Cuando escuches a un niño no escuches solo con la mente, escucha con todo tu cuerpo. Siente tu campo interior de energía a medida que él o ella se comunican contigo, en especial cuando te están aportando, aclarando o demandando algo. Esto aparta tu atención del pensamiento y crea un espacio de calma que te permitirá escuchar verdaderamente sin la interferencia de la mente.
Los problemas de comunicación entre padres e hijos son tan comunes, abismales, caóticos y hasta impenetrables que contrario a cuestionarse porque no se comunican adecuadamente, mejor deja de pensar porque no lo logran, porque justo el PENSAR los aleja del arte de saberse ESCUCHAR.
Si prestas más atención a lo que piensas en lugar de escuchar lo que un niño o una niña te esta diciendo, te estas perdiendo la naturaleza de un alma expresándose en palabras y mente, te estas perdiendo la esencia de un SER.
Si permites que tu mente gobierne
tu vida el conflicto, la disputa y los problemas anidaran en tu hogar. Cuando la mente
levanta murallas entre padres e hijos, se desconoce el arte de escuchar.
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