Todo mundo sabe, en términos de sentido común, lo que es el acto de poner atención; es un acto mediante el cual nuestra mente toma posesión, de manera clara y vivida de uno o varios objetos o situaciones de manera simultánea. Términos como focalización, concentración o conciencia se refieren a formas particulares de poner atención en algo. En otras palabras, poner atención significa retirar nuestro pensamiento de unas cosas para dirigirlo hacia otras. Poner atención nos permite, de manera muy particular entender las cosas para resolver algún problema para lo cual debemos hacer uso de la voluntad para dirigir y controlar nuestros pensamientos. Bajo una perspectiva constructivista atención es concebida como integrada por tres dimensiones; su contenido, su forma y su dirección. El contenido se refiere a todas aquellas experiencias e informaciones que guarda el niño en su memoria y de las que echa mano para entender algo nuevo, aplicando lo ya conocido a lo desconocido para poder identificarlo y hacer algo al respecto. En cuanto a la forma del pensamiento se refiere a dos formas básicas; la natural y las funciones superiores del pensamiento. La atención es una función que se desarrolla desde el primer año de vida en el niño a partir de las actividades de estimulación y sincronización. El proceso de atención de acuerdo con las leyes del desarrollo mental sufre una muy importante modificación hacia los ocho o nueve años de edad, cuando por la influencia de la noción operativa del tiempo, la seriación, el orden de los sucesos y los estímulos aportados por el aprendizaje preescolar empiezan a percibirse como una concepción intelectual. Cuando el niño inicia su etapa escolar dentro de su mente encontramos una forma muy diferente de la del niño preescolar, esta transición es verdaderamente importante tanto cualitativa como cuantitativa. Mucho del proceso de atención del niño en edad preescolar se lleva a cabo de acuerdo con una forma de pensamiento que depende del contacto material con los objetos y de la actividad corporal, edad en la que, si bien el lenguaje existe y acompaña a la acción, los actos de conciencia están dominados por una actitud predominantemente egocentrista por parte del niño. Actividades para que los niños acompañen sus acciones con el habla en voz alta resulta un recurso muy eficaz que puede ser expresado en forma de letras de canciones o de frases, que repitan consignas para ayudarles a entender el significado de las cosas como “esto sirve para” “es muy bueno para” “con esto hay que tener cuidado porque” con este tipo de acciones los niños logran grabar esquemas mentales, los cuales, si bien en un principio parecen no significar mucho con el tiempo son un recurso muy útil en la edad escolar. Lo que llamamos conciencia significa que las funciones mentales, superiores (atención, memoria, percepción) actúan en conexión unas con otras. Por tanto, la atención es una función de estructuración de lo percibido y representado por la memoria, de esta forma es como podemos entender que, a partir de la edad escolar, si el niño recibió una educación preescolar adecuada contara con una atención y una memoria suficientemente maduras.
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