viernes, 8 de agosto de 2014

El primer año

Desde el punto de vista del desarrollo del niño, el primer cumpleaños representa, más que una etapa de culminante, una etapa intermedia. El niño, al año todavía debe perfeccionar infinidad de patrones de crecimiento, desarrollo y adaptación a su entorno.


lunes, 4 de agosto de 2014

Cultiva la inteligencia

Si hoy cultivas sabiamente la inteligencia de tu hijo, mañana observaras que eres tan inteligente como tu hijo. 

Conductas infantiles

Toda conducta infantil no es una reacción meramente arbitraria por parte de un niño. Son respuestas a infinidad de factores sean externos, internos o simbióticos. Es decir el organismo demanda al niño responder de acuerdo a lo que está viviendo. No es casualidad que un niño responda con agresión si vive entre la hostilidad. Ni es de sorprenderse que el niño responda cariñosamente si desde el momento de nacer ha convivido con el amor. Como tampoco es de alarmarse que el niño sea temeroso, si solo se ha alimentado del miedo sembrado por el adulto.  Una conducta infantil no se origina porque el niño tenga buena o mala sangre, no. Una conducta infantil solo es el reflejo de su alimentación emocional.

Inteligencia

La inteligencia no es una vaga cualidad que las personas poseen en mayor o menor cantidad. La inteligencia es una forma de comportamiento que se refleja en la adaptación del niño puesto que la misma se logra mediante la interacción de procesos duales llamados asimilación y acomodación. La inteligencia es definida en términos de dichos procesos gemelos. Veamos como sucede esto en el niño. Supongamos que a los 2 años le dices al pequeñito; -  no derrame la leche del vaso- el niño de inmediato reaccionara tratando de seguir tus indicaciones.  Por un lado conoce el vaso y tiene control de sus manitas, hasta aquí, el niño ha asimilado una parte de la indicación. Pero sigamos con el resto de la indicación. Aun con la recomendación que has hecho, el pequeño termina derramando la leche, ¿porque sucede esto? Si le advertiste que no tirara la leche. Veamos que sucedió; el niño no ha comprendido la totalidad de la indicación, la palabra derramar o tirar la leche aún no se ha acomodado, es decir aún no se ha configurado como esquema en la mente del niño, aun no comprende el termino. Y esto se debe a que requiere madurez por un lado y experiencias por otro para acomodar los términos que le estas demandando. Tu tiene perfectamente concebida la palabra derramar, controlas todos tus movimientos, sabes hacer cálculos con infinidad de recipientes al tomar líquidos, calculas la cantidad de líquido que llevaras a tu boca entonces difícilmente derramaras la leche. En el niño no sucede lo mismo. El niño se inicia en primera instancia a asimilar, es decir a familiarizarse  con los artículos para tomar la leche, pero aun no acomoda el resto de las habilidades, aun no hace cálculos exactos para tomar líquidos, no está familiarizado con volúmenes en concreto no ha acomodado  el total de la instrucción  por lo tanto se le dificultara responder como se lo haz pedido y termina tirando la leche. Requerirá de madurez y estimulación para que su cerebro logre un equilibrio entre asimilar y acomodar entonces un esquema más sucede y la inteligencia se fortalece. 

lunes, 28 de julio de 2014

Elementos del lenguaje

Con el tiempo el niño aprende a hablar. Y el aprendizaje por el que deberá atravesar es increíblemente complejo, así que te digo; que no te invadas de impaciencia para urgir a tu pequeño a adquirir el lenguaje. Para empezar, ¿qué es el lenguaje? Como lo he referido en otros escritos, el lenguaje implica el uso de sonidos arbitrarios, de referencias aceptadas, y que pueden ordenarse de diferentes maneras para expresar distintos significados. Esta definición es la clave para analizar los elementos dellenguaje.
La unidad más simple del lenguaje es el fonema: un solo sonido, tal como el representado por una vocal (a) o una consonante (c). Los fonemas pueden combinarse para formar los morfemas que son las unidades del significado del lenguaje (mama). Para poder formar morfemas el niño tiene que aprender, primero, a pronunciar los fonemas. Más aun, no basta simplemente con hacer el sonido, ya que debe ser capaz de hacerlo cuando quiere (si el niño pudiera hablar desde el primer momento en que puede pronunciar todos los sonidos requeridos por cualquier idioma entonces, el curso de la adquisición del lenguaje tendría que volver a ser revisada) Aparte de la capacidad de pronunciar palabras (morfemas simples y combinaciones de morfemas), el niño debe también adquirir la capacidad combinarlas en unidades. Es un gran adelanto, pues hay un mundo de diferencias entre poder decir  “papito”, “mamita”, “osito” y “mi” y dirigirse con los brazos abiertos a un padre radiante y decirle “mi mamita”, “mi papito”. Para organizar palabras en unidades ocasionales significativas, se requiere de un conocimiento intuitivo de la sintaxis –la gramática del lenguaje– es decir el conjunto de reglas implícitas o explicitas que rigen las combinaciones de las palabras que serán correctas y tendrán sentido para los que hablan ese idioma. A medida que el niño practica y domina los fonemas, los morfemas y la sintaxis, tiene también que practicar la prosodia;  es decir debe aprender las formas de expresión, las emociones, los acentos, las pausas y todas las sutiles variaciones que otorgan sentido diferente a los mismos morfemas. Fonemas, morfemas, sintaxis y prosodia son los elementos del lenguaje.

Todos nosotros hemos adquirido estos elementos de una manera sorprendentemente sencilla, efectiva y eficiente, sin tener realmente conciencia de lo que estábamos haciendo.

miércoles, 23 de julio de 2014

El juego

Alegría, dicha y un tremendo despliegue de energía nos regala el juego. Dones inmersos en una sola palabra, en un solo acto: el juego

Para el juego no existe país, condición social, clase o raza.  El juego inocentemente se refleja mediante las almas del mundo.

El clima solo es parte del juego. Y lo sabe la inocencia a quien no le importa si hace frio o llueve....sabe que la vida es un juego.

No hacen falta exuberantes artículos para jugar. Hacen falta grandes corazones dispuestos a jugar.

Lo grandioso de la vida es arriesgarse a dar saltos cuánticos, sabiendo que todo es un juego.

Cuando miras la vida como un juego... despiertas en el corazón la alegría de vivir.

lunes, 21 de julio de 2014

No etiquetes a un niño

Las etiquetas que inconscientemente o conscientemente colocamos al niño tienen un efecto perdurable y nocivo en ellos. Perdurable, porque el niño no podrá erradicarla de la noche a la mañana, mucho menos olvidarla. Nocivo porque lesiona profundamente su autoestima, sea que la eleve o sea que la disminuya, ambas generan daños emocionales. Si elevas su autoestima se convierte en un niño creído, pretencioso o dominante y te costara erradicarla con el paso del tiempo. O bien si la etiqueta disminuye su autoestima lo convertirás en un niño temeroso, huidizo, con miedo o angustia y generar confianza en el requerirá de un tremendo esfuerzo del niño. Pese al daño que se le ocasiona a los pequeños con la etiquetas,  no dejo de escucharlas, incluso en los niños más pequeños. Deci­mos: «Este niño es obediente y este otro es muy desobediente. Este niño es una delicia y este otro es un problema». Estás po­niendo etiquetas, y recuerda, al hacerlo estás creando muchos problemas en el niño. En primer lugar porque cuando le pones una etique­ta a alguien, estás exigiéndole que se comporte de acuerdo con la etiqueta que le has puesto, el niño empezara a sentir que tiene la obligación de demostrar que estás en lo cierto. Si el padre dice: «Mi hijo es un problema», el hijo piensa: «Ahora tengo que de­mostrar que NO soy un problema, o bien se esforzara por demostrar que SI es un problema. Por eso el niño causa más problemas para que el padre pueda decir: «¿Ves? Este niño es un problema».
Tres mujeres estaban hablando jactándose de sus respectivos hijos. Una dijo: «Mi hijo solo tiene cinco años y escribe poesía. Son unos poemas tan hermo­sos que hasta los poetas consumados sentirían vergüenza».
La segunda dijo: «Eso no es nada. Mi hijo solo tiene cuatro años y pinta unos cuadros tan modernos, tan ultramodernos, que ni siquiera Picasso les encontraría ni pies ni cabeza. Y ni siquie­ra usa pincel, lo hace todo con las manos. A veces solo lanza la pintura contra el lienzo y de la nada sale algo precioso. Mi hijo es un impresionista, es un pintor muy original».
La tercera mujer dijo: «Eso no es nada. Mi hijo solo tiene tres años y va al psicoanalista él sólito».
Todas las etiquetas son destructivas. No etiquetes a nadie, mucho menos a un niño. Los seres hu­manos tendemos a pensar colectivamente; difícilmente rescatamos nuestras propias ideas. Oyes un rumor de que alguien es un problema y lo aceptas. Y después se lo pasas a otro, y lo acepta. Y el rumor se va difundiendo, la etiqueta va adquiriendo mayores proporciones. Y un día esa persona lleva una etiqueta de « CONFLICTIVA» con letras mayúsculas, con luces de neón, de manera que ella misma las lee y tiene que comportarse de acuerdo con esa etiqueta. Toda la so­ciedad espera que se comporte de ese modo, de lo contrario, la gente se enfadaría. «¿Qué haces? ¡Eres conflictiva y estás inten­tando ser buena! ¡Compórtate como es debido!»
A un niño no debemos etiquetarlo a tan temprana edad, si es bueno o es malo para el estudio. Si es inquieto o tranquilo, si es inteligentísimo o muy malo para aprender solo estamos propiciando impresionantes ondas de rumores, hacia una ser, hacia un niño que con el tiempo llevara una pesada carga a cuestas y en el momento que quiera erradicarlas quizá ya haya etiquetado también a sus hijos.
Poseemos la suficiente sabiduría para no etiquetar a un pequeñito, basta respetar sus propias fortalezas y debilidades, basta mirar que estamos impregnados de aciertos y desaciertos en esta vida.