martes, 6 de abril de 2021

Escritores Activos = Lectores Activos

Si deseamos asiduos lectores, hemos de colaborar primero en la formación de grandes escritores. Rescatemos las producciones escritas, las de puño y letra, las que llevan impresas una gran carga de sentimiento, las que denotan parte de la personalidad del escritor. La escritura fluida, impecable, es un arte; por ende, la lectura es también un arte que va de la mano con el acto de escribir. El niño por naturaleza comparte sus producciones escritas, aun cuando estas sean “primitivas” ya sean plasmadas en un papel, en la pared, en el piso o en cualquier superficie que en ocasiones es impredecible; y con cualquier material como un lápiz, crayón, pintura digital o maquillaje de mama. Si tomados de su mano interpretamos ese mensaje y lo escuchamos como diría un artista, desde su muy particular punto de vista, aprenderemos a leer lo implícito en esa producción. Las letras llevan sentimientos, emociones que desgraciadamente poco a poco colaboramos para desaparecerlas, porque hemos perdido la capacidad de asombro ante el evento de la escritura. Tan es así, que actualmente los mejores trabajos, los impecables son los elaborados en computadora, que en lo particular a mí no se me “antojan” leer, son impersonales, fríos. Imaginemos el sonido del lápiz al escribir, deslizándose suavemente por el papel, observando como el grafito va trazando hermosos rasgos de escritura. Letras que se van entrelazando unas con otras las cuales solo vuelven a cobrar vida cuando son nuevamente leídas. Ahora, releemos lo escrito a fin de pulirlo, de hacer coherente cada oración, para rectificar lo que mi sentir no logro plasmar en la letra. Es mediante esa lectura que se logra depurar lo escrito. Cuando se trabaja “el arte de escribir” haciéndole sentir al niño que su escritura surge, se forma desde el fondo de su corazón del pequeño, se arropa con sus propias producciones, porque van surgiendo de muy dentro de él o ella. Y para cuando ya son escolares revaloran este fenómeno es entonces cuando realmente corrige, rectifica, reaprende su escritura. Cuando los niños intercambian sus escritos, se maravillan, leen los de sus compañeros, le da el énfasis que es requerido para su lectura. Nunca dejes de lado la letra cursiva, la que es única en su trazo, sin error al enlazarla, la que dice mucho de la personalidad de niños y niñas. La que se apetece para leer.
En un grupo de quinto grado atendí a un alumno débil visual, del cual todo mi grupo y yo aprendimos mucho. Nos compartió las revistas que se editan especialmente para los invidentes y nos asesoró en el Sistema Braille. Fue muy interesante observar a mis alumnos pasar sus dedos por aquellos pequeños orificios, algunos cerrando los ojos - ¡Se puede leer con las manos! - decían fascinados. Gracias a él revaloramos nuestra vista, la cual explotamos muy poco y muchas veces indebidamente. A raíz de esta experiencia implemente la elaboración de las letras móviles en letra script, no en cuadros sino bien delineadas en cartón corrugado muy grueso y los niños con los ojos cubiertos debían identificar cada letra que se le pedía y levantarla. Los primeros admirados eran ellos mismos y más al formar palabras, colocando perfectamente bien cada letra. Posteriormente en parejas, el de los ojos cubiertos, debía leer con sus dedos lo que su compañero escribió con las letras. En ocasiones algunos intencionalmente las colocaban al revés o de cabeza y aun así identificaba la letra y la colocaban correctamente. Vaya que era toda una aventura el acto de leer, querían practicar en todo momento. En ocasiones especiales mis alumnos elaboraban una tarjeta y escribían en letra cursiva todo su sentir hacia una persona, sabían que cada palabra, independientemente de su significado, en su trazo debía plasmar el sentimiento para que al ser leída impactara al lector logrando dar vida a cada palabra. Como culminación del ciclo escolar cada niño anotaba en un rectángulo de papel la misma palabra en letra cursiva, rectángulos iguales y escrituras diferentes “elefante”, sin su nombre. Los padres de familia debían identificar la producción de su hijo, la mayoría, sin embargo, sin mirar, apenados, conscientes de ser incapaces de reconocer la letra de su propio hijo dejaban su turno a otra persona. Unos cuantos, orgullosos encontraban la producción de su hijo; otros tantos erraban y debía de corregirlos; ya que yo discrimino absolutamente todas las producciones.
Escribir es exteriorizar, compartir mi sentir; leer es interiorizar, descubrir tu sentir.
Cuando escribir es un verdadero placer, la lectura también lo es.
Cuando escribamos pensemos ya, que será leído por muchas personas y que en esa producción va mucho de mí; cuando comprendemos esto, nos moverá a interesarnos también por los otros autores.
La lectura no es meramente un hábito, algo mecánico o hasta inconsciente, debe ser un placer, algo compartido; es un intercambio de escritos. La escritura la hemos convertido en algo impersonal, ajeno, por ende, es difícil interesarnos en su lectura; aun de las producciones propias. Al revalorar el acto de escribir, con la debida profundidad, lo transformaremos en el arte de la escritura y el placer de leerlo.

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