miércoles, 4 de abril de 2018

6 y su vida escolar


La escuela les gusta verdaderamente a niños y niñas de seis “quieren trabajar y aprender”. Quieren hacer todo y hacer demasiado. El disgusto por la escuela no aparece de inmediato hasta el final del primer año, cuando –por una u otra razón– no han podido integrarse al grupo lo cual genera conductas de negación para asistir a la escuela durante uno o varios días. Quizá les asusto alguna anécdota, se les pidió que hicieran algo y no supieron cómo reaccionar, tuvieron necesidad de ir al baño y no se les permitió, no saben cómo resolver sus principales necesidades personales o no comprenden lo que habla su maestra (o). Aun con el mejor de los tratos seis sentirá cierta fatiga debido a sus dificultades de adaptación y lo proyectara con catarros, dolores de cabeza o estómago. La relación mutua entre la casa y la escuela tiene suma importancia para el niño (a) de seis años. La emoción del niño sucede cuando lleva a casa su primera lectura que ha podido dominar, es de esperar que los padres no le criticaran, ni le destacaran los errores en ese preciso momento de triunfo. Por otro lado los padres se sienten a menudo tan desilusionados porque su hijo (a) les informan tan poco de la escuela que les genera cierta incertidumbre. Seis muestra mayor inclinación a contar historias acerca de acciones malas de otros niños o a jactarse exageradamente de sus propias realizaciones. Un periodo de conversación a la hora de acostarse es la mejor oportunidad para que el (a) niño de seis hable de sí mismo (a) y de sus experiencias escolares.

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