Entre
los 4 y 12 años, que es la edad de los preescolares y escolares, las emociones
han adoptado una profunda significación en ellos
y ellas por lo que deberás estar muy
alerta, respecto al cómo se va configurando su estado emocional para encauzarlo
adecuadamente. Para ello lo primero a realizar es diferenciar el contexto entre
una emoción y un sentimiento porque si tienes la claridad de ambos conceptos
tienes los elementos para contribuir con ellos. Una emoción es un estado interno pasajero que puede ser positivo o
negativo como la alegría, la quietud, la rabia o el miedo. Los sentimientos son estados internos
duraderos, estables, permanentes que se construyen a partir de las emociones. Dada
la definición de emoción y sentimiento
ahora descubre tus propias reacciones o actuaciones ante los distintos
estados emocionales que viven en casa los niños, recuerda que la intención es fortalecerlos
anímicamente tú decides el momento, cómo y bajo qué criterios contribuirás con ellos,
dicho lo anterior te daré algunas estrategias para llevar a cabo una
intervención, guía o apoyo como desees concebirlo. Obvio que ante todo tipo de
emoción positiva nada hay por hacer pues toda positividad que se vive en el
hogar se deja fluir a lo largo y ancho de las paredes, es incalculable el beneficio
espiritual que se irriga cuando la familia se torna alegre, cuando se despliega
serenidad en el hogar y el gozo se refleja en rostros y almas de quienes ahí
habitan por lo que es mejor abrir de par en par las puertas a la felicidad que
preocuparse por perderla. Sin embargo existen emociones negativas que invaden el
hogar de problemas sea por la conducta de los niños, las rabietas que
protagonizan, su hiperactividad te deja sin aliento, emociones que urge atender.
Y atender es reaccionar, reaccionar en el instante para tomar el control de la
situación y tomar el control no significa ordenar a los niños que se comporten,
se calmen o se controlen a ese tipo de control no me refiero, me refiero al control
de tu mente, de tu boca y tu actitud justo cuando alguna crisis está en plena efervescencia
colocando un tremendo faro en tu conciencia para pensar saludablemente y con
claridad; ¿cómo resolver la situación? ¿cómo dar salida a la crisis? Si logras
contener una reacción impulsiva o visceral para actuar inteligentemente, preparas
a tu mente para resolver la situación, contrario a obstaculizar o agraviar la
crisis. Y para cuando tu mente piense con claridad y positivamente abre la boca
para permitir que salgan palabras constructivas y si no las encuentras en ese
micro instante abstente de hablar y busca otro tipo de salidas para que el niño
(a) expulse su ira, temor o irritabilidad por la que esté atravesando. En el
instante que tomas conciencia de los cambiantes estados emocionales de niños y niñas te solidarizas con ellos para buscar salidas rápidas, saneas su
estado emocional, ellos lo reconocen, te miran como su héroe, no te conciben
como el adulto que los reprimió, te conciben como alguien que estuvo con ellos cuando
emocionalmente no sabían cómo resolver sus problemas entonces estarás en el
camino hacia la salud emocional. Pero si optas por reprimir, regañar, bloquear
o te ofendes porque el niño presenta alguna crisis de tipo emocional has
equivocado el camino porque pretendes resolver el problema con otro
problema; la imposición e imponer cómo deberá
sentir el niño o la niña debilita su potencial y por si fuera
poco los inicias por la ruta del extravió emocional cual empantanamiento, los niños se tornan temerosos, huidizos, violentos e inseguros sus
sentimientos se han tornado negativos y serán duraderos, recuerda la definición
de sentimiento. Cuando las emociones no son abordadas saludablemente impactan a
tal grado que niños y niñas llegan a ser adultos con sentimientos poco saludables, solo
voltea a mirar a tu hijo o hija y mira qué clase de sentimientos se
están gestando ahora, familiarízate con sus emociones y atrévete a contribuir
con su salud emocional que tanto merece la infancia.
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