Los escolares están ocupados con
sus propias actividades y pensamientos. Ejercen un mayor control de su vida.
Sus muecas son menos abundantes porque tienen mayor dominio de sus músculos faciales. Vuelven a comerse la
uñas y a meter los dedos en la nariz especialmente cuando les aqueja un catarro
o ansiedad. No tartamudean a menos que los presionen para hablar o los estímulos
sean demasiado intensos. Tienen inclinación por mover con los dedos sus dientes
flojos y a inquietarse.
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