientos en el momento que está enseñando. Enseñar a un niño desde su cerebro no es una tarea fácil demanda al adulto un total compromiso para percatarse en primera instancia si está guiando o está obligando. Guiar y obligar son dos situaciones diametralmente opuestas. Guiar es partir del interés del niño, es ser capaz de descubrir a la par que el niño nuevas betas de aprendizaje, es permitirle a un niño que hable, que se equivoque, que descubra las respuestas por el  mismo, es dejarlo en libertad de explorar y comprobar las veces que desee. Un niño aprende mirando, observando, preguntando en diferentes situaciones y espacios e ir con el donde su interés le está demandando atención es guiarlo. Las alternativas para enseñar al niño desde su cerebro hoy en día se multiplican pues el pequeño está invadido de información escolar, tecnológica, social y cultural y de nosotros depende guiar adecuadamente su enseñanza desde su cerebro, no desde el nuestro.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Como te relacionas con el niño?

Si solo sabes relacionarte a gritos con tu hijo, echa un vistazo a tu corazón para desechar cualquier indicio de minusvalía, agresividad, ira o autoestima baja. Una verdadera limpieza al corazón garantizara una relación amorosa con  el niño.

Comunícate con tu hijo sin gritos

Si ya diste el primer grito al niño, esfuérzate por convertir ese  grito en firmeza empapada de voluntad para comunicarte con el niño.