lunes, 1 de septiembre de 2014

Una tremenda energía en desarrollo

Él bebe no es un lindo querubín sonriente de pelo dorado tocando un nuevo tipo de vida, vestido de rosa o azul y diminutos moños. No, él bebe es una tremenda energía que recién llega a un nuevo mundo con un equipo completo de percepciones notablemente bien desarrolladas en el momento de su nacimiento. Percepciones que maduran notablemente a medida que va creciendo. Su sentido del gusto quizá es la facultad menos desarrollada, pero su capacidad de percibir su entorno y reaccionar a las formas y su capacidad para acomodar su visión a diferentes distancias se desarrollan aceleradamente durante los primeros seis meses.

lunes, 25 de agosto de 2014

Responsabilidad

Veo a la responsabilidad más allá de alimentar, proveer y cuidar a un hijo. Para mi la responsabilidad implica una tremenda toma de conciencia para saberla cultivar en el niño. Un niño aprende a ser responsable cuando la mira fluir en sus padres, no necesita grandes lecciones verbales.

Como destruimos la confianza

Caminaba por un parque cercano a casa, caminatas matutinas o vespertinas que realizo para alimentarme espiritual y mentalmente. A lo lejos miraba a una madre jugando con su hijo, deducía que era la mama pues la intuición de madre me lo decía. Le mostraba al pequeño como jugar futbol, como patear la pelota, a donde la debería dirigir, como correr, me embebía de tan hermoso panorama que desplegaba una madre y su hijo. Miraba como la confianza del pequeñito se desplegaba a lo largo y  ancho de aquel parque corriendo, pateando, hablando, riendo y a ese instante solo podía llamarle; confianza, la confianza plasmada en alegría. La confianza que estaba emanando un hermoso niño, la confianza que estaba sembrando una madre en su hijo. Pero de pronto tan divina virtud se vería interrumpida por una cascada de palabras que salían abruptamente de un corazón urgido por dar instrucciones a su hijo.  A lo lejos escuchaba a una madre decir; -no te alejes- pero el pequeñito corría con energía, corría y corría, hasta que lo vi llegar al fondo del parque, donde solo una pared detuvo su carrera. Entre tanto la mama para ese entonces ya estaba angustiada y gritando; ¡espera!, ¡detente! !no corras!, pero el pequeñito ya había llegado al fondo del parque, feliz porque estaba jugando con mama. Un bello momento que en cuestión de segundos se tornaría en consternación y llanto pues mama se acercaba a él para darle tremenda reprimenda, reprimenda que inhibiría dos bellas virtudes a punto de florecer; confianza y alegría, pero aquella tarde momentáneamente se apagaron.
Los adultos damos por hecho que el niño posee nuestro mismo nivel de comprensión y que nos atenderá de inmediato, pero no es así. Damos Instrucciones a nuestros hijos basadas en nuestro pensamiento, dejando a un lado el pensamiento del niño. Un niño a esta edad, entre 2 y 5 años recién se está iniciando a estructurar su pensamiento y aunado a ello está integrando sus primeras emociones que le darán confianza por el resto de su vida. Pero desafortunadamente no nos percatarnos de ello y nos dejamos llevar por la premura de lo que exige nuestra mente. No nos percatamos que estamos invalidando una virtud, un crecimiento espiritual. En aquel instante una madre vivía la angustia, porque sentía que perdía a su hijo y su mente se alteraba al no ser escuchada por el niño. Y por otro lado estaba un niño impregnado de alegría y confianza al jugar con mama, pero al recibir tremendo regaño todo se torno en tristeza. 
Reflexiones que me llevan a sintetizar; en cuestión de segundos somos capaces de desestabilizar lo más preciado que tenemos; nuestros hijos, y no es que no debas dar instrucciones al niño o no les debas llamar la atención a tus hijo, no de eso no se trata, es la forma, es la actitud de como nos dirigimos a ellos. 
Aquel momento me estaba obsequiando una profunda realidad; entremezclamos el amor con la ansiedad, la alegría con las reprimendas, la responsabilidad con la rectitud, los cuidados con la sobreprotección y lo más valioso; nos olvidamos de jugar.

lunes, 18 de agosto de 2014

Comportamiento infantil

Cuando un niño sabe cómo comportarse en casa, no pega, no muerde, arrebata, roba objetos de la familia o miente, en la escuela será bien acogido por el maestro, el grupo y todos querrán llevarse con él o ella. 

Adaptación del niño a la escuela

Si en casa el niño sabe seguir indicaciones de mama o papa, del adulto en concreto. Es ordenado con sus objetos personales, colabora con la familia, se muestra independiente en sus tareas hogareñas en la escuela el niño sabrá atender al adulto, seguir sus indicaciones y se le facilitara involucrarse con el resto de los niños, es decir sabrá adaptarse a la vida escolar.

El niño y la escuela

En la escuela niños y niñas se adentran a nuevas normas, costumbres, estilos de conducta, etc. El niño estará frente a un adulto que se rige por la urbanidad, por reglamentos, por disciplina y en especial por la enseñanza. Así que el pequeño, además de ir por el conocimiento y entender al adulto de la escuela, deberá ser capaz de adaptarse en el grupo de iguales, hacer amigos, comprender la complejidad de un sistema escolar y lo fundamental del porqué va a la escuela; “saber aprender”.
Desde el instante que llevas al niño a la escuela estarás aceptando por un lado sus normas  y por otro lado sobrellevar el amplio bagaje de responsabilidades que enfrentaran tú y el pequeño al adentrarse a la vida escolar, por un lado el niño saber estudiar y por otro lado tú saber mostrarle el camino de como hacerlo. 
También es importante tener presente que cada que sale el niño de la escuela para retornar a casa, vendrá con todo una gama de aprendizajes y no solo de estudios. Tu hijo retornara a casa con aprendizajes de todo tipo, como el saber relacionarse, seguir indicaciones, estar atento, respetar a sus iguales, a los adultos de la escuela y sobre todo saber aprender.
Así que si de ser un padre o una madre que oriente al niño respecto a la escuela, será importante que no solo  te centres en el conocimiento, mira todo el espectro escolar donde involucraste a  tu hijo o hija y entonces sabrás  guiarlo adecuadamente en su vida escolar.

lunes, 11 de agosto de 2014

Fortalezas de un preescolar

El juego en la edad preescolar entre 3 y 6 años es  la base para fortalecer su primeros esquemas de pensamiento. Si le permites clasificar, ordenar, amasar, saltar, brincar, armar, leer cuentos, construir torres, jugar con arena, etc, le estaras permitiendo expandir su inteligencia.


El lenguaje de un preescolar desempeña un papel determinante en el aprendizaje, la capacidad de discernimiento, el razonamiento lógico y la iniciación de sus primeros patrones de conducta. 

Durante la edad preescolar se definen las primeras estructuras que serán los peldaños del pensamiento transductivo y el pensamiento sincretico.  Por ello resultara vital estimular sus primeras experiencias ludicas.