lunes, 4 de noviembre de 2013

Aunque el pasado se resista en desaparecer...


Llorar

Llorar es una necesidad profunda. Si permi­tes al niño llorar, el niño quedará como nuevo, estoy hablando de un llanto normal, no al llanto que alude berrinche o pataletas, no a ese no me refiero. A través del llanto normal el niño expulsa la frustración, a través de las lágrimas. De lo contrario, si un niño contiene el llanto, conten­drá la frustración. Entonces se irá acumulando, quizá tú eres «un montón» de lágrimas, solo recuerda las veces que has reprimido el llanto y descubrirás cuanta frustración alberga tu corazón. Ahora, los especialistas dicen que se necesita el grito esencial para liberar la frustración. Se está desarrollando una terapia sólo para ayudarte a gritar, con tal totalidad que todas las células de tu cuerpo se impliquen. Si logras gritar tan enloquecidamente, hasta que el cuerpo esté gritando, te liberarás de mucho dolor, de mucho sufrimiento acumulado. Por ello te digo; permite al niño llorar de manera natural, no reprimas su llanto con un "cállate", no, deja que explote en lagrimas lo ayudaras a liberar su frustración,

El caballo de juguete

Tierra y cielo. Límites y alas. Fantasía, ilusión, sueño. Todo ello es el hombre, y sobre todo fantasía. Demarcar el camino, sí, pero no constituirlo, no atiborrarlo con cosas, con prefabricaciones de la sociedad de consumo.
Dejarle crecer, al hijo, sus propias alas. Ponerle límites, y sobre todo ponerse —yo, tú, nosotros los padres— límites.
Alguna vez, a los cuatro o cinco años estuve subido sobre un enorme caballo de juguete, de esos que estaban montados sobre dos maderas arqueadas que permitían mecerse, como si uno estuviera cabalgando.
Pero ese no era mi caballo, no. Ese me lo prestó un amigo de mi prima Amalia, que entonces era una señorita y me llevaba con ella cuando iba a visitar a sus amigos, pretendientes y novios, nunca supe exactamente por qué. El hecho es que tenía un amigo que yo llamaba el tío Marcos, y que era el dueño de una juguetería donde Amalia, mi prima, trabajaba. En mis visitas, por tanto, dis­frutaba de ese mar de juguetes de aquellos tiempos. Entre ellos, aquel magnífico caballo, casi troyano.
Sin embargo, insisto, mis caballos, y los de mis hijos y los de tantos otros chicos, no fueron caballos con forma de caballos, sino palos de escoba sobre los que, entre las piernas, cabalgábamos inflamados de ansias con­quistadoras, de indios, de cosacos.
¡Caballos, sí, eran los de antes, esos palos de escoba, qué lejos llegaban, qué raudos eran, qué epopeyas protago­nizaban!
Creo que ya no hay más de ésos. Creo que actualmente la sofisticación del mundo del juguete impide que esos cor­celes de maravilla existan.        
Porque, les digo, el mundo es interior, y no exterior. El caballo del exterior, el de madera, el de plástico, de pelí­cula, anula el del interior, el de la imaginación, el del alma.
El error capital de los padres actuales es no conocer esa nimia ley de la psicología humana: el niño juega únicamente con sus fantasías. Los juguetes hechos y armados son inútiles.
Como dice Ernst Gombrich:                               
"La niña rechaza una muñeca perfectamente naturalis­ta a favor de algún monigote monstruosamente abstracto, un trapo, un ovillo de lana. Esas son las mejores muñecas, las más profundas, las más queridas, las más privadas."
Jaime Barylko


jueves, 31 de octubre de 2013

Ante toda instrucción que reciba...


Una carretera de piedritas

Dótate de una gran cantidad de piedritas, semillas o juguetes, lo que elijas estará bien. Cualquiera de estos artículos te servirán perfectamente para estimular en el niño: motricidad fina, control postural, percepción visual y por supuesto su pensamiento. Solo se trata de invitar al niño a hacer una gran carretera de piedritas sea dentro de casa o en el exterior. Hacer una gran carretera de piedritas le demandara al niño gran concentración, además de los aspectos que he mencionado. A veces lo cotidiano resulta que conlleva infinidad de aprendizajes. 

Saltos, saltos

Recuerda que el niño a los tres años se encuentra lleno de energía, por lo que te sugiero que aproveches tal don. Solo coloca varias sillas pequeñas, cuatro de preferencia, formadas en hilera y separadas por una distancia considerable, ahora invita al niño a ejecutar las siguientes acciones; trepar a la silla, pararse sobre ella, saltar de la silla al suelo y correr a la siguiente silla para volver a trepar. Aprovechar un recurso existente en casa brinda al niño: control de todo su cuerpo y dominio de la carrera, equilibrio y atención.