–Anhelo ser
madre–
–Cuando me case
quiero tener dos o tres hijos–
–No sabes lo que
dices–
– Dices eso
porque tienes hijos–
Expresiones que oigo,
he escuchado, leído, dicho o callado cuando de tocar el tema de los hijos se
trata. Quienes estamos sumergidas en la hazaña de tener hijos –sabemos lo que
decimos–, así que si deseas tener hijos, así es para mí tener un hijo de treinta y un años...
El instinto
materno surge del amor y para cuando el nacimiento del bebe es un hecho, la
felicidad te embarga. Pero detrás de este suceso, existe una tremenda
realidad y no es que derribe la felicidad, no. Cuando llega el momento del
parto, el dolor y la felicidad se envuelven en una sola aura tornándose en
sentimientos que van desde querer mirar la carita de tu bebe de inmediato, tenerlo entre
tus brazos, terminar con aquel dolor que te está matando, o no querer saber
nada de nada. Pero tal vez digas; -el
dolor no importa, uno es capaz de soportar todo por un hijo-, en tanto tu cuerpo espera pacientemente ser atendido
cuando retornes a ti, porque ahora estas sumergida en una tremenda hazaña; tener
un hijo.
Ser protagonista
de tal hazaña no te permitió percatarte que tuviste que lacerar tu cuerpo. No
te detuviste a darle a tu hermoso cuerpo un profundo agradecimiento por tanto
dolor experimentado para dar vida, así se inicia uno en la hazaña del ser
madre; experimentando el dolor en su máxima expresión.
Ahora ya no son
dos los que habitan en casa, ahora son tres o más en la familia y en tanto el cuerpo
se va recuperando, brevemente recibes la hermosa colaboración de la familia
para con el recién llegado y para contigo pero sabes muy bien que las tareas se
van acumulando en casa. Otra gran hazaña te espera una vez que recobres las fuerzas, veamos rápidamente como sucede. Si tenias un tiempo extra para ti, ahora deberás
compartirlo con el recién llegado a casa, además de todas las responsabilidades
que ya venias realizando desde antes de tener un hijo como el mantenimiento de
la casa, la alimentación, los cuidados personales y de tu familia, el trabajo,
administrar las finanzas etcétera, pero no importa pues aquella sensación de
sentirte plena te lleva a sacar energía de todo tu ser todo por ser madre. Aun no sientes la
necesidad de guardar energía para ti, pues eres joven y todo te resulta fácil y
rápido. Lo real es que habitas un cuerpo y ese cuerpo tarde o temprano te
enviara la factura, te dirá que se agoto tu energía.
Pues bien, a lo
largo de dos o tres años el bebe se va desarrollando y tú te aclimatas al nuevo
rol de ser madre además descubres que la hazaña es llevadera pues solo
estas para el bebe, te da tiempo para ti, trabajas y por si fuera poco
puedes seguir haciendo lo que te gusta, así que es una exageración aquello que dicen respecto a la crianza de los hijos.
Pasado un tiempo
deberás estar lista para enfrentar una nueva hazaña y será cuando el niño o la
niña entren a la escuela. De pronto vivirás el llanto de tu hijo porque no se
quiere quedar en la escuela o te llamaron de la escuela porque el niño pega. Tal vez no
sabes que hacer con la tristeza del niño porque sus amiguitos no lo quieren.
Quizá el niño pierde todo suéteres o mochilas y ya no sabes que hacer para
volverlo responsable. Pero la hazaña no termina ahí, por las tardes deberás
recordar tus tiempos de escuela para ayudar al niño con las tareas, además deberás
estar lista para los imprevistos como las enfermedades orgánicas así
que… el cómo reacciones, te acoples o resuelvas estas y muchas otras
situaciones que representan un hijo será una verdadera hazaña. Aquella energía
de la que te hable, ahora se consumirá en porcentajes más altos pues tu cuerpo
te exigirá más, ante las demandas incesantes por cubrir las faenas de la familia,
así que no la derroches, cuídala para enfrentar nuevas hazañas que aun te
esperan.
Pero bien, uno
dice; cuando los hijos entren a la secundaria o la preparatoria todo estará en
calma, pero no imaginas que se te atravesara la crisis de la adolescencia o la edad adulta y requerirás de una tremenda
hazaña para convertirte en una verdadera sabia para resolver sus problemas, ya no de
hijo a madre no, será de adulto a adulto. Pero la esperanza no se pierde, pues
das por hecho que cuando termine tu hijo su vida escolar y sea un licenciado,
doctor, ingeniero, arquitecto tus hazañas abran terminado, permíteme decirte
que aun no has concluido tu labor de madre, ahora llego el momento de
realizar hazañas divinas. Hazañas realmente virtuosas, como la
toma de conciencia para liberar a tu hijo. Valentía para aceptar lo que no te
agrada de él o ella. Humildad para reconocer cara a cara cuando lo dañas.
Tremenda sabiduría para saber callar cuando se trata de escuchar a tu hija o
hijo. Y esto no acaba ahí, pues tu hijo se casara y vendrán nuevas hazañas por
recibir, hazañas para las cuales aun no estoy lista para compartir pues aun no
experimento esa etapa de la vida con mi hijo.
Se lo que digo,
porque soy madre y cada amanecer realizo actos para heredar. No le miento a mi hijo,
porque sé que mentir empolva la vida, ambos sabemos que hablo con la verdad. Me
responsabilizo por mí y él mira como se hace para responsabilizarse por el mismo. Confió en mí, aun cuando caiga
una y otra vez, confió en mí, él lo mira, lo siente y lo sabe, es la única
forma de mostrarle como es; confiar en uno mismo. Mis hazañas nada tienen que ver con el; -si me
gusta o no ser madre-, mis hazañas tienen que ver con la divinidad de haber dado
vida a otro Ser y responsabilizarme por Él.
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