Puede ser que el enojo invada a tu
hijo (a) en cualquier momento de su vida lo cual no es motivo para enojarse,
alarmarse, controlar, desafiar o decir al niño (a) que no debe enojarse sería lo más desafortunado
para su estado emocional. El enojo definitivamente nos
pertenece y lo más saludable es familiarizarnos con él, con el enojo, no
encuentro razón alguna para negarlo. A partir de esta edad, los cuatro años, enseñar a los niños a lidiar con sus emociones
es lo más inteligente y saludable a heredarles porque les dejas lo intangible
del éxito personal. Se trata de enseñarles como es su cambiante estado
emocional, guiarles adecuadamente a recibir cualesquiera de sus emociones por
muy desagradables que sean porque solo así aprenderán a manejarlas. Cuando los niños
aprenden a manejar sus emociones los encauzas a conocerse, a no reprimirse y
por lo tanto a ser inteligentes emocionalmente. Cuando observes enojo en tu hija (o) lo ideal es disciplinarte
emocionalmente para abordarlos adecuadamente; identifica la causa, siéntete e
intenta interpretar como se siente el niño (a), pon un STOP a tu mente para que no reaccione en
automático diciendo: no te enojes, cálmate, ¿porque te enojas? Da tiempo al enojo de tu hijo (a) dale su
espacio para sentirlo y familiarizarse con él, respira profundamente apelando a
tu espíritu para elegir la opción más adecuada al hablar; ¿Cómo se siente
estar enojado? ¿Crees que vale la pena enojarse? ¿Qué deja el enojo en tu
cuerpo? ¿Cómo resolvemos el problema para que el enojo no vuelva a tu cuerpo?
Cuando la disciplina emocional cobra sentido en la familia todos están
dispuestos a participar, cooperar y crear nuevas formas para actuar ante los posibles desajustes emocionales en concreto; elaboran su propio diseño familiar para recuperarse
emocionalmente.
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