¿Sera posible que la afectividad
pueda alterar el aprendizaje del niño?
La afectividad es determinante para
el aprendizaje del niño y es producto del ambiente que lo rodea. Todo tipo de
influencia emotiva en el niño sea positiva o negativa afecta considerablemente
la estructura fisiológica del cerebro traduciéndose en procesos internos de
alta complejidad que llegan a modificar la estructura neuronal del niño.
Existen trastornos de afectividad
que suelen presentar los siguientes síntomas:
Ambivalencia afectiva: se
refiere a sentimientos contrapuestos que hacen que el niño pase de la alegría a
la tristeza, del amor al odio sin ninguna justificación aparente lo cual trae
como consecuencia la perplejidad o situarse respecto a si mismo.
Angustia o ansiedad:
consiste en temores sin motivo concreto, con la sensación de peligro y de
encontrarse indefenso.
Inestabilidad emocional:
puede venir junto con discordancias o incoherencias afectivas como cuando el
individuo ríe al relatar una desgracia.
Incontinencia afectiva o
explosión incontrolada: hace referencia a la impulsividad o
agresividad.
Es importante saber que un niño
mayor de 8 o 9 años con problemas motores casi siempre tiene riesgos de
problemas emocionales y se bloquea fácilmente provocando inestabilidad
psicomotriz.
La inestabilidad psicomotriz
consiste en inhibición y falta de atención, necesidad constante de cambios y
movimientos, gestos entrecortados, faltad de control de la impulsividad. Se
pueden distinguir dos tipos de inestabilidad:
-La inestabilidad “subcoreica” que es la aparición precoz de problemas motores y que consiste en
-la inhibición motora la cual desaparece con la edad.
-La inestabilidad “afectivo-caracterial” que es más
dependiente del medio que rodea al niño. En este grupo encontramos trastornos
de la personalidad los cuales pueden aparecer desde los primeros años de vida
del niño. Tanto padres, como maestros y hasta amigos responden con un mal manejo
a la situación que presenta el niño con el rechazo abierto o agresiones
generando en el niño la ansiedad. Así es como se desencadena la hiperactividad
e inestabilidad emocional fenómenos generalmente vinculados entre sí.
El niño que integra inadecuadamente
su esquema corporal percibe defectuosamente su espacio perturbando con ello la
totalidad del proceso perceptivo lo cual da origen a otro tipo de trastornos lo
cual repercute tanto en el desarrollo del niño como en su aprendizaje.
De esta manera nos damos cuenta
como los trastornos de la afectividad pueden provenir fundamentalmente de las
circunstancias sociales o depender de
alteraciones cerebrales. De una u otra manera ambas repercuten en el
rendimiento escolar del niño. Lo importante es distinguir cuándo la dificultad
del aprendizaje es producto de una alteración orgánica y cuando se debe
principalmente a situaciones sociales que provocan problemas emocionales y
sentimientos de minusvalía.
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