lunes, 5 de agosto de 2013
Los famosos "por que"
Para saber cómo piensa
espontáneamente el niño pequeño, no hay método tan instructivo como el de
inventariar y analizar las preguntas que hace, a veces excesivamente, casi siempre
que habla. Las preguntas más primitivas tienden simplemente a saber
"dónde" se hallan los objetos deseados y cómo se llaman las cosas
poco conocidas: "¿Esto qué es?" A partir de los tres años, y a veces
antes, aparece una forma esencial de preguntar, preguntas que se multiplican
hasta aproximadamente los siete años: los famosos "por qué” de los pequeños,
a los que tanto cuesta al adulto responder. ¿Cuál es su sentido general? La
palabra "por qué" puede tener para el adulto dos significados
netamente distintos: la finalidad ("¿por qué toma usted este camino?"
O la causa eficiente ("¿A dónde lo lleva?". Todo parece indicar que
los "por qué" de la primera infancia presentan una significación
indiferenciada, entre la finalidad y la causa, aunque siempre implican las dos
cosas a la vez. "¿Por qué rueda?", pregunta un chico de seis años a la
persona que se ocupa de él: y señala una bola que, en una terraza ligeramente
inclinada, se dirige hacia la persona que se halla al final de la pendiente;
entonces se le responde: "Porque hay una pendiente", lo cual es una respuesta
únicamente causal, por lo que el niño, no queda satisfecho con esta explicación
y añade una segunda pregunta: ¿Y sabe la bola, que ahí esta una persona?. La explicación
causal no ha satisfecho al niño, porque él se imagina el movimiento como necesariamente
orientado hacia un fin y, por lo tanto confusamente intencional y dirigido. Lo
que quería conocer el niño era la causa y la finalidad del movimiento de la
bola por ello este ejemplo tan representativo de los "por qué"
iniciales. Esta es una de las razones de los "por qué' infantiles resultan
tan difíciles de interpretar o responder por una conciencia adulta. Por ello la
insatisfacción de un pequeñito, pues su inquietud no queda resulta, contrario a
ello, sus por qué se multiplican hasta
encontrar satisfactoriamente la respuesta que esperan de nosotros, la luz. Una
fracción importante de ese tipo de preguntas se refiere a fenómenos o
acontecimientos fortuitos. Un niño pregunta: "¿Por qué el lago de Ginebra
no llega hasta Berna?" y no sabiendo cómo interpretar esas extrañas
cuestiones, preguntamos a otros niños de la misma edad, para saber qué hubieran respondido ellos a su compañero.
La respuesta, para los pequeños fue cosa sencillísima: si el lago de Ginebra no
llega hasta Berna, es porque cada ciudad debe tener su lago. Dicho de otro modo,
no existe el azar en la naturaleza, ya que todo está "hecho para" los
hombres y los niños, según un plan establecido y sabio cuyo centro es el ser
humano.
Confusión de la identidad
Para
formar una identidad, el ego organiza las habilidades, necesidades y deseos de
una persona y la ayuda a adaptarlos a las exigencias de la sociedad. Durante la
adolescencia la búsqueda de “quién soy” se vuelve particularmente insistente a
medida que el sentido de identidad del joven comienza donde termina el proceso
de identificación. La identificación se inicia con el moldeamiento del yo por
parte de otras personas, pero la información de la identidad implica ser uno
mismo. Uno de los aspectos más cruciales en la búsqueda de la identidad es
decidirse por seguir una carrera; como adolescentes necesitan encontrar la
manera de utilizar esas destrezas; el rápido crecimiento físico y la nueva
madurez genital alertan a los jóvenes sobre su inminente llegada a la edad
adulta y comienzan a sorprenderse de los roles que ellos mismos tienen en la
sociedad adulta. Cuando los jóvenes tienen problemas para determinar una
identidad ocupacional se hallaran en riesgo de padecer situaciones perturbadoras
como el embarazo, los abortos, las adicciones, las pandillas. El primer peligro
de esta etapa es la confusión de la identidad, que se manifiesta cuando un
joven requiere un tiempo excesivamente largo para llegar a la edad adulta
(después de los treinta años). Sin embargo es normal que se presente confusión de la identidad que responde tanto a su naturaleza caótica respecto a
su comportamiento adolescente, como la dolorosa conciencia de los jóvenes para
asumir sus responsabilidades. De las crisis de identidad surgen sus virtudes
como la fidelidad, la lealtad o la fe en su sentido de pertenencia. O
bien los antivalores como las irresponsabilidades, la mentira, la falsedad,
las adicciones. Confiar en ellos mismos como adolescentes es una situación que
les requerirá de una crisis interna para llegar a vislumbrar la esencia de lo
que realmente los integra, los lleva a sentirse cómodos en su entorno y encajar
con confianza entre sus iguales y el adulto que lo rodea.
jueves, 1 de agosto de 2013
Psicomotricidad fina para la escritura
Cuando un niño se inicia en el proceso de escribir
tiende a irse hacia abajo sobre la hoja que escribe, o no reproduce bien las grafías, esto solo es
la carencia de una psicomotricidad fina, así que te invito a estimular los
deditos del pequeño ya sea haciendo bolitas de papel, pintar
libremente con un pincel grueso, con crayolas, pinturas de madera, moldear con
masa o plastilina, ensartar pijas o pastas, recortar con tijeras libremente. Es
decir todo lo que implique estimular deditos será de gran beneficio para la
escritura de tu pequeño y es muy importante que no solo lo hagas una vez deberás
propiciar cualquiera de estas alternativas constantemente por un mínimo de 10 a
20 minutos para no cansar al niño. Con el tiempo desarrollara la habilidad para
reproducir grafías.
Juguemos a dividir
Cuando el niño llega a la etapa escolarizada se
enfrenta con el aprendizaje de las operaciones matemáticas y una de ellas es la
división. Así que, te invito a iniciar a temprana edad este proceso tan complejo de la siguiente manera; coloca en la mesa una fruta, galletas, o dulces
lo que desees está bien. Ahora solo jueguen a dividir la manzana entre dos
personas. Es decir primero cuenten cuantos hay en la mesa, reflexionen qué
hacer para que una manzana se divida entre dos. Obvio que las respuestas
variaran, lo importante es llevar al pequeñito a percatarse de que tendrán
que dividir la manzana, para que les toque partes iguales, procede a cortar la
manzana por la mitad para distribuirla. Recuerda, emplea la palabra dividir,
pues será importantísimo familiarizar al niño con este término asociándolo con lo que está ejecutando, y si
se mantiene el interés puedes seguir dividiendo la manzana en porciones para
seguirla distribuyendo entre dos personas. Dividir una manzana permite al
pequeño percatarse tangiblemente de cómo se van incrementando las porciones,
además reflexiona sobre una operación.
miércoles, 31 de julio de 2013
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