Respetar es una
palabra que desde que tengo uso de razón la escuchado, me la han pedido, la he
dado y hoy puedo decir que brota naturalmente de mi Ser. Cuando llego el
momento de emprender la psicología nuevamente se cruzaba por mi camino, así que
para no errar en mis actos, respecto a tal palabra, me di a la tarea de
investigarla, desde sus profundidades y el hallazgo dista de lo común, va más allá
de una definición o de lo que siempre escuche. Hace mas de una década conozco su real esencia. Se que el respeto no se pide, brota de quien es capaz de vigilar su integridad,
su valía. Luego entonces si respetar es velar,
cuidar o vigilar nuestra integridad, obvio que no se requiere pedirlo a
otros, y cuando lo brotas sucede lo inimaginable: el respeto regresa a ti casi espontáneamente,
virtuosamente. A eso llamo: respeto.
Es debido a esta
reflexión que quiero compartirte como obtener lo que
un padre o una madre busca para sus hijos;
enseñarles a respetarse. Pero si llegara a suceder lo contrario es
decir; que no respetas a tu hijo, obvio que el niño tampoco sabrá respetarte, ni
respetarse. Es como un efecto en cadena.
Retomare algunos ejemplos de la vida
cotidiana para mostrarte las trampas en las que podemos caer cuando buscamos el
respeto y como modificar nuestras conductas.
Partamos de la
ira en los niños. Esta es una clásica conducta que se presenta con mayor frecuencia pues el niño está
aprendiendo a recibirla, solo hará falta que aprenda a transformarla y ahí es donde
entra tu papel como padre o madre enseñarle a respetarse y respetarte. Veamos como funciona; si un día cualquiera el niño entra en
berrinche porque no se cubrieron sus deseos y estalla en ira, aventando todo lo
que encuentra por su paso incluida tú y termina pegándote o arañándote y abruptamente tú también colapsas y exiges de inmediato al
niño; respétame, le gritas o exiges que
te respete, pues permiteme decirte que eso no es enseñarle a respetarte mucho menos respetarse el. Sin pensarlo reaccionaste también con ira, sumándote a la ira
del niño y entonces el paso esperado de enseñar al niño a transformar su ira se
evaporo y en especial la esencia del respeto. Ambos se impregnaron de ira e impero más el poder adulto. Pero no
miremos las cosas tan obscuras, busquemos la salida porque si deseas sentir el
respeto es necesario aprender a respetarte. Si, tú mereces respetarte por
ti misma, aquí reside lo abordado al inicio; nosotras somos responsables de
velar por nuestra valía. Obvio que no vas a pedírsela al niño diciéndole: respétame,
eso no funciona. Es más valioso que en el instante de la ira, la recibas y la volquees
en un distractor rápido. Un distractor rápido de ninguna manera deberá
emplearse para ignorar al niño, no. Un distractor rápido deberá fungir como un
canal para disipar la ira, puede ser desde mirar una revista, una pecera
o lo más significativo de ti escucharte latir de ira, sentir tu respiración
urgida, estallando, colapsando. Cualquier alternativa que te funcione para
recibir tu ira será el primer andamiaje para respetarte, abras iniciado a sentirte respetada por ti. Esta primera reacción te inicia a respetarte y no fue necesario exigirla a otro. Pero tambien pueden presentarse
ante este tipo de crisis los golpes de un niño invadido de ira tomándote por
sorpresa. En ese momento obvio que no vas a voltear a mirar la revista, o la
pecera, no. Lo tomaras por los brazos, sin lastimarlo, para que no continúe pegándote y le dirás; "yo no me pego, y me enoja que
me peguen", porque; a quien no le enoja que le peguen. Descontrolaras al
niño al decirle esto, pues modificaste su conducta desde una perspectiva de
respeto. Primero te respetaste, respetaste al niño y en un futuro el también
aprenderá a respetarse.
Otro ejemplo
clásico que llega a presentarse sucede durante los alimentos. Cuando todos se
encuentran a la mesa y por alguna razón el niño entro en pataletas y avienta la
comida por doquier, nuevamente parte de respetarte, es decir, no empieces a
gritarle, porque es lo que busca un niño: atraer tu atención. Y para respetarte
durante este tipo de escenas, van desde levantarte, salir del escenario donde se
te está faltando el respeto, serenarte y retornar. O bien puedes entrar a la escena tomar al niño llevarlo a
levantar la comida y decirle; "es mi comida y me enoja que se tire". Observas
como en ningún momento dijiste respétame, saliste, te serenaste, o pediste que
tu comida no se tire al suelo. Aprender a respetarse es una gran labor que te
demandara velar por tu valía, emplear un lenguaje diferente partiendo de ti y gran
entereza para lograrlo. Por un solo acto que hagas para ti, los niños
aprenderán a respetarte y sabrán como hacerlo para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tus comentarios