Entre el organismo del niño con sus
características innatas, heredadas y el medio que le rodea, desde los primeros
días de vida comienza una acción mutua, como resultado de la cual se forman
nuevos procesos nerviosos y psíquicos. Una de las condiciones que aumentan la
resistencia del organismo del niño a las
diversas enfermedades es su desarrollo físico adecuado que depende de la forma
en que se organiza, estimula y desarrolla a lo largo de su vida. Durante el
periodo comprendido entre los 3 y 7 años se desarrollan y perfeccionan todos
los movimientos. No obstante la comunicación del niño con el mundo que le rodea
es limitada y sus experiencias muy escasas. Gradualmente los niños adquieren
independencia, su organismo se fortalece y sus movimientos se vuelven más
precisos, seguros y rápidos. El perfeccionamiento de las manipulaciones con
diferentes objetos de uso doméstico y juguetes contribuye a enriquecer sus
experiencias. Las acciones se hacen más exactas, consientes y orientadas hacia
una finalidad. En la edad preescolar la experiencia sensorial del niño tiene
gran importancia para la formación de las ideas acerca de lo que le rodea. Cada
año que pasa, las explicaciones orales de los adultos empiezan a jugar un papel
cada vez mayor en el desarrollo intelectual de los niños. Poco a poco los
juegos se hacen más complicados y constituyen la más importante actividad por
medio de la cual se adquiere experiencia. Se perfila en ellos de manera cada
vez más nítida un determinado sentido y se manifiesta la imaginación creadora
por lo que la actividad física, las formas de trabajo manual y los
entretenimientos relacionados con el movimiento constituyen uno de los más
importantes medios para la educación de los niños.
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