miércoles, 8 de febrero de 2017

Afectividad y aprendizaje

¿Sera posible que la afectividad pueda alterar el aprendizaje del niño?
La afectividad es determinante para el aprendizaje del niño y es producto del ambiente que lo rodea. Todo tipo de influencia emotiva en el niño sea positiva o negativa afecta considerablemente la estructura fisiológica del cerebro traduciéndose en procesos internos de alta complejidad que llegan a modificar la estructura neuronal del niño.
Existen trastornos de afectividad que suelen presentar los siguientes síntomas:
Ambivalencia afectiva: se refiere a sentimientos contrapuestos que hacen que el niño pase de la alegría a la tristeza, del amor al odio sin ninguna justificación aparente lo cual trae como consecuencia la perplejidad o situarse respecto a si mismo.
Angustia o ansiedad: consiste en temores sin motivo concreto, con la sensación de peligro y de encontrarse indefenso.
Inestabilidad emocional: puede venir junto con discordancias o incoherencias afectivas como cuando el individuo ríe al relatar una desgracia.
Incontinencia afectiva o explosión incontrolada: hace referencia a la impulsividad o agresividad.
Es importante saber que un niño mayor de 8 o 9 años con problemas motores casi siempre tiene riesgos de problemas emocionales y se bloquea fácilmente provocando inestabilidad psicomotriz.
La inestabilidad psicomotriz consiste en inhibición y falta de atención, necesidad constante de cambios y movimientos, gestos entrecortados, faltad de control de la impulsividad. Se pueden distinguir dos tipos de inestabilidad:
-La inestabilidad “subcoreica” que es la aparición  precoz de problemas motores y que consiste en -la inhibición motora la cual desaparece con la edad.
-La inestabilidad “afectivo-caracterial” que es más dependiente del medio que rodea al niño. En este grupo encontramos trastornos de la personalidad los cuales pueden aparecer desde los primeros años de vida del niño. Tanto padres, como maestros y hasta amigos responden con un mal manejo a la situación que presenta el niño con el rechazo abierto o agresiones generando en el niño la ansiedad. Así es como se desencadena la hiperactividad e inestabilidad emocional fenómenos generalmente vinculados entre sí.
El niño que integra inadecuadamente su esquema corporal percibe defectuosamente su espacio perturbando con ello la totalidad del proceso perceptivo lo cual da origen a otro tipo de trastornos lo cual repercute tanto en el desarrollo del niño como en su aprendizaje.
De esta manera nos damos cuenta como los trastornos de la afectividad pueden provenir fundamentalmente de las circunstancias sociales o depender  de alteraciones cerebrales. De una u otra manera ambas repercuten en el rendimiento escolar del niño. Lo importante es distinguir cuándo la dificultad del aprendizaje es producto de una alteración orgánica y cuando se debe principalmente a situaciones sociales que provocan problemas emocionales y sentimientos de minusvalía.

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